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La filosofía de Lévinas se inspira en las fuentes tradicionales del judaísmo, por más que apenas consienta que afloren a la superficie del discurso. De ahí la conveniencia de abordar su obra como un palimpsesto en el que operan dos niveles textuales, uno de ellos explícito (fenotexto filosófico) y el otro velado (prototexto judío). El Otro y el Mismo se relacionan entre sí según el modelo bíblico del vínculo YHWH-Israel: mientras que la Revelación inspira la epifanía del rostro, la Redención subyace a la reconstrucción de la subjetividad en clave ética. En su conjunto, la heterología de Lévinas reitera, en el elemento de la filosofía, las experiencias centrales del monoteísmo hebreo.
Durante un período demasiado extenso de tiempo, los intelectuales, artistas, científicos y pensadores, creyeron que los seres humanos que dedican su vida a la actividad deportiva, carecen de poco contenido intelectual o simplemente nunca determinaban tomar algún rumbo según lo que imponen determinadas doctrinas ideológicas. Parecía ser que el deporte era solo una cuestión de jugar, ganar y perder.
"Quiero saber de Dios y el hombre. ¿Nada más? Nada absolutamente".
"Pediremos a los filósofos que abandonen la ambición de encontrar un único punto de vista y un punto de vista fijo para juzgar el conjunto de una ciencia tan amplia y cambiante como la física… Definiremos la filosofía de las ciencias como una filosofía dispersada". Gastón Bachelard INTRODUCCIÓN Hablarles a los físicos sobre filosofía crea, por lo general, una actitud escéptica cuando no una irónica o desdeñosa. Desde el positivismo decimonónico y el empirismo lógico desplegado con fertilidad en el siglo XX, los físicos presuponen que efectuar considera-ciones filosóficas en el sentido tradicional, "contamina" su conocimiento, demeritándo-lo. Por consiguiente, es un imperativo abstenerse de pensar "filosóficamente". Aparte de que esta actitud incluye irrecusablemente una posición "filosófica", es curioso que quienes piensan contenidos tan abstractos como los "mesones", los "agujeros de gusano", la "inercia", la "velocidad de la luz" o los "universos múltiples", renuncien a pensar de un modo abstracto, por ser sospechosamente, una reflexión filosófica que conduce a la especulación. Es curioso que quienes estudian las reacciones termonuclea-res en el interior de las estrellas, que quienes se representan intelectualmente los conte-nidos de tales objetos de estudio, a veces sin experiencia directa y sin una contrapartida real que promueva certidumbre, renuncien a reflexionar sobre el estilo, el sentido, los fundamentos y los problemas que aparecen cuando intelectualmente "hacen" física teó-rica: es decir, renuncien a elaborar una filosofía de la física. Por otra parte, hablarles a los filósofos de física genera, por lo general, una reacción de advertencia cuando no una actitud de aprehensión o de rechazo. En este caso, posible-mente debido a la multiplicidad de los sistemas filosóficos existentes, las reacciones son también variadas. Hay filósofos que consideran la ocupación de la filosofía ajena a los temas "exactos" de los que trata la física, en aquélla prevalecen temas como la axiología y la ética, los problemas de la vida y la existencia, mientras que en ésta sólo hay frías fórmulas y valores matemáticos. Otros filósofos expresan actitudes de renuencia por distintos motivos. Algunos piensan que la física calcula, no piensa: se trata de una ciencia algorítmica, no teórica. Otros presuponen que en la física no existen márgenes para la creatividad ni para la libertad, y que, a lo sumo, genera un pensamiento encuadrado a resultados cuantificados. Final-mente, los que tienen una mejor noción-y respeto, de la física creen que su campo de trabajo es la realidad, pero sólo en un sentido natural o cósmico. Es decir, su objeto de estudio estaría orientado a explicitar leyes y fórmulas en esferas restringidas de validez.
Los filósofos griegos de la antigüedad fueron los primeros en abordar el análisis del ser y el devenir racionalmente explicándolos de forma natural. Así, para Parménides el ser es lo que es, es decir, lo que existe en la realidad, y lo que no es, no es ni puede ser. El ser y la nada son permanentes. Para Heráclito, sin embargo, todo cambia, excepto el devenir, es decir, la
4 después de la muerte; el alma (ψυχη) es lo que va al Hades. En el canto XXIII de la Ilíada, el alma de Patroclo dice de sí misma y de las otras almas que son ειδωλα καµοντων ("imágenes de los que han sucumbido"). Y Aquiles dice:
Filosofía en la Ciudad. Caracas y la Filosofía, 2018
Dice el prof. Alfredo Vallota: Este libro recoge algunas de la charlas ofrecidas a los largo de estos años, compiladas por Lucía Dao y Alfredo Vallota. Agradecemos a la Konrad Adenauer Stiftung, en la persona de su coordinadora Lisbeth Mora, a la Dirección de Publicaciones de la UCAB, en su director Marcelino Bisbal, a Agatha Cocozzeli y Yelitza Rivero por su colaboración general, y especialmente a Mario Di Giacomo, sin cuyo empeño esta publicación no hubiera sido posible. Si los dioses nos son propicios, la fuerza nos acompaña, y el público nos sigue apoyando, puede que sigan otros.
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