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En la época presente la acción y la decisión son tan escasas com o lo es el deleite del riesgo al na dar en aguas poco profundas. Pero tal como el adulto que goza luchando con las olas llama al joven diciéndole 'sal fuera, corre', así también la decisión que se encuentra en la existencia (si bien, desde luego, se encuentra en el individuo) llama al joven que aún no ha sido extenuado por el exceso de reflexión ni sobrecargado por las ilusiones de la reflexión...».
2013
S iendo 2013 el año en el cual se celebra el bicentenario del filósofo danés Søren Aabye Kierkegaard (1813-1855) podemos recordar la vigencia de su pensamiento para la comprensión de nuestros tiempos. Conocido como un filosofo cristiano, como escritor, como teólogo o como el «padre del existencialismo», Kierkegaard, a través de su escritura, demuestra que todas las intenciones de limitarlo a una sola referencia fallan, ya que la personalidad polifacética y seductora del danés nos revela el hecho de que así como puede ser el esteta o el religioso; el psicólogo o el juez, también puede ser un refinado crítico de su entorno, de su contexto, de su sociedad. Kierkegaard tiene los ingredientes necesarios para destacarse como un espíritu polémico: una ironía inquebrantable junto con una construcción ingeniosa de su método de la comunicación indirecta basado en el uso de los seudónimos. Con una intuición específica para los genios, advierte sobre el peligro de la masificación que significa la muerte del espíritu individual, la muerte de la libertad, así como la muerte de la eticidad. Todo su esfuerzo se dirige en criticar los estereotipos de la época, para hacer énfasis en lo valioso que es el ser singular cuando logra apartarse de aquel orden establecido.
La filosofía de la existencia, inaugurada por Kierkegaard, y fundamental para entender los planteamientos filosóficos del siglo XX, se ha pensado en su mayoría desde la finitud como límite de la existencia, es decir, de cara a la muerte, o bien, desde el sin sentido del propio existir. La tesis que queremos sostener en el presente trabajo plantea, por una parte, la noción de exceso como cualidad fundamental de esa finitud propia de la existencia y por otra, el concepto de existencia eterna, que, entendida y desarrollada aquí como imposibilidad de acceder a mi propia muerte, se opone al concepto de inmortalidad, pues este último concepto apunta a la doctrina cristiana que afirma la existencia como un simple paso hacia la verdadera vida. Es por ello que la tesis no versa en torno a la muerte sino a la existencia como una suerte de finitud infinita que, al ser excesiva, carece de límite y donde lo que prima no es un sin sentido sino, más bien, un exceso de sentido.
La melancolía, desde tiempos antiguos, ha sido vista como una enfermedad. La " bilis negra " , como su etimología lo demuestra, se pensaba parte de cuatro humores que se hallaban en el ser humano, los cuales, dependiendo de la cantidad en la que se encontraran dentro del cuerpo, habría una tendencia a un cierto comportamiento y/o padecimiento de enfermedades. Aristóteles ya describía la cantidad de humores en relación con afecciones: Pero aquellos en los que el calor excesivo se desarrolla hasta llegar a un estado medio son, sin duda, melancólicos pero más inteligentes, y menos excéntricos, al tiempo que en muchos aspectos se muestran superiores a los demás, unos en lo que respecta a la cultura, otros en lo concerniente a las artes, y otros, en fin, en el gobierno de la ciudad. En lo tocante a los peligros, un estado de este tipo causa una gran variabilidad, ya que muchos hombres no se muestran constantes ante el miedo. Pues según sea la relación que tengan sus cuerpos con una mezcla tal, los individuos difieren respecto de sí mismos.1 Pero, ¿la melancolía deberá ser siempre así? No lo creo. La melancolía, además de resultar ser una pasión, es una situación existencial: la persona melancólica tiene su ser concreto en la existencia y, con base en ello, elige, existe. La melancolía deja de ser vista como una enfermedad degenerativa2 a pasar a una afección propia de los artistas y, en especial, de los filósofos. Eric Wilson menciona el ejemplo de Ficino, y así lo explica: Según Ficino, es muy probable que la melancolía aqueje a los filósofos de más calado. Esas almas filosóficas no encuentran satisfacción en lo que se toma por conocimiento del mundo exterior; el banal reino de la mentalidad establecida. Desorientados cuando se encuentran a 1 Aristóteles, El hombre de genio y la melancolía. Problema XXX, pág. 93. 2 Wilson, Eric G., Contra la felicidad. En defensa de la melancolía, pág. 91.
