“Juan José Millás: La realidad y el delirio” in (En)claves de la transición. Una visión de los Novísimos. Prosa, poesía, ensayo. Edited by Elide Pittarello and Enric Bou. Iberoamericana Vervuert Verlag, 2009.
Juan José Millás (Valencia, 1946) publica su primera novela, Cerbero son las sombras en 1975. En los años siguientes publica Visión del ahogado (1977) y El jardín vacío (1981), y a continuación, Papel mojado (1983) y Letra muerta (1984). Estas cinco novelas son el objeto de un conocido ensayo de Gonzalo Sobejano dentro del volumen editado en 1987 por Ricardo Landeira y Luis T. González-del-Valle, Nuevos y novísimos: Algunas perspectivas críticas sobre la narrativa española desde la década de los 60. El ensayo de Sobejano, titulado "Juan José Millás, fabulador de la extrañeza" dice de ellas que son "edificios poemáticos destinados a memorable supervivencia" (Sobejano 1987: 214), y su lectura de las obras dará la pauta para cualquier estudio que se haga de ellas de ahí en adelante. Las características que de acuerdo a Sobejano unifican estas cinco novelas son el ambiente de pesadilla angustiosa; la extrañeza (entendida como una versión de lo siniestro, aquello que es familiar y extraño a un tiempo), así como la extrañación, "el efecto enajenador del mundo descrito sobre la conciencia que vive o describe ese mundo" (1987: 196). Visión del ahogado, en concreto, se ha interpretado como un trasunto de ese momento en la historia reciente de España que marca la transición de la dictadura a la democracia 1 . Sobejano dice que los protagonistas de la novela "[s]on los desplazados del 60, con su vaivén de la apatía a la anarquía, los que atestiguan el franquismo avanzado, ya marchito y extenuante, en que se formaron o deformaron. Y la novela capta muy bien ese ritmo de angustia de una juventud incapaz de mejorar" (1987: 208, énfasis en el original). Sobejano usa una cita de la novela que ilustra bien esa angustia. Así, en palabras de Jorge, uno de los tres protagonistas: 'Pasan los años sin que nada, bueno o malo, madure en mí. No soy peor ni mejor que aquel adolescente insoportable. Ni siquiera soy distinto. Me parece que no tengo acceso a nada. Me parece que todo esto ya estaba previsto" (Millás 1977: 212). Más recientemente Brad Epps ha vuelto a la novela para interpretarla como una representación de la actitud de desencanto que cristaliza ya en los últimos años del franquismo. Señalando la ausencia en la novela de referencias a hechos políticos o históricos concretos Epps sugiere que el texto de Millás es una pequeña historia sobre seres pequeños, quizá mezquinos, cuyas vidas transcurren y se relatan sin ningún asomo de grandeza ni heroismo, sin posibilidad alguna de redención (Epps 2001: 30). Por otro lado, Epps señala que, en contraste con versiones más celebratorias que proliferarán en los primeros años de la democracia, el ambiente reflejado en la novela de Millás "does not bring to mind the Movida, or the Destape; it does not represent something wild, ecstatic, glamorous, campy, or kitsch. Instead, it stays with what has not quite changed: the routines of daily work, the presence of the police, the eyes and ears of others" (2001: 32). Al hablar de su novela de 1977 en una entrevista reciente Millás corrobora estas lecturas: "Mi intención [al escribir Visión del ahogado] fue comentar la transición sin nombrar la dictadura y de hecho creo que ese recurso