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* Lo que hace que un ser sea él mismo y no otro, su unicidad radical y constitutiva como individuación del Ser.
El Trujamán: Revista diaria de traducción (Madrid: Instituto Cervantes) , 2012
Blur, el grupo pop británico, publica, en plena efervescencia del activismo contra la invasión de Iraq, la canción «Out of time», que se acompaña de un vídeo pacifista. El toque oriental, digámoslo así, lo pone un conjunto de músicos marroquíes, cuya contribución se hace muy manifiesta al final de la canción.
América Latina presenta, a inicios del siglo XXI, un cuadro extendido de lo que podríamos llamar "pobreza paradojal". Las altas cifras de pobreza (44% de pobreza, 19,4% de pobreza extrema, CEPAL 2003) no se corresponden con la privilegiada dotación de recursos naturales y ni siquiera con los niveles de Producto Bruto y Producto Bruto per cápita. Se trata de la paradoja de amplios niveles de pobreza en medio de la riqueza potencial. Véase el caso de las tres principales economías de la región. Brasil ocupa el puesto número ocho en el mundo en Producto Bruto Interno anual y el 58 en Producto Interno per cápita. Sin embargo, en expectativa de vida y analfabetismo su lugar es el número 108 y en mortalidad infantil el 113. México es la duodécima economía del mundo en Producto Bruto Interno y la 57 en Producto Interno per cápita, pero la número 64 en expectativa de vida, la 92 en analfabetismo y la 108 en mortalidad infantil. Argentina es una de las mayores potencias alimentarias del planeta. Está entre los cinco primeros países del mundo en producción y exportaciones de una larga serie de alimentos básicos como la soja, el trigo, la carne y otros. En el año 2002 exportó alimentos que podrían abastecer a 330 millones de personas. Su población es de sólo 37 millones. Sin embargo, 1 de cada 5 niños del Gran Buenos Aires tiene problemas de desnutrición, y la tasa es mayor aún en algunas de las provincias pobres del norte.
Definición: Roca Carbonatada es aquella que está formada por más del 50% de minerales carbonatados (aragonito, calcita alta en Mg, calcita baja en Mg, dolomita, otros).
En español usamos el verbo ser teniendo en cuenta la naturaleza de la palabra que le sigue: 1. Ser + nombre atributo Ejemplo: Juan es el hijo de Pedro. La vaca es un mamífero. 2. a) Ser + pronombre Ejemplo: Mi casa es ésta. Este libro es tuyo. La nieta de Juana soy yo. b) Ser + preposición + pronombre Ejemplo: Este regalo es para ti. 3. Ser + infinitivo Ejemplo: Lo importante es tener buena salud. Es malo fumar tanto. 4. Ser + cifra (número) Ejemplo: Éramos treinta en el aula. 5. Ser + participio pasado si voz pasiva Ejemplo: Este cuadro fue pintado por Velázquez. 6. Ser en la expresión impersonal: es + adjetivo + que Ejemplo: Es imposible que te vayas ahora.
La tecnología tiene un lugar principal en nuestra cotidianidad, nos imanta, atrapa y envuelve en un seductor descubrimiento colectivo del mundo. La tecnología como experiencia sensible nos fascina, y por ello se revela como un imán mágico, un tótem que nos pone en relación con los demás. Vivir este viaje colectivo sin que sea efecto de un proyecto, hace posible la errancia 1 como trayecto de descubrimientos. La dimensión virtual y tecnológica abre espacios, sitios donde 1 Se utiliza el sufijo ancia debido a que forma sustantivos abstractos e indica acción y resultado, como estancia, ambulancia y vagancia. En el contexto de este artículo con la palabra errancia nos referimos a las acciones sin fin preestablecido, es decir, a las experiencias sensibles emergentes en los encuentros entre las personas. Roberto M. Falcón, Ser el sitio, infografía, 2014. dialogar, expresarse, perderse y encontrarse es posible. La tecnología como superficie virtual, es una fuente viva de cultura emergente, que evidencia la existencia de una activa realidad relacional. Nuestras sociedades se extienden en los espacios virtuales, entendidos como un territorio finito de infinitos recorridos.
