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Problemas química, Sienko. Tema 3. El mol
Espai, L': revista de recerca i divulgació, 1999
Lespai DOSSIER E1 Iylolí, ,izotor inici(1I (Ie ceiit seixanta anys diizdustria a MoIi,zs de Rei .En aquest irticle s intenta fer uiza síntesi del procés d indtistrialització que va seguir Melin.s dc Rei des de mitjan segle passal i ael paper que el M()Ií hi va representar (Ies dels seus inicis. Llunv danàlisis econònliques globals de la iida en aquests anys, es presenta una pinzellad(I (Ie l evolució cle Ia industria en relació (unb els canvis (/l1e es predueixen en Ia societat loca/ Ln U11 ¡eríode que abasta esdeveiiinients !1l()lt irnportants per a la seva vida social, política i econòmica, (/l1( en surten ino-(l1/ïcades (le inaiiera rcidic(il.
Kriterion: Revista de Filosofia, 2010
Apoyándonos en la noción de "esfera" de Slotedijk, analizamos la protección constituida por los moles. La libertad de elegir en el mol no tiene relación con la libertad individual propuesta por John Stuart Mill; ni con la anarco-individualista propuesta por Henry David Thoreau o ...
El dolo es el la realización de un ilícito con un fin planeado y espera que los resultados sean los esperados el dolo posee dos elementos muy importante el cual son el cognitivo y el volitivo. El dolo se clasifica en dolo determinado e indeterminado: el determinado es aquel el cual asido dirigido con un fin criminoso este también es conocido como dolo especifico y el indeterminado es aquel del cual es informado el hombre que se ha dirigido a un fin malvado previniendo además que de sus actos pueda derivar un evento más grave este también es conocido como Dolo genérico, el que se dirige simplemente a cometer una acción prohibida por la ley penal. También hay que destacar los delitos se clasifican en dolosos, imprudentes y mixtos.
Los tipos de dolor son muchos. Conocer lo básico sobre su fisiología nos ayuda a comprender su etiología y su importancia para determinar su tratamiento.
2016
El Motiu és un doucmental de muntanya de 12 minuts on s’hi sintetitzen les conclusions teòriques i tècniques del procés d’investigació del TFG. L’obra es divideix en tres actes on s’hi pretén unificar la tradició del Cinema de Muntanya, l’observació del paisatgisme, les simfonies urbanes i les innovacions pròpies del vídeo digital. Al nucli del projecte s’hi troba la difusió del respecte per la muntanya i la renovació del llenguatge narratiu de les pel·lícules d’aventura esportiva
¡Qué hermoso día! He pasado toda la mañana tendido sobre la hierba, delante de mi casa, bajo el enorme plátano que la cubre, la resguarda y le da sombra. Adoro esta región, y me gusta vivir aquí porque he echado raíces aquí, esas raíces profundas y delicadas que unen al hombre con la tierra donde nacieron y murieron sus abuelos, esas raíces que lo unen a lo que se piensa y a lo que se come, a las costumbres como a los alimentos, a los modismos regionales, a la forma de hablar de sus habitantes, a los perfumes de la tierra, de las aldeas y del aire mismo. Adoro la casa donde he crecido. Desde mis ventanas veo el Sena que corre detrás del camino, a lo largo de mi jardín, casi dentro de mi casa, el grande y ancho Sena, cubierto de barcos, en el tramo entre Ruán y El Havre. A lo lejos y a la izquierda, está Ruán, la vasta ciudad de techos azules, con sus numerosas y agudas torres góticas, delicadas o macizas, dominadas por la flecha de hierro de su catedral, y pobladas de campanas que tañen en el aire azul de las mañanas hermosas enviándome su suave y lejano murmullo de hierro, su canto de bronce que me llega con mayor o menor intensidad según que la brisa aumente o disminuya. ¡Qué hermosa mañana! A eso de las once pasó frente a mi ventana un largo convoy de navíos arrastrados por un remolcador grande como una mosca, que jadeaba de fatiga lanzando por su chimenea un humo espeso. Después, pasaron dos goletas inglesas, cuyas rojas banderas flameaban sobre el fondo del cielo, y un soberbio bergantín brasileño, blanco y admirablemente limpio y reluciente. Saludé su paso sin saber por qué, pues sentí placer al contemplarlo. 