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Librodot 2 2 PROLOGO Sua passion predominante é la giovin principiante. DON GIOVANNI, aria 1 No puedo ocultármelo a mí mismo: a duras penas domino la ansiedad que me atosiga en este instante, ahora que, empujado por mi interés, decido transcribir, con mucho cuidado, la copia apresurada que, con riesgo y con mucho esfuerzo, conseguí entonces. El episodio, hoy como ayer, se me presenta, a pesar de todo, muy angustioso y lleno de reproches. Contrariamente a su costumbre, él no había cerrado la mesa del escritorio, por lo que su contenido se encontraba a mi disposición, e inútilmente intenté justificar mi actitud recordándome que jamás había abierto un cajón. Había un cajón abierto. Y dentro había muchos papeles desordenados, y encina estaba apoyado un volumen in quarto, muy bien encuadernado. En la página por la que estaba abierto había un trozo de papel blanco, en el que estaba escrito de su puño y letra: Commentarius perpetuas n. 4. Sería, por tanto, completamente inútil justificarse de que, si el libro no hubiera estado abierto en esa página y si el título no fuese tan sugestivo, yo no habría cedido a la tentación, o al menos hubiera intentado resistirla. El título resultaba bastante raro, más que por sí mismo por el lugar en el que se encontraba. Al echar una ojeada a los papeles desordenados entendí que no contenían más que alusiones a episodios eróticos, alguna indicación de relaciones personales y borradores de cartas de naturaleza estrictamente privada, de las que más tarde comprendí la artificiosa, calculada negligencia. Si ahora, después de haber penetrado el interior tenebroso de aquel hombre corrompido, evoco el instante en que, con la mente tensa y los ojos abiertos, me acerqué a aquel cajón, siento una impresión parecida a la que debe sentir un policía cuando entra en la guarida de un falsificador y, curioseando entre sus cosas, encuentra en un cajón un montón de folios desordenados y pruebas de imprenta: en una, un trozo de arabesco; en otra, un monograma, y en una tercera, una filigrana al revés; tiene así la prueba evidente de que se encuentra sobre la pista buena; y dentro de él se mezclan la satisfacción del descubrimiento con un sentido de admiración por el trabajo y la diligencia empleados en las falsificaciones. Para mí, por el contrario, era muy distinto, ya que no estaba acostumbrado a investigar delitos y, en ese caso, no tenía ni siquiera un mandato policial. Habría deseado que se me hubiese manifestado la verdad con todo su peso, ya que me estaba metiendo por un cansino ilegal; pero en ese momento, como sucede normalmente, me sentía no menos pobre de palabras que de pensamientos. Con frecuencia, nos dejamos dominar por una impresión, hasta que la reflexión nos libera, y, rápida y diligente en su acción, consigue penetrar lo imponderable desconocido. Cuanto más desarrollada está la facultad de reflexión, con mayor rapidez se concentra; del mismo modo que un funcionario de aduanas está tan acostumbrado a controlar pasaportes de viajeros extranjeros que no se despista ante las caras más raras. Pero, aunque mi facultad de reflexionar está vigorosamente desarrollada, en el primer instante me quedé consternado. Recuerdo claramente: palidecí, y me faltó 1 "La pasión que domina / la juventud que nace." (Don Juan, "aria") Librodot Diario de un Seductor Sören Kierkegaard Librodot 3 3 poco para caer desmayado. ¡Qué angustia! ¡Si él hubiese regresado a su casa y me hubiera encontrado desmayado, con el cajón en la mano..., pero una mala conciencia es capaz de hacer la vida interesante! El título del libro no me llamó demasiado la atención. Imaginé que se trataba de una recopilación de fragmentos, hipótesis bastante natural, ya que sabía que era muy constante en sus estudios. Sin embargo, el contenido era muy distinto. Se trataba, ni más ni menos, que de un diario, y además muy bien redactado. Aunque yo no considere, por lo que conocía de él anteriormente, que su vida tuviese mucha necesidad de un comentario, sin embargo no puedo negar, después de la ojeada que le he echado ahora, que había escogido el título con mucho gusto y precisión, con gran objetividad y estética en relación con él y sus circunstancias. Aquel título está en perfecta armonía con el contenido del libro, ya que su vida, efectivamente, siempre estuvo inspirada en el sueño de vivir poéticamente. Dotado de una sensibilidad muy desarrollada, él conseguía siempre retratar su propia experiencia. O sea, este diario no es históricamente exacto, pero tampoco es un relato; no está, por así decir, en indicativo, sino en subjuntivo. Aunque la experiencia se anote naturalmente como se ha vivido, y a veces también algo después de haberla vivido, sin embargo está representada como si en ese instante tuviese lugar, y de una forma tan dramática que parece, a veces, que todo sucede ante nuestros ojos. Es muy improbable que, al redactar este diario, él haya tenido ante sí otra finalidad; como es incontestable, por otra parte, que no tiene sólo interés para el autor del mismo. Si consideramos esta obra en su totalidad y simplicidad no se puede suponer que tenga ante mí una obra poética, quizá destinada a ser publicada. Personalmente no tendría que temer que se publicara, ya que la mayoría de los apellidos son tan raros que no hay posibilidad de que sean auténticos. Sin embargo, pienso que los nombres son históricamente exactos, y quizá esto era para que él más tarde pudiese reconocer los personajes reales, donde los profanos se habrían equivocado por el apellido. Al menos esto ha ocurrido con la jovencita, a quien yo conocí y de la que habla particularmente el diario: Cordelia... En efecto, se llamaba Cordelia, pero su apellido no era Wahl.
"KIERKEGAARD Y SU DIALÉCTICA ANALÓGICA", 2021
En este ensayo se revisa el enfoque profundo del padre del existencialismo, quien tuvo un atinado pensamiento para el desarrollo ulterior de la filosofía. Lo anterior, gracias a su prudencial y equilibrado sentido de analogicidad dialéctica, muy al estilo del antihegelianismo de su época.
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Estudios Kierkegaardianos. Revista de Filosofía, 2018
Estudios Kierkegaardianos. Revista de Filosofía, 2015
Praxis Filosófica, 2010
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