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Pensar en Diagonal

2011, Pensar Epistemologia Y Ciencias Sociales

Hernán Uliana CIESo-UNR Cuando me hablan del destino Cambio de conversación Joaquín Sabina ¿Cómo comenzar una discusión sobre intelectuales y política? Aburrida, sobreutilizada, desgastada, moribunda, apestosa forma de comenzar una discusión. Comencemos entonces con un movimiento de legislador epistemológico, un movimiento arrogante, inventemos una definición de intelectual en la que estén incluidos la mayor parte de los presentes, excepto el que escribe. En esta definición el intelectual tendría dos características: 1) Le gusta leer, 2) lee más de dos libros "serios" al mes (aceptados como tales por algún campo científico). Así yo estoy excluido, no me gusta leer y, menos aún, libros serios. Los que me conocen saben que no estoy mintiendo, me gusta mirar televisión, escuchar música, jugar videojuegos, comer a lo cerdo y disfrutar de muchas de las cosas que, según Rodrigo Braicovich de la revista "En Diagonal", definiría mi autocomplacencia como parte de los "individuos aislados y autosuficientes en la más absoluta pasividad y el letargo de la gratificación sensible e instintiva" 1. Así es, leí los dos números de la revista "En Diagonal", pero como es lo primero que leo en varios meses no me convierte en intelectual según mi propia definición. Ahora ¿Qué hace un hedonista evidentemente trastornado como yo hablando de los intelectuales? Pues voy a tratar, como me aconsejan mis compañeros de En Diagonal, de interpretar de manera inventiva la prodigalidad del acto, reconsiderar la tradición, la que estamos haciendo, de manera nueva y productiva. No caer en la moral del fracaso, ese será mi objetivo aunque desde ya advierto no estar "a la altura de lo que nuestra tradición de pensamiento emancipatorio nos dicta". Ahora que estamos seguros de que no soy un intelectual veamos a los que si lo son. Rastreando las definiciones de En Diagonal encontramos que es un punto importante en los artículos, hay una desgarradora búsqueda de un ancla en sus páginas y, de hecho, es parte de su gran riqueza. Definición 1: "Transformar en productivo aquello que hasta hoy oficia de pura repetición es la labor, creemos, del verdadero pensador de la política" 2 Definición 2: "El gesto de estos intelectuales (Los de Pasado y Presente y Contorno) es, genéricamente, vanguardista: impugnación del pasado; reformulación de los elementos compositivos de la tradición; invención de un valor nuevo o revalorización de uno viejo o en desuso." 3 Si hay algo que claramente rechaza En Diagonal es "el intelectual prescrito" aquel que "es, ni más ni menos, un espectador del mundo" 4 que trastoca el acontecer político en objeto de estudio, aquel que desbarata la juntura entre pensamiento y compromiso con/en la situación. ¿Qué diferencia existe entre este rechazo político de la híper profesionalización con el que comúnmente y constantemente, aburridamente, hace la izquierda desde hace un siglo? El mentado "intelectual comprometido", idea vieja y sostenida por todos los progresistas del mundo (incluso por mí que no soy intelectual y por lo tanto no me incluye ¡Comprométanse con algo carajo!) suena demasiado a excusa de intelectual: bregar incansablemente por un intelectual comprometido ¿Nos convierte en intelectuales comprometidos o acaso nos quita tiempo para comprometernos volviendo la cuestión circular, repetitiva? ¿Existe tras la insoportable sofisticación algo que podríamos llamar radicalmente nuevo en la concepción de "intelectual comprometido"?. "Dominación", "no-dominación", "libertad", "libertario", "libre", "real", "nuevo fundamento", "emancipación" no son palabras nuevas ¿Son nuevos sus significados? Más allá de proponer la derrideana opción del marxismo como horizonte de justicia, muerto pero aún así "espantando", no parece que los intelectuales de En Diagonal vayan más allá en la crítica de sus fundamentos. Para ellos