Memoria Descriptiva

A través de la memoria se van construyendo, de manera colectiva, las realidades sociales. Por esto es que la memoria se encuentra inserta en un campo de disputa, pues lo que se formará como historia dependerá de la visión preponderante sobre determinados hechos. Lo interesante es que siempre la memoria se crea con una intencionalidad, sea ésta consciente o no, ya sea sobre olvidar o sobre recordar. En este caso se analiza Londres 38 (Espacio de Memoria de Chile) y el Centro Cultural Museo de la Memoria (MUME de Uruguay). El primero se caracteriza por entornos difusos de la memoria, donde ésta se construye en base a espacios vacíos y a las posturas diferentes de las distintas y diversas organizaciones que participan para llegar a un consenso sobre lo que entenderán, y manifestarán, sobre ese espacio. Por el contrario, en el MUME la experiencia es diferente, pues en él se apoyan de elementos físicos para apoyar el proceso colectivo de memoria, teniendo un discurso unificado al respecto.

Pedro Gandolfo: Ensayista, cronista y crítico literario. Abogado y Magíster en Filosofía por la Universidad de Chile. Ha ejercido la docencia en derecho, filosofía y literatura en distintas universidades. Es columnista y crítico literario del diario El Mercurio, donde se desempeñó, además, como redactor y editor del suplemento cultural "Artes y Letras". Miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Políticas, Sociales y Morales. Autor, entre otros títulos, de la obra De memoria. Un breve elogio, Editorial UV de la Universidad de Valparaíso, 2016.


Lleva a cabo un viaje soñado. Visita a una persona importante. Escribe y publica un libro. Muere su padre. Se enamora, sufre y desenamora. Compra una casa. Hace una gran amistad. Estos hechos u otros tienen un principio y fin en el tiempo. Se pueden señalar las coordenadas temporales que los acotan. La buena memoria usualmente se juzga como la capacidad de recupero 1 y retener esas coordenadas. "Viajé entre el 13 de diciembre de 1993 y el 10 de marzo de 1994", "Nos conocimos el 25 de julio de 1995". Proust, al final de En busca del tiempo perdido, pone en duda, sin embargo, este encorsetamiento de los hechos dentro de un momento o periodo en el que acaecen. "Parece que los acontecimientos son más vastos que el momento en que ocurren y en el que no caben enteros. Cierto que rebasan hacia el porvenir por la memoria que conservamos de ellos, pero también requieren un lugar en el tiempo que los precede; entonces no los veremos tal como serán, pero ¿acaso no los modifica también el recuerdo?". La supervivencia de un acontecimiento en el futuro es fácil de entender: opera por la memoria y se traduce en los recuerdos. Se puede dar más de algún ejemplo. Ese viejo y frustrado amor, perecido hace décadas, subsiste-aunque la persona amada haya muerto o no la hubiéramos vuelto a ver jamás-en olores, lugares, gestos, sonidos y estados de ánimo específicos ligados al amor padecido. Y entonces ese amor viejo, ya ocurrido, viene a coexistir con acontecimientos actuales, que están acaeciendo hoy: con nuestra soledad, acaso, o con otros amores. Proust describió de manera insuperable, sobre todo en Albertina desaparecida y en El tiempo recobrado, las variadas formas y mecanismos de expansión de un acontecimiento hacia el futuro. Pero el escritor francés añade algo más: los acontecimientos requieren de un lugar en el tiempo que los precede, es decir, ocupan un espacio de tiempo anterior a la fecha en que comienzan oficialmente a acaecer. ¿Cómo es este modo de preexistir de los hechos? Se refiere aquí a esa forma de ser que surge de la imaginación anticipadora, del presentimiento, de la preocupación, del deseo y del ensueño. Traemos al presente, le abrimos un lugar ahora a un acontecimiento que, en rigor , acaecerá en el futuro. Aquellos conceden presencia en nuestra vida a lo que todavía no es. La muerte futura de un ser querido, que va a ocurrir décadas después,...