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In vino veritas

que recrea la festividad del santo coincidiendo con el n de la vendimia. El vino estuvo muy presente en la pintura de género de los primitivos amencos, re ejo de una sociedad hedonista, bullanguera y rica, que no evitaba al tiempo asignarle referencias viciosas, inmorales o diabólicas. Para entender estos signi cados u otros distintos o contrarios que el vino adquirió en la pintura moderna del Renacimiento hay que recordar antes los que ya tuvo en la Antigüedad clásica, el modelo cultural que fue recuperado precisamente en los siglos XV, XVI y XVII. El proverbio latino In vino veritas, atribuido a Plinio el Viejo, enlazó sin interrupción con los emblemas humanistas de Alciato y los posteriores jeroglí cos horacianos de Vaenius. Y unos y otros nos ayudan a entender diversos espacios, ceremonias y pinturas dispersas por la Europa renacentista y barroca en los que el vino desempeñó un papel protagonista, como rituales festivos de la corte borgoñona, la decoración pictórica del camarín de alabastro del palacio de Ferrara, las representaciones del Santo Cáliz pintadas en Valencia, las exaltaciones báquicas de Carracci, Caravaggio y Velázquez en Roma, las composiciones festivas de Jordaens en Flandes o las sutilezas etílicas de Vermeer en Delft.