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Poesía en Argel

1991

De nuevo le Corbusier, una soledad grandiosa y magnífica, un maestro enrarecido por un raro reconocimiento. Un alma grande a la que sólo se puede amar por trozos, que inducen irremediablemente a completar lo que es, un rompecabezas, o si se prefiere un caleidoscopio. En la magnífica "Nota Preliminar" que los traductores incluyen en esta edición, se habla de varias piezas fundamentales de este jeroglífico iluminado por una "unidad de intención". Quizás eso es lo que es este texto "Poésie sur Alger". En el eterno debate sobre las fuentes irracionales del "racionalismo" surge la obra de Le Corbusier como una explicación en términos de lirismo. De los principios Corbusianos: "espíritu de orden" y "unidad de intención", al de "unidad de espíritu", en una "unidad de geografía e historia", en "el lugar insigne del suelo africano". Y así hasta "la unidad de intención en los lugares sagrados" y de nuevo L. C. nos coloca ante su más poética expresión: "La pasión crea un drama de las piedras inertes". Es el dramaturgo/arquitecto, el que apasiona a las piedras, buscando esa pasión desde lo más ancestral de todas nuestras viejas y numerosas culturas. Más adelante, en Chandigarh, sembrará los muros de hormigón de símbolos sagrados, tomados de antiguas religiones, lo que hará preguntarse a su biógrafo Von Moos si constituyen un revival del Art Nouveau en los años cincuenta. Sin embargo, L. C. nos presenta toda esta iconografía no como una adjetivación, sino casi como un jeroglífico de nuestros ancestros. Su propia manera de realizarlo, en bajorrelieve, nos puede dar una pista, si pensamos en el volumen en positivo sobre los encofrados y su posterior aparición a la luz en negativo. Es la huella de la palabra, casi en eco eterno, lo que permanece, lo que aparece al desencofrar, como si hubiera estado ahí desde siempre, en la piedra, aunque se trate de una "piedra artificial". No deberíamos entender estos repertorios formales como una incorporación iconográfica más, si nos atenemos a la distinción que Panofsky establece entre iconografía e iconología: («Todo cuanto nos interesa no por las cualidades intrínsecas, tales como el color, la forma o la composición, sino por el valor de la cosa representada, ya sea en el mundo externo, ya en el nuestro interior»). No estamos ante una incorporación aditiva en términos de "decoratio", o a la manera de los pintoresquismos. (En este sentido el Deco señaló el post-modernismo de la época). No como adjetivos pintorescos. En el camino de la abstracción y del ambiente creado por Picasso, Matisse, el jazz, etc. lo primitivo, lo mágico, casi lo religioso, constituye en estos años una reflexión atávica en la que es el valor de reflexión lo que constituye algo limpio, algo nuevo, lo nuevo desde lo más profundo de todas nuestras culturas y de nuestros ritos y mitos. Y ahora en Argel, en el centro de una zona de cultura mundial, el Mediterráneo, lugar de reflexión en la dirección de la abstracción primitivista, en el camino de la reflexión más ancestral hacia el fondo, y desde allí y de la mano de los iluministas, iniciar el camino metafísico de la pura creación.