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2015, Pensamiento. Revista de Investigación e Información Filosófica
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Descartes understood that passions move the world. His dream was for passions to be governed by reason. Far from analyzing passions the way contemporary theology does, Descartes' approach is like that of an anthropologist, who first defines and then describes their complex mechanism. He is interested in their operation and in their mechanical organization, since the control of passions must spring from the interior of every man. An example of the role played by reason in the control of passions is illustrated throughout Descartes' analysis of piety and compassion. He insists on acting only after having made distinctions in a rational way. In this sense, as far as compassion is concerned, he shares the same point of view of the critics of this feeling, like Nietzsche who is its most fierce spokesman.
Art. 1. Lo que es la pasión respecto a un sujeto es siempre acción en algún otro aspecto. Nada pone tan bien de manifiesto cuán defectuosas son las ciencias que recibimos de los antiguos como lo que éstos han escrito de las pasiones; pues, por más que se trate de una materia que siempre se puso gran empeño en conocer y que no parece ser de las más difíciles, ya que, sintiéndolas cada cual en sí mismo, no es menester recurrir a ninguna observación ajena para descubrir su naturaleza, lo que los antiguos han enseñado de ellas es tan poco, y tan poco creíble en general, que sólo alejándome de los caminos seguidos por ellos puedo abrigar alguna esperanza de aproximarme a la verdad. Por esta razón me veré obligado a escribir aquí como si se tratara de una materia que nadie, antes que yo, hubiera tocado; y para comenzar, considero que todo lo que se hace u ocurre de nuevo es generalmente llamado por los filósofos una pasión respecto al sujeto a quien ello ocurre, y una acción respecto a aquel que hace que ocurra; de suerte que, aunque el agente y el paciente sean con frecuencia muy diferentes, la acción y la pasión no dejan de ser siempre una misma cosa que tiene estos dos nombres, por causa de los dos diversos sujetos a los cuales puede referirse. Art. 2. Para conocer las pasiones del alma es preciso distinguir sus funciones de las del cuerpo. Considero, además, que no reparamos en que ningún sujeto obra más inmediatamente contra nuestra alma que el cuerpo al que está unida, y que por consiguiente debemos censar que lo que en ella es una pasión es generalmente en él una acción; de suerte que no hay mejor camino para llegar al conocimiento de nuestras pasiones que examinar la diferencia existente entre el alma y el cuerpo, a fin de conocer a cuál de los dos se debe atribuir cada una de las funciones que hay en nosotros. Art. 3. Qué regla se debe seguir para este fin. Lo cual no resulta muy difícil si se tiene en cuenta que todo aquello cuya existencia experimentamos en nosotros y que vemos que puede también existir en cuerpos completamente inanimados, no debe ser atribuido más que a nuestro cuerpo; y, por el contrario, todo lo que hay en nosotros y que no concebimos en modo alguno pueda pertenecer a un cuerpo, debe ser atribuido a nuestra alma. Art. 4. El calor y el movimiento de los miembros proceden del cuerpo; los pensamientos, del alma. Así pues, como no concebimos que el cuerpo piense de ninguna manera, debemos creer que toda suerte de pensamientos que existen en nosotros pertenecen al alma; y como no dudamos que hay cuerpos inanimados que pueden moverse de tantas o más diversas maneras que los nuestros, y que tienen tanto o más calor (lo que la experiencia muestra en la llama, que tiene en sí misma mucho más calor y movimiento que ninguno de nuestros miembros), debemos creer que todo el calor y todos los movimientos que hay en nosotros, en tanto no dependen del pensamiento, no pertenecen sino al cuerpo. Art. 5. Es erróneo creer que el alma da movimiento y calor al cuerpo. Con lo cual evitaremos un error muy considerable en el que han caído algunos, de suerte que, a mi juicio, es ésta la pr imera causa de que no se hayan podido hasta ahora explicar bien las pasiones y las demás cosas pertenecientes al alma. Ello consiste en que, viendo que todos los cuerpos muertos quedan privados de calor y luego de movimientos, se ha imaginado que era la ausencia del alma lo que hacía cesar esos movimientos y ese calor; y, en consecuencia, se ha creído sin razón que nuestro calor natural y todos los movimientos de nuestros cuerpos dependen del alma, mientras que se debía pensar, al contrario, que el alma se ausenta, cuando el individuo muere, a causa de que cesa ese calor y de que se corrompen los órganos que sirven para mover el cuerpo. Art. 6. Que diferencia existe entre un cuerpo vivo y un cuerpo muerto. Consideremos, pues, para evitar este error, que la muerte no ocurre nunca por ausencia del alma, sino porque alguna de las principales partes del cuerpo se corrompe; y pensemos que el cuerpo de un hombre vivo difiere del de un hombre muerto como difiere un reloj u otro autómata (es decir, otra máquina que se mueve por sí misma), cuando está montado y tiene en sí el principio corporal de los movimientos para los cuales fue creado, con todo lo necesario para su funcionamiento, del mismo reloj, u otra máquina, cuando se ha roto y deja de actuar el principio de su movimiento.
