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La raza cómica

Llegamos tarde al reparto de la modernidad." 1 Nos tocó ser descubiertos, como la pobre Aleteia, una pobre doncella esperando aislada en una casa griega, aguardando desesperada que alguien se dignara quitarle el velo que traía encima. Pues somos esto: esta belleza abandonada, estas ruinas magníficas esperando que alguien las descubra, les dé realidad y valía. Somos este abandono que no sabe lo que vale, que piensa que sólo vale si está -como el penacho de Moctezuma -expuesto en Berlín y avalado por un especialista…de otro país por supuesto. Aquí no valemos nada. Aún cuando poseamos todos los talentos, si no hay alguien que los cace y los compre, es como si no existieran. Y si nadie nos ve y nosotros nos ignoramos como cultura no podemos quedarnos con los brazos cruzados. No podemos darlo por hecho y seguir acostumbrándonos a ello. Debemos indagar en torno a los orígenes de este estado de cosas y de la mentalidad que lo perpetua con tal de cambiarlo. Es esta una necesidad urgente e imperiosa porque nos concierne no sólo a los que nos gusta reflexionar sobre estas cosas, sino a toda la población en general. No es sólo nuestra identidad la que está en juego, sino nuestra vida cultural. Sería incalculable la pérdida que significaría el olvido y el abandono de nuestra cultura indígena originaria, como considero que efectivamente está sucediendo ahora. Porque si no sabemos lo que fuimos, lo que fueron nuestros ancestros, eso es tanto peor para nosotros, pues alguien que ignora su pasado -un amnésico-no tiene identidad, personalidad ni ser. No es nadie, no es más que un loco que intenta vivir en el presente sin poder memorizar los datos mínimos que le permitan sobrevivir en su entorno. De esto se trata pues, de nuestra sobrevivencia como cultura única que tiene algo valioso y propio qué aportarle al resto de la humanidad.