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Ciertos aspectos limitados de la patología psicosomática del niño nacen y se organizan en las condiciones de la carencia afectiva y de la frustración. Sin olvidar los otros que no son siempre anodinos: ante la patología de la carencia hay la del exceso, la sobreexcitación, la sobreestimulación, la incoherencia, en la que figura una buena parte de los trastornos funcionales de la niñez" Leon Kreisler, 1981 J. Cornellà i Canals Centre Mèdic i Psicopedagògic VÈRTEX. Girona Resumen Palabras clave Abstract Key words Pediatr Integral 2008;XII(9):889-898
interrelacionados. Esta situación nos sugiere estar preparados constantemente para trabajar con la incertidumbre y la necesidad de implementar abordajes terapéuticos que integren las diferentes dimensiones de la subjetividad. A través de esta exposición temática se procuró dar cuenta de la importancia que poseen los diversos contextos socio-culturales y lingüísticos en el proceso de socialización del ser humano desde su nacimiento, organizando de esta manera su psiquismo en continua interacción con el medio ambiente humano al cual pertenece. Cabe añadir que en el transcurso del presente trabajo, y por los límites del mismo, no fueron abordados convenientemente conceptos importantes que suelen ser objeto de variadas investigaciones en ciencias sociales, tales como: multiculturalidad, diversidad cultural, entre otros; estos conceptos son relevantes para abordar la temática del desarrollo psicosocial y de la clínica actual de una manera más integral.
INTRODUCCIÓN • Tema difícil: por la serie de tabúes. Porque constituye algo " pecaminoso ". • Constituye integración de diversos Factores psicológicos, somáticos, culturales, antropológicos • Factores Psicológicos de la sexualidad son: • Identidad sexual: Se refiere a los órganos sexuales externos e internos, a las gónadas masculinas y femeninas, a las hormonas. Tiene que ver más con el aspecto biológico tanto externo como interno. Con los caracteres secundarios. • Identidad genérica: Se refiere al sentido de feminidad o masculinidad. Se dice que a los 3 años ya el ser humano sabe si es varón o mujer. Tiene que ver también con patrones culturales, patrones familiares, como nos tratan nuestros padres desde que nacemos ya sea varón o mujer. El rol sexual: es todo lo que uno hace o dice para demostrarse a sí mismo y a los demás que es hombre o mujer; y este rol sexual es el correlato intrapsiquico de lo que conocemos como identidad genérica. • Orientación sexual: Es el objeto a la cual una persona tiene cierta atracción por ejemplo: homosexuales tiene atracción por el mismo sexo, heterosexuales tiene atracción por el sexo opuesto, bisexual tiene atracción por ambos sexos. • Conducta sexual: la sexualidad no solo es una conducta instintiva, va más allá. Para psicoanalistas son básicos dos instintos: tanatos (muerte) y la sexualidad para ellos nuestra forma de ser, personalidad y lo que somos tiene que ver con estos dos instintos. RICOEUR (1960): Dice que la sexualidad es el sitio donde van a ir todas nuestras dudas, dificultades, nuestras, alegrías, penas (definición filosófica).
Los tratamientos psiquiátricos suelen dividirse en dos tipos: biológicos y psicoterapéuticos.
La amplia diversidad de orientaciones incluidas dentro de lo que hemos dado en llamar el enfoque conductual y el tiempo transcurrido desde su inicio en la década de los 50 hace que la lista de características que puedan presentarse en una definición descriptiva sea, por un lado, amplia en exceso y, por otro, difícilmente exhaustiva. Por consiguiente, la vía descriptiva no logra con facilidad una delimitación clara del ámbito propio del enfoque conductual. Por otro lado, como diremos más adelante, esta posible estrategia de presentación del campo preintuye el constructo que pretendemos delimitar y, en cierta medida, se convierte en una estrategia prescriptiva. La cuestión implícita en este apartado es si las distintas orientaciones o paradigmas, como algunos prefieren llamarlas, insertos en la Terapia de Conducta pueden incluirse en un sólo paradigma amplio que haga justicia a todas y cada una o tienen que ser presentadas formando diferentes paradigmas. en su ensayo crítico sobre las psicoterapias distingue dentro del enfoque que nosotros llamamos conductual el paradigma de Terapia de Conducta antiguo, el Nuevo Conductismo, que identifica con el enfoque Contextual del Análisis de Conducta y el paradigma de la Terapia Cognitiva.. Nosotros hemos preferido, de entrada, referirnos a un paradigma que hemos llamado Paradigma Conductual e incluir en él no sólo a la Terapia de Conducta que Erwin llama 'Paradigma Antiguo' y al Nuevo Conductismo sino también a la Terapia Cognitiva tradicional y a las Terapias Constructivistas, aunque, en este caso, será preciso hacer ciertas precisiones en su momento. Hemos utilizado para referirnos a este paradigma amplio los términos Paradigma Conductual porque incluyen menos connotaciones que el de Terapia de Conducta. Con esta denominación queremos significar de entrada que distinguimos entre teoría conductista y teoría conductual en correspondencia con la distinción de entre conductismo ideológico y conductismo pragmático. La esencia de la distinción está en que mientras la teoría conductista atiende directamente sólo a las situaciones y conductas observables, la teoría conductual acepta tratar con pensamientos y sentimientos, en la medida en que éstos estén firmemente ligados a situaciones y conductas observables. Los términos Terapia Conductual vienen siendo utilizados entre otros por Hallam (1987) para referirse a aquellas teorías que defienden que las observaciones conductuales son, de hecho, la base de la que se infieren los constructos y, a partir de las cuales, posteriormente, se comprueban. Esta exigencia de lo que es conductual permite abarcar tanto posicionamientos afines al aprendizaje por condicionamiento como al aprendizaje cognitivo. Otra nota definitoria de este enfoque o paradigma conductual es, como dice Martin (1987), tener como objetivo de la terapia el cambio de conducta. Erwin (1997) responde a Martin que es falso decir que los terapeutas de conducta pretendan modificar sólo la conducta y que por tanto no es correcto el intento de señalar este objetivo como una nota definitoria del paradigma conductual. Considera Erwin que el terapeuta que, por ejemplo, pretende apartar a un paciente de sus pensamientos obsesivos no está intentando cambiar sólo su conducta sino también su estado mental. Esto es cierto pero, como dice Yela (1980), en la psicología parece haber quedado del conductismo, tal vez de forma definitiva, el desplazamiento del acento verificador desde la conciencia privada a la conducta patente, de modo que todas las corrientes psicológicas actuales, en la medida en que pretenden contribuir a la elaboración de una ciencia positiva, admiten que, cualquiera que sea la fuente de sus datos e hipótesis, y cualesquiera que sean sus recursos y campos de verificación, la piedra de toque final e insustituible ha de ser, en último término, la conducta del ser vivo como actividad pública y repetiblemente observable del sujeto. En este sentido tomamos la nota definitoria que sugiere Martin. Esta llamada en último término a la conducta observable como anclaje sólido del enfoque que propugnamos no nos impide reconocer y ver las dificultades del intento de buscar un paradigma común en el que incluir un conjunto de orientaciones diferentes. Estamos de acuerdo con Fishman (1988) cuando sugiere que el dilema definicional de la Terapia de Conducta resulta del hecho de que, como muchas áreas en las ciencias sociales, se compone de series de dominios coincidentes sólo en parte. Esta idea se representa en los cinco círculos de la FIGURA 1.1.
El concepto de Patología Psicosomática está íntimamente unido a los de procesos psicopatogenéticos en medicina y al de enfermedad psicosomática. Como al primero de ellos se dedica un amplio estudio en otro lugar (González de Rivera, 1980), es pertinente delimitar aquí lo que se entiende por enfermedad o trastorno psicosomático. Es difícil sostener hoy en día la existencia de entidades morbosas discretas y netamente diférenciables, susceptibles de constituir para la patología psicosomática lo que las enfermedades renales o circulatorias, por ejemplo, constituyen para la patología médica. Sin embargo, la expresión continúa usándose, en ocasiones de manera confusa o contradictoria. Del análisis global de la literatura actual al respecto, es posible extraer, al menos, cinco acepciones diferentes de enfermedad o trastorno psicosomático.
Introducción Marconi (1970) propuso una definición de psicosis en base a lo que él llamó su "Teoría Estructural de las Psicosis". Esta teoría es ordenadora y didáctica, y por eso la emplearemos para introducirnos al tema. Para Marconi, la psicosis es una "mutación insólita y productiva de la conciencia de realidad" (Marconi, 1970). La conciencia de realidad es el modo en que los seres humanos dan cuenta de lo que consideran real. Tiene un origen eminentemente cultural por lo que varía de una cultura a otra, pero necesita un cerebro con todas sus funciones, un cerebro integrado a un cuerpo. Que sea una "mutación insólita" significa que no se espera que ocurra, como sí se espera que la conciencia de realidad vaya variando desde las etapas infantiles hasta las adultas. Todos hemos sido actores y testigos de cómo las cosas cambian su realidad a medida que crecemos, o a medida que vemos crecer a los niños. Cómo, por ejemplo, personajes de los que no dudamos que existan, con los años dejan de existir. Que sea "productiva" significa que produce fenómenos que no existían, como los delirios y las alucinaciones o las alteraciones del modo de pensar. Marconi distingue tres tipos de conciencia en el ser humano: a. En primer lugar, está la conciencia global de realidad, con la que los seres humanos funcionamos normalmente la mayor parte del tiempo, y nos permite estar en una experiencia total del mundo. Se trata de una conciencia preverbal de ser y funcionar en el mundo. b. Enseguida está la conciencia afectiva de realidad, que está determinada por el tono predominante de los afectos, como la alegría o la tristeza. Por ejemplo, un sujeto feliz o enamorado tiene una conciencia muy especial acerca del mundo o de algunos acontecimientos específicos, una conciencia diferente a la que tiene el resto de las personas, o incluso él mismo en otros momentos. Puede ver que los colores son más brillantes, o que el aire está lleno de sonidos placenteros. Al revés, un sujeto triste tiende a ver los acontecimientos de un modo opaco. c. Por último está la conciencia cognitiva de realidad. Esta conciencia funciona en base al juicio de realidad, es decir, es una conciencia menos espontánea y requiere detenerse, tomar una cierta distancia y enjuiciar lo que ocurre, tomando una postura acerca de si es válido o real lo que se está percibiendo. Por ejemplo, si se observa una sombra o una forma desacostumbrada, con la conciencia cognitiva determinamos si es real o no lo que estamos viendo. Nos damos explicaciones. La conciencia global de realidad es la más general de las tres y engloba a las otras dos. A su vez, la conciencia afectiva de realidad es parte de la conciencia global y abarca a la conciencia cognitiva. Por esto Marconi solía llamarle a la suya una "teoría telescópica", por la forma en que las representaba gráficamente, una dentro de la otra, como las partes de un telescopio. Cada uno de estos tipos de conciencia está en el origen de tipos diferentes de psicosis:
Decía mi profesor de hermenéutica bíblica Severino Croatto, que " Antes se consideraba buen teólogo aquel que podía ir mas atrás en el pasado", ahora, un buen teólogo, es aquel, que utilizando las herramientas apropiadas, desarrolla una nueva conciencia histórica junto con la aplicación de los métodos histórico-críticos. Hay toda una corriente dentro del mundo protestante conservador, de señalar como "infieles" a todo aquel que difiera de los puntos tradicionales de interpretación la bíblica. Nada mas lejos de la realidad ¡ Algunos consideran a la teología contemporánea como "modernista", con eso quieren significar erróneamente, un desplazamiento del sentido bíblico, al sentido humano. Para entender realmente esto, debemos hacer primero un estudio histórico de la teología contemporánea. En un sentido real, nació en 1919 en el estudio de una iglesia de Suiza, a unos sesenta y cinco kilómetros al sur de la frontera con Alemania El iniciador fue un joven pastor, Karl Barth (1886Barth ( -1968, quien había ido a parar ahí en 1911, a los 25 años. Y la proclama de este nuevo pivot teológico en la historia, el anuncio inicial de una nueva era teológica, fue el comentario de Karl Barth al libro de Romanos, en 1919. En la segunda parte de este artículo esbozare el significado general que tuvo ese libro. En esta primera entrega, me limitare a tratar de mostrar que incluso los cambios de corrientes teológicas de 1919 en adelante son parte de un océano más vasto, y que la diferencia entre teología "moