La vinculación transpacífica colombiana es menor que la impulsada por otros países latinoamericanos. El problema fundamental que incide en la falta persistente de visibilidad de la región asiática en la política exterior del país radicaría en el hecho que el diseño y la práctica de su inserción internacional siguen ceñidos a los intereses coyunturales del ejecutivo, y no a la expresión del acuerdo de todos los grupos de interés; es decir, la administración pública soporta una deformidad estructural en sus mecanismos de proyección hacia afuera, dado que en el sistema de toma de decisiones y la asignación de recursos es nula la injerencia de las regiones, los sindicatos, los pequeños productores y los grupos étnicos minoritarios. Sin embargo, el peso cada vez mayor de Asia oriental en los asuntos mundiales es de tal magnitud que cada vez es menos probable que pase desapercibido para los gobiernos adscritos a otros centros de poder; en el caso colombiano, el escenario inmediato tiende a ser difuso por la pérdida de control estadounidense de algunas variables del poder mundial, como lo son las finanzas y ciertas ramas industriales, junto a la erosión del apoyo incondicional que el ejercicio de su hegemonía recibió hasta ahora de países clave, como Japón.