11 de mayo Tengo algo de fiebre desde hace algunos días. Me siento dolorido o más bien triste. ¿De dónde vienen esas misteriosas influencias que trasforman nuestro bienestar en desaliento y nuestra confianza en angustia? Diríase qué el aire, el aire invisible, está poblado de lo desconocido, de poderes cuya misteriosa proximidad experimentamos. ¿Por qué al despertarme siento una gran alegría y ganas de cantar, y luego, sorpresivamente, después de dar un corto paseo por la costa, regreso desolado como si me esperase una desgracia en mi casa? ¿Tal vez una ráfaga fría al rozarme la piel me ha alterado los nervios y ensombrecido el alma? ¿Acaso la forma de las nubes o el color tan variable del día o de las cosas me ha perturbado el pensamiento al pasar por mis ojos? ¿Quién puede saberlo? Todo lo que nos rodea, lo que vemos sin mirar, lo que rozamos inconscientemente, lo que tocamos sin palpar y lo que encontramos sin reparar en ello, tiene efectos rápidos, sorprendentes e inexplicables sobre nosotros, sobre nuestros órganos y, por consiguiente, sobre nuestros pensamientos y nuestro corazón. ¡Cuán profundo es el misterio de lo Invisible! No podemos explorarlo con nuestros mediocres sentidos, con nuestros ojos que no pueden percibir lo muy grande ni lo muy pequeño,
¡La olla!, ¿por qué abandonar el uso y reemplazar con esta expresión trivial y baja el antiguo título más sabio y más conocido? Más conocido, sí; pero ¿se entiende?, y, ante todo, la aspiración de un traductor es el ser. ¿Qué es este nombre l'Aululaire, latino en su tema, francés en su terminación, y que no pertenece propiamente a ninguna lengua, y en sí no tiene ningún sentido? ¿Aun es muy seguro que, en la época de Augusto, todos, incluso en Roma, entendieran el significado del término Aulularia, sin que un Varron, un Verrio Flaco, explicasen cómo este utensilio de cocina llamado olla se había llamado aula entre los antiguos, cuando no querían la duplicación de la consonante; y cómo aulularia venía del diminutivo de aula, porque a los antiguos romanos les agradaban mucho los diminutivos 1 ; lo que apenas se hubiera esperado de la rudeza de sus costumbres? La olla, este es el verdadero título en francés de la obra de Plauto. Me gusta mucho, no por el afecto que el bueno de Crísalo llevaba en su corazón por las cosas de este tipo, aunque me llegan fuerte su sentido común y sus palabras; me gusta este título por un motivo de razón y de equidad. La olla, con Euclión, ocupa con mayor constancia la escena; ella, con él, tiene el papel más importante; es el personaje moral del drama. Si el anciano empuja como un loco a su sierva hacia la calle, se debe a que quiere visitar, sin testigos, antes de salir, a su olla llena de oro. Si se aflige por que abandona por un momento su casa, incluso para ir hasta el magistrado de la curia a buscar su parte de un generoso donativo del gobernante, su olla lo apena. Si la afabilidad del honesto Megadoro, y la voluntad de este rico hacia un pobre hombre como él, lo perturban y alarman, tiembla por su olla. Si por el ruido de los trabajadores en la casa del vecino, con brusquedad rompe la plática y corre a su casa muy espantado, aún es su olla la que va a salvar de los ladrones. ¿Por qué saca a palazos a los cocineros que su futuro yerno ha enviado hasta su casa en su ausencia para preparar el banquete de la boda, una fiesta que nada debe costarle? ¡Y su olla!, ¿cómo mantenerla oculta con tales pillos? Esta olla es como el Aquiles de la Ilíada; en su reposo domina toda la acción, siempre presente e invisible. Pero, finalmente, aquí aparece. Euclión la tiene en sus brazos; le busca un refugio más seguro. El bosque sagrado de Silvano está muy cerca: allí la oculta. Pero negros presagios, el graznido del cuervo y el encuentro con un esclavo bribón, le arrebatan su seguridad. A pesar de las dificultades y los peligros del viaje, es preciso que busque otro custodio. La olla reaparece de nuevo apretada contra el pecho de Euclión, y la Buena Fe la recibe en su templo, sin ella misma poder vanagloriarse de que le inspirase al avaro una plena confianza. El esclavo pillo lo acechaba y el escondrijo se descubre. Oigan los gritos de Euclión, vean esa máscara que muestra una cólera que llega hasta el dolor, un dolor que llega hasta la demencia. Les pide su olla a los dioses y a los hombres, por la que haría que colgasen a amigos y enemigos, y a él mismo después de ellos; esta olla, más querida a su corazón que su hija, de la que, en ese mismo momento, aprende, para colmo de la desesperación, el deshonor. Así, la olla, o su imagen, se le une, como su genio maléfico, como su furia, en castigo por la dureza con los suyos, por su locura cruel hacia sí mismo. Ella lo agita, lo tortura implacablemente con ansias mortales, hasta cuando al fin ya no hubiera para él nueva 1 Véanse los títulos Cistellaria, Mostellaria, Poenulus. Recuérdese