Art. 1. Lo que es la pasión respecto a un sujeto es siempre acción en algún otro aspecto. Nada pone tan bien de manifiesto cuán defectuosas son las ciencias que recibimos de los antiguos como lo que éstos han escrito de las pasiones; pues, por más que se trate de una materia que siempre se puso gran empeño en conocer y que no parece ser de las más difíciles, ya que, sintiéndolas cada cual en sí mismo, no es menester recurrir a ninguna observación ajena para descubrir su naturaleza, lo que los antiguos han enseñado de ellas es tan poco, y tan poco creíble en general, que sólo alejándome de los caminos seguidos por ellos puedo abrigar alguna esperanza de aproximarme a la verdad. Por esta razón me veré obligado a escribir aquí como si se tratara de una materia que nadie, antes que yo, hubiera tocado; y para comenzar, considero que todo lo que se hace u ocurre de nuevo es generalmente llamado por los filósofos una pasión respecto al sujeto a quien ello ocurre, y una acción respecto a aquel que hace que ocurra; de suerte que, aunque el agente y el paciente sean con frecuencia muy diferentes, la acción y la pasión no dejan de ser siempre una misma cosa que tiene estos dos nombres, por causa de los dos diversos sujetos a los cuales puede referirse. Art. 2. Para conocer las pasiones del alma es preciso distinguir sus funciones de las del cuerpo. Considero, además, que no reparamos en que ningún sujeto obra más inmediatamente contra nuestra alma que el cuerpo al que está unida, y que por consiguiente debemos censar que lo que en ella es una pasión es generalmente en él una acción; de suerte que no hay mejor camino para llegar al conocimiento de nuestras pasiones que examinar la diferencia existente entre el alma y el cuerpo, a fin de conocer a cuál de los dos se debe atribuir cada una de las funciones que hay en nosotros. Art. 3. Qué regla se debe seguir para este fin. Lo cual no resulta muy difícil si se tiene en cuenta que todo aquello cuya existencia experimentamos en nosotros y que vemos que puede también existir en cuerpos completamente inanimados, no debe ser atribuido más que a nuestro cuerpo; y, por el contrario, todo lo que hay en nosotros y que no concebimos en modo alguno pueda pertenecer a un cuerpo, debe ser atribuido a nuestra alma. Art. 4. El calor y el movimiento de los miembros proceden del cuerpo; los pensamientos, del alma. Así pues, como no concebimos que el cuerpo piense de ninguna manera, debemos creer que toda suerte de pensamientos que existen en nosotros pertenecen al alma; y como no dudamos que hay cuerpos inanimados que pueden moverse de tantas o más diversas maneras que los nuestros, y que tienen tanto o más calor (lo que la experiencia muestra en la llama, que tiene en sí misma mucho más calor y movimiento que ninguno de nuestros miembros), debemos creer que todo el calor y todos los movimientos que hay en nosotros, en tanto no dependen del pensamiento, no pertenecen sino al cuerpo. Art. 5. Es erróneo creer que el alma da movimiento y calor al cuerpo. Con lo cual evitaremos un error muy considerable en el que han caído algunos, de suerte que, a mi juicio, es ésta la pr imera causa de que no se hayan podido hasta ahora explicar bien las pasiones y las demás cosas pertenecientes al alma. Ello consiste en que, viendo que todos los cuerpos muertos quedan privados de calor y luego de movimientos, se ha imaginado que era la ausencia del alma lo que hacía cesar esos movimientos y ese calor; y, en consecuencia, se ha creído sin razón que nuestro calor natural y todos los movimientos de nuestros cuerpos dependen del alma, mientras que se debía pensar, al contrario, que el alma se ausenta, cuando el individuo muere, a causa de que cesa ese calor y de que se corrompen los órganos que sirven para mover el cuerpo. Art. 6. Que diferencia existe entre un cuerpo vivo y un cuerpo muerto. Consideremos, pues, para evitar este error, que la muerte no ocurre nunca por ausencia del alma, sino porque alguna de las principales partes del cuerpo se corrompe; y pensemos que el cuerpo de un hombre vivo difiere del de un hombre muerto como difiere un reloj u otro autómata (es decir, otra máquina que se mueve por sí misma), cuando está montado y tiene en sí el principio corporal de los movimientos para los cuales fue creado, con todo lo necesario para su funcionamiento, del mismo reloj, u otra máquina, cuando se ha roto y deja de actuar el principio de su movimiento.
Según Tomas de Aquino, que adopta la tesis de aquellos que llama peripatéticos, "las pasiones moderadas son buenas" 2 . Ésta es una afirmación parecida a la que se encuentra en Descartes en el fin del tratado Las pasiones del alma. Donde concluye que las pasiones "son todas buenas en su naturaleza y que no tenemos nada que evitar sino sus usos malos o sus excesos" 3 .
2004
El vigente. Stephen Voss retorna su argumento principal, la « incapacidad de pensar la unión del cuerpo y del alma », para atribuir a Descartes un platonismo que haría imposible toda ciencia del hombre. 2 Según Vere Chappel, el mismo argumento y la misma conclusión se ratifican en la correspondencia a Elizabeth; el esfuerzo por «explicar la interacción está destinado al fracaso ». Las interpretaciones positivas sobre el proyecto de Las pasiones del alma comparten el planteo del problema, que parte del dualismo substancial, y la premisa por la cual la explicación de la unión es la explicación de la interacción del alma y el cuerpo. La primera, a nuestro entender la más extendida, considera la investigación cartesiana como una psicofisiología, esto es, como la explicación integral de los modos de la sensibilidad en general y de la pasión en particular por las funciones del cuerpo que son sus causas segundas. Esta reducción a la causa eficiente va, en general, a la par con la reducción del valor cognitivo de la pasión a la finalidad vital, la conservación del compuesto, finalidad que es común a todos los sentimientos, en tanto «enseñanzas de la naturaleza» (Meditación Sexta IX-1, 64). El proyecto de una psicofisiología se expresaría en la promesa de la segunda Carta Prefacio a Las pasiones del alma (XI, 326), en la que Descartes anuncia que tratará las pasiones en «physicien », para distinguirse de moralistas y retóricos. Dicha promesa aspiraría a su vez a cumplir la unidad de la filosofía, según el proyecto establecido desde la Carta Prefacio de la versión francesa de Los principios de la filosofía (1647), en la cual, según una imagen escolar, la moral y la medicina son entendidas, junto con la mecánica, como las ramas de un árbol cuyo tronco es la física y la metafísica sus raíces (IX-2, 14). Ahora bien, los sostenedores más serios de esta tesis se enfrentan a un hecho textual bien establecido. Las funciones del cuerpo son explícitamente reemplazadas por un criterio inmanente al alma misma, la referencia del sentimiento al cuerpo o al alma (Pasiones §22). Luego, las funciones corporales no sirven ni a la clasificación de los modos de la sensibilidad, ni a la definición de pasión, en la primera parte de Las pasiones del alma (22-27), ni a la clasificación y definición de 2 «Le grand Arnauld sur la racine et le fruit de l'argument cartésien pour la distinction réelle », en
Trans/Form/Açao, 2015
In this article I analyze Kant’s distinction between feeling (Gefühl) and emotion (Affekt), on the one hand, and emotion and passion (Leidenschaft), on the other. The objective is to show: 1) that by the term “emotion” he understands organic affection, deprived of cognitive content, although preceded and followed by representations; 2) that emotion so understood constitutes for Kant an integral part of “feeling” (Gefühl), by which Kant designates the subjective dimension of experience, in a broad sense, which is not limited to empirical affection; 3) that his negative approach to passion justifies the sharp distinction between emotion and passion introduced in scientific studies of emotion. RESUMEN. En este trabajo se analiza el modo en que Kant distingue entre sentimiento y emoción, por un lado, y emoción y pasión, por otro, para mostrar: 1) que bajo el término “emoción” (Affekt) Kant entiende principalmente la afección orgánica privada de contenido cognitivo, aunque precedida y seguida de representaciones; 2) que la emoción constituye un elemento integral de lo que Kant denomina “sentimiento” (Gefühl), término del que se sirve para designar la dimensión subjetiva de la experiencia en sentido amplio, no limitado a la afección empírica; 3) que su concepción negativa de la pasión justifica la posterior distinción entre emoción y pasión introducida en los estudios científicos.
Dikaiosyne Revista Semestral De Filosofia Practica, 2010
En este trabajo intentaremos explicar cómo las ideas cartesianas sobre la generación y funcionamiento de las pasiones están presentes en la teoría musical del período barroco así como en las obras musicales de su tiempo, haciendo del tratado de Las pasiones del alma una importante referencia en la investigación de los procedimientos conocidos como la Teoría de los afectos.
Pensamiento Revista De Investigacion E Informacion Filosofica, 2008
RESUMEN: Descartes comprendió que son las pasiones las que mueven en el mundo. Su sueño fue pensar que podrían ser gobernadas por la razón. Lejos de analizar las pasiones, al modo de la Teología de la época, la mirada de Descartes es la de un antropólogo que trata primero de definir y después de describir su complejo mecanismo. Le interesa su funcionamiento y su organización mecánica, pues el control de las pasiones debe brotar del interior propio individuo. Una muestra del papel que la razón desempeña en el control de las pasiones, se ilustra en el análisis que Descartes hace de la piedad o compasión. Descartes insiste en que hay que actuar sólo después de haber discernido racionalmente, de ahí que en el caso de la compasión, se alinee con los críticos de este sentimiento que contará con Nietzsche como su más feroz portavoz.
Veritas, 2011
La hipótesis del presente estudio es que las meditaciones morales de Descartes incluyen una doctrina de las pasiones del alma y una concepción de la vida, ambas intrínsecamente vinculadas. Nuestro propósito será entonces: Primero, mostrar que tras el análisis del corpus cartesiano es posible reconstruir aspectos centrales de su meditación moral: que su meditación moral incluye una doctrina innovadora de las pasiones. Segundo, mostraremos que para Descartes ethos y pathos están vinculados; que este vínculo se hace explícito en sus ideas del conocimiento práctico, esto es, de una praxis que se identifica con el «ejercicio de la virtud» y del «vivre heureusement». Tercero, concluimos respondiendo a la pregunta ¿Dónde descansa la moralidad en Descartes? ¿Es para él un asunto de la pura razón? ¿Un asunto más allá de la pura razón? ¿Uno de conceptos, de juicios, de carácter, de educación, de acción y conocimiento práctico o uno de propiedades intrínsecas de las cosas o propiedades de los agentes humanos, o bien de una cierta conexión entre varios de estos? Palabras clave: Descartes, meditaciones morales, pasión.
Revista de Filosofía, 2019
Abstract. We pose this problem: Descartes responds to Voetius’ irrational accusation by resorting once, on his own initiative, to Gospel, an interpretation that reviews the laws of charity as akin to the laws of natural friendship governing pastor and teacher roles. We propose that the Letter be a legal argument. Descartes has no interest in theological virtues: facing irrationality, he delves into private law to prove that Voetius is not a true teacher, or a true pastor, and encroaches on the function of judge. Keywords. Descartes; friendship; love; private law; public law; irrationality. Resumen. Planteamos el problema siguiente: Descartes contesta la acusación irracional de Voetius interpretando, excepcionalmente, los Evangelios y afirma que las leyes de caridad son afines a las leyes mde la amistad natural que rigen las funciones del pastor y del profesor. Proponemos que Descartes excluye el examen de las virtudes teologales e incursiona en el derecho privado y civil para probar que Voetius no es un verdadero profesor, ni un verdadero pastor, y usurpa las atribuciones del juez. Frente a la irracionalidad, la búsqueda de la verdad se despliega en el alegato jurídico. Palabras clave. Descartes; amistad; amor; derecho privado; derecho público; irracionalidad
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Descartes: controversias sobre cuerpo, sensibilidad y alma, 2019
REVISTA DE FILOSOFIA UCSC, 2024
Arxiu de Textos Catalans Antics , 21 (2002): 778-779, 2002
Acta classica Universitatis Scientiarum Debreceniensis, 2000
Escritos / Medellín-Colombia / Vol. 27, N. 59 / pp. 198-221 julio-diciembre, 2019 / ISSN-e: 2390-0032, 2019
Kriterion: Revista de Filosofia, 2012