La conferencia que sigue precisa un breve prólogo. Si en este momento nos fuesen mostrados en su original dos cuadros: la acuarela «Santos desde una ventana» y la témpera sobre arpillera «Muerte y fuego», que Paul Klee pintó el año de su muerte, nos gustaría quedar mirándolos un rato largo... abandonando toda pretensión de entenderlos de inmediato. Si en este momento pudiese sernos recitado, y por el propio poeta Georg Trackl, su poema «Séptuple cántico de la muerte», nos gustaría volver a escucharlo una y otra vez, abandonando toda pretensión de entenderlo de inmediato. Si en este momento quisiera Werner Heisenberg exponernos un resumen de sus pensamientos de física teórica en torno a la fórmula del mundo por él buscada, a lo mejor pudieran seguirle, tal vez, dos o tres de los oyentes, pero los demás abandonaríamos sin rechistar toda pretensión de entenderlo de inmediato. No es ése el caso del pensar llamado filosofía. Pues éste debe proporcionar «sabiduría mundana», cuando no, incluso, una «guía para la vida feliz». Pero bien pudiera haber venido a parar hoy un pensar semejante a una situación en la que fuesen menester reflexiones largamente distantes de una útil sabiduría de la vida. Puede que haya llegado a ser perentorio un pensar que se halle forzado a cavilar sobre aquello de donde reciben su determinación incluso las pinturas y la poesía y la teoría físico-matemática recién mentadas. También aquí tendríamos que abandonar, entonces, toda pretensión de entender el asunto de inmediato. Mas en este caso, sin embargo, sería ineludible que nos aprestásemos a escuchar, pues se impone la tarea de un pensar que se adelante a recorrer lo que se resiste a ser explorado. De ahí que no deba ni sorprendernos ni maravillarnos que esta conferencia escandalice a la mayoría de los asistentes. Si algunos, empero, se sienten, ahora o más tarde, estimulados por ella para una reflexión ulterior, es cosa que no se deja precisar. Algo se impone decir acerca del intento de pensar el ser sin tomar en consideración una fundamentación del ser a partir de lo que es, de lo ente. El intento de pensar el ser sin lo ente se torna necesario, pues en caso contrario no subsiste ya, a mi parecer, posibilidad alguna de traer con propiedad a la mirada el ser de aquello que hoy es en todo el derredor del globo terráqueo, y menos aún de determinar suficientemente la relación del hombre con aquello que hasta ahora llamamos «ser». Valga esto de mínimo aviso para la escucha. No se trata de prestar oídos a una serie de proposiciones enunciativas, sino de seguir la marcha de lo que se va indicando. *** ¿Qué es lo que da ocasión a nombrar conjuntamente tiempo y ser? Desde el alba del pensar occidental europeo hasta hoy, ser quiere decir lo mismo que asistir o estar presente. Desde el estar presente, desde la presencia o asistencia, nos habla ese modo verbal, el presente, que, de acuerdo con la representación usual, constituye con el pasado y el futuro la característica del tiempo. El ser es determinado como presencia por el tiempo. Que así sean las cosas pudiera ser 1 Traducción de Manuel Garrido, publicada por Editorial Tecnos, Madrid, 2000 ya suficiente para que se suscitase en el pensar una permanente inquietud. Inquietud que sube de punto tan pronto como nos aprestamos a reflexionar en qué medida se da esta determinación del ser por el tiempo. ¿En qué medida? Esto implica los siguientes interrogantes: ¿por qué motivo, de qué manera y desde dónde habla en el ser algo así como el tiempo? Todo intento de pensar suficientemente la interna relación de ser y tiempo con ayuda de las usuales e imprecisas representaciones de tiempo y ser queda enredado al punto en una inextricable madeja de referencias que apenas han sido aún pensadas a fondo. A1 tiempo lo nombramos al decir: Cada cosa tiene su tiempo. Lo que con ello se mienta es: Todo lo que en cada caso es, cada ente, viene y va