el apodo Corculum dado al sabio Escipión Nasica, etc. desdicha, dolor nuevo posible; y este terrible suplicio no deja de ser el espectáculo, a veces el más gracioso, casi siempre el más cómico. ¡Cuán bien inspirado hubiera estado Plauto, si no hubiera querido añadir esa moraleja, un milagro increíble, la metamorfosis del avaro en un buen padre, afectuoso y liberal 2 ! Lo que se tolera en un cuento para niños para la edificación de los lectores, no se admite, en el teatro, para los hombres. No obstante, fue una idea audaz y poderosa, una obra artística hábil, la que incluye, en la sencilla pintura de un carácter, el interés de una gran comedia, y sustentar la acción libre de monotonía y languidez, sin los accesorios de una trama amorosa o los ardides de un esclavo. Servidora, cocineros, vecinos, todos los personajes de la obra se agrupan en torno a Euclión, sin eclipsarlo un momento, y sólo tienden a proyectar su vicio saliente y a la luz, la vieja Estáfila con sus quejas, Megadoro con su generosidad, los cocineros con sus historias, el amante con sus confesiones mal interpretadas, todos con las tribulaciones que le causan. Por tanto, evitemos remitir esta obra a los caballetes de los titiriteros, como lo insinuara algún crítico, sin que, no obstante, nuestra admiración llegara a preferirla a la imitación original y fecunda de Molière. Entre el entusiasmo erudito y sistemático de Schlegel y el desdén superficial de La Harpe, es posible formular un juicio más equitativo, si se tienen en cuenta las diversas condiciones de la comedia latina y del teatro francés, ya por el papel de las mujeres, ya por las circunspecciones de tiempo y lugar, ya por la declamación, que aumenta o disminuye, según fuese más o menos el canto, la extensión de los poemas y la complicación de las historias. La composición y el tema nos inducirían a creer que esta producción correspondería a la madurez del autor, incluso cuando conjeturas bastante positivas no nos dieran casi la certeza sobre ello. El año 559 de Roma 3 , apenas había pasado la Segunda Guerra Púnica, cuando un gran debate sacudía a la ciudad. La ley de Oppio les había prohibido, veinte años antes, a las damas romanas, las joyas, los trajes bordados y los coches. Dos tribunos propusieron que la derogaran, otros dos querían que se mantuviera. Entonces, Catón era cónsul; piénsese de qué lado se puso. Las mujeres asediaban las casas de los magistrados, llenaban el Foro y sus alrededores, tratando de ganar amparos y sufragios; e incluso numerosas solicitantes acudían a Roma, de todos los lugares cercanos: era casi una sublevación. Caton no llegó sino con gran dificultad, murmurando y rezongando, a la tribuna; tuvo que atravesar un ejército de mujeres que lo aturdían con sus quejas, quizá también con sus imprecaciones, cuando creían que no las reconocían entre la multitud y el ruido. A la elocuencia del cónsul la derrotó la ley. ¿No se había aún calentado con estas disputas o con un recuerdo reciente, cuando las reflexiones del sabio Megadoro sobre el lujo de las mujeres, sobre el uso de coches y el abuso de galas, llegaban a concordar tan bien con las arengas vehementes de Catón? Plauto era el poeta de los plebeyos, como Catón era su orador. Han indicado, en más de una ocasión, uno y el otro esta lucha de la vieja pobreza latina contra las nuevas riquezas y los nuevos placeres traídos por la victoria desde Grecia. Esta obra no debió haberse representado más de diez o doce años antes de la muerte de Plauto, que no llegaba a la vejez. No nombra al autor del que tomó la obra. Se cita entre las obras de Menandro, El Tesoro, así como entre las de Filemón y Anaxandrides. Menandro también había escrito la Hydria (El cántaro), y allí se trataba de un tesoro. ¿Sus temas eran similares a los de Plauto? Dioxipo y, después de él, Filípides, dos poetas atenienses, habían compuesto obras tituladas El avaro. Se ha conservado un verso de una Aulularia de Nevio. Pero, ¿qué tendrían que reclamar aquí?, nada se sabe.
El voleibol, volleyball o simplemente voley, es un deporte donde dos equipos se enfrentan sobre un terreno de juego separados por una red central. El objetivo del juego es tratar de pasar el balón por encima de la red hacia el suelo del campo contrario e impedir que el oponente haga lo mismo. El equipo dispone de tres toques para retornar el balón (además del toque de bloqueo), pero no puede ser parado, sujetado, retenido o acompañado.
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