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TERCERA LLAMADA, 1997
Después de la novela Los Artificios del Agua Turbia y el romanticismo de los cuentos reunidos en El Motivo de Benjamín, Mario Pérez Aguilar nos regala la alegría de esta comedia llena de voces, en la que el personaje principal, el tío Manuel, simboliza la brecha generacional de nuestra sociedad, y constituye el parte aguas entre las ideas decimonónicas de mediados de siglo y las nuevas corrientes de pensamiento sobre la moral y el sexo entre los jóvenes de los noventas. La conciencia, en su caracterización más abstracta, es quien toma la batuta en este concierto de voces que, evocadas por Mario Pérez a través de su lenguaje sencillo y directo, como si su imaginación se divirtiera, llevan al lector a situaciones de confusión, en las que no sabrá a ciencia cierta si navega entre las líneas de la novela o se encuentra en la butaca de un teatro, leyendo y escuchando el cúmulo de voces que surgen por todas partes, en una sensación constante de estar participando en la vida de los protagonistas.
Advocatus, 2018
En el espacio funcional de la democracia liberal ha venido primando con mucho vigor la praxis del “capitalismo salvaje”, una tesis económico-política que pugna por consolidar a toda costa el incremento de los valores bursátiles vinculados a los inversionistas más poderosos; sin parar mientes acerca de la ruina de los pequeños empresarios y la pauperización creciente de las mayorías poblacionales. Es de esta forma que la macroeconomía de ciertos países emergentes “crece” formalmente en los guarismos estadísticos, al tiempo que, en patético contraste, se ahonda la desigualdad real entre los pocos que tienen mucho y los muchos que no tienen nada.
ensayo sobre la planeacion estrategica del capital humano
Literaturas y Conurbanos Las literaturas populares: materiales, poéticas y políticas
Até los dos cabos a un gancho que había por dentro de la ventana. Apareció mi padre y, como de costumbre, los jinetes se precipitaron a su encuentro. Sólo cinco de ellos. El sexto quedó atado a la ventana. Gritaba que los demonios se habían apoderado de él. Se le soltó el cinturón y, en la algarabía que se formó, logré huir inadvertido. Luego me divertía extraordinariamente diciéndole: "¡Así, que tampoco tú, Ne-tuk, sabes montar! De las veinticuatro horas del día, nos pasábamos dieciocho despiertos. Eran unos días de trabajo intensivo. Los tibetanos creen que es una insensatez dormir mientras hay luz natural, pues los demonios del día podrían llevárselo a uno. Incluso los bebés han de estar despiertos para que los demonios no puedan atacarlos. Y ha de cuidarse de que los enfermos no se duerman durante el día. Un monje se encarga de mantenerlos despiertos mientras hay luz natural. Nadie se libra de esto; ni siquiera los moribundos, a los que hay que tener despiertos a partir del alba y hasta bien anochecido. El caso de los moribundos es especialmente peligroso, pues si se durmiesen de día, poco antes de morirse, no podrían encontrar el camino que, cruzando las tierras fronterizas, les conducirá al otro mundo. En las escuelas nos hacían estudiar idiomas: tibetano y chino. El tibetano no es únicamente nuestro idioma patrio, sino dos distintos: el ordinario y el honorífico. Empleábamos la lengua vulgar para dirigirnos a la servidumbre y a otras personas de clase baja, y el honorífico para hablar con personas de nuestra misma o superior condición social. Es más: ¡al caballo de un noble había que hablarle en estilo honorífico! Uno de nuestros criados, al encontrar a nuestro aristocrático gato en el patio, debía dirigirse a él de este modo: " Querría dignarse el honorable Minino venir a beber esta indigna leche?" Por supuesto, era inútil emplear el tratamiento si el honorable Minino prefería quedarse donde estaba. Nuestra escuela era un local muy espacioso. En tiempos había servido de refectorio para los monjes que nos visitaban, pero desde que terminaron la reconstrucción de la casa, convirtieron aquella estancia en escuela del Estado. Asistíamos a las clases por lo menos sesenta niños. Permanecíamos sentados en el suelo con las piernas cruzadas y también en un banco muy largo y muy bajo. Nos sentábamos dando la espalda al maestro para que no pudiéramos saber cuándo nos estaba mirando. Nos hacía trabajar sin perder un minuto. El papel tibetano está hecho a mano y es muy caro, demasiado para dárselo a un niño. Por eso usábamos pizarras. Nuestros "lápices" eran tizas duras que podían encontrarse en los montes Tsu La, que dominaban a Lhasa con sus 3.700 metros. Y Lhasa está a su vez a casi 3.700 metros sobre el nivel del mar. Yo procuraba encontrar tizas de color rojizo, pero a mi hermana Yaso le gustaban muchísimo las de color morado. Podíamos obtener una variada gama de colores: rojos, amarillos, verdes, azules, con gran riqueza de matices. Creo que algunos de los colores se debían a la presencia de unos yacimientos metálicos en la base de tiza suave. La verdad es que la aritmética me fastidiaba. Si setecientos ochenta y tres monjes bebían cada uno cincuenta y dos copas de tsampa al día, y cada copa contenía cinco octavos de medio litro, ¿qué tamaño debía tener la vasija necesaria para la provisión de una semana? Mi hermana Yaso resolvía estos enigmas con asombrosa facilidad. Yo no era tan listo. En cambio, me vi en lo mío en cuanto empezamos a tallar en madera. Esto me gustaba y lo hacía bastante bien. En el Tíbet se hace toda la impresión con planchas de madera grabada. De ahí que el arte de labrar la madera tuviese una buena salida. Pero a los niños no nos permitían gastar madera, que estaba muy cara y había que traerla de la India. La madera tibetana era demasiado basta y carecía de la adecuada granulación. Usábamos una especie de piedra pómez que se podía cortar fácilmente con un cuchilo bien afilado. ¡Y a veces empleábamos queso rancio de yak! Lo que nunca se dejaba de hacer era recitar las Leyes. Teníamos que decirlas en cuanto entrábamos en la escuela y al terminar la clase, para que nos permitieran marcharnos. Estas leyes eran:
Las actividades de orden antropogénico están estrechamente ligadas a dos importantes sectores productivos del país, los cuales son: el calzado y la marroquinería, que se asocian con la generación y polución de metales pesados a los diferentes componentes de la ecosfera como lo son la atmosfera, la litosfera y la hidrosfera . Consecuentemente distintos procesos químicos y físicos con elementos traza comprometen la vida en los ecosistemas presentes en la hidrosfera y la calidad del recurso hídrico a diferentes estratos de la columna de agua; actualmente se regulan los niveles de contaminantes en las fuentes hídricas superficiales, pues el sobrepaso de los limites ponen en riesgo la sostenibilidad y progreso de las sociedades humanas. Complementariamente los estándares de seguridad hídrica se basan en el acceso confiable al recurso hídrico y se determina tanto por factores y por parámetros que son establecidos con la presencia excesiva de contaminantes tanto biológicos, químicos y físicos (Ramírez M., 2009).
¿Estoy escribiendo para informar, opinar, analizar, proponer, comparar, recomendar?
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ALTER Nº4, Traducción y tópica psíquica, 2009