en el tiempo que le es oportuno y permanece por un tiempo, durante el tiempo que le ha sido asignado. Cada cosa tiene su tiempo. Pero ¿es el ser una cosa, una cosa real y concreta? ¿Es o está el ser, igual que un ente cualquiera, en el tiempo? ¿Es, en general, el ser? Si lo fuera, entonces es innegable que tendríamos que reconocerlo como algo ente, y, en consecuencia, encontrarlo como un tal entre los demás entes. Esta sala es. La sala está iluminada. A la iluminada sala la reconoceremos sin más y sin reserva como algo ente. Pero ¿dónde, en toda la sala, encontramos al «es»? En ningún lugar entre las cosas encontramos al ser. Toda casa real y concreta tiene su tiempo. Pero ser no es ninguna cosa real y concreta, no es o está en el tiempo. Y, sin embargo, el ser como estar presente, como presente actual, sigue estando determinado por el tiempo, por lo temporal. A lo que es o está en el tiempo y es así determinado por el tiempo, se lo llama lo temporal. Cuando un hombre muere y es arrebatado de las cosas de este mundo, decimos: se ha cumplido su tiempo. Lo temporal quiere decir lo pasajero, lo que pasa o perece con el curso del tiempo. Nuestra lengua dice con aún mayor precisión: lo que pasa con el tiempo. Porque el tiempo mismo pasa. Y sin embargo, mientras pasa constantemente, permanece como tiempo. Permanecer quiere decir: no desaparecer y, por tanto, estar presente. De este modo resulta el tiempo determinado por un ser. ¿Cómo entonces debe seguir el ser estando determinado por el tiempo? Desde la constancia del pasar del tiempo, habla el ser. Y, sin embargo, en ningún lugar encontramos al tiempo como ente alguno igual que una cosa real y concreta. El ser no es ninguna cosa real y concreta, y por tanto nada temporal, mas es, empero, determinado como presencia por el tiempo. El tiempo no es ninguna cosa real y concreta, y por tanto nada ente, pero permanece constante en su pasar, sin ser él mismo algo temporal como lo ente en el tiempo. Ser y tiempo se determinan recíprocamente, pero de una manera tal que ni aquél -el ser-se deja apelar como algo temporal ni éste -el tiempo-se deja apelar como ente. A1 cavilar sobre todo esto, nos sorprendemos vagando erráticamente entre enunciados contradictorios. (Para tales casos la filosofía conoce una vía de escape. Se deja estar a las contradicciones y hasta se las agudiza y se intenta conciliar lo que se-contradice, y es por tanto inconciliable, en una unidad más amplia. A este procedimiento se lo llama Dialéctica. Suponiendo que enunciados mutuamente contradictorios sobre el ser y sobre el tiempo se dejasen poner en regla por una unidad que los sobreabarcase, ésta sería, ciertamente, entonces una vía de escape, a saber, un camino que se desvía de las cosas y de la índole o condición natural de ellas, porque no se compromete ni con el ser como tal, ni con el tiempo como tal, ni con la relación interna que uno y otro guardan entre sí. De paso queda totalmente excluida la pregunta de si la relación entre ser y tiempo es una mera referencia externa, que se deja ulteriormente producir por la yuxtaposición de ambos, o si la conjunción «ser y tiempo» nombra una condición natural de la cosa, tan sólo a partir de la cual resultan tanto el ser como el tiempo.)
1.-Todo el ser proviene por participación causal del Ser o Existencia a se o divina. Fuera y con independencia de la Existencia divina sólo es la nada o, mejor todavía, no hay ni puede haber nada, ya que aquella Existencia por su concepto mismo es infinita y realiza toda perfección.. 2.-El ser finito en su esencia y existencia sólo puede ser como distinta y fuera de esa Existencia divina, esencialmente infinita; pero sólo puede ser también por participación y
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El Diluvio Universal, Vol. I (Bubok), 2016
FIDES Revista de Filosofia do Dereito, do Estado e da Sociedade, v. 5, n. 2, 2014, pp. 118-138, 2014