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Biologia del emocionar

2011, La biología del emocionar

Abstract

La comunidad científica no descubrió hasta muchos años más tarde, en la década de 1960, los neurotransmisores que impactan al cerebro. Sesenta años después, Dice (Punset, El viaje a la felicidad, nuevas claves científicas, 2010): casi he comprendido la clave biológica de aquel acontecimiento, aunque —como dice la psicóloga y escritora Sue Gerhardt—sus cimientos se construyan, sin que nos demos cuenta, durante los nueve meses del embarazo y los dos primeros años de vida. Es entonces cuando se modula el cerebro social y se establecen tanto la forma como los recursos emocionales de una persona. Es genético, sí; pero no únicamente. Lleva su tiempo admitir—nunca pensé a este respecto en el verbo' resignarse', porque ello implicaría que la posible alternativa era mejor: ¿mejor en qué?—que no elegí a mis padres, ni la dirección de las fuerzas colosales, más potentes que los movimientos de las capas tectónicas, que iban a desencadenar mis flujos hormonales y, en definitiva, mi carácter potencial para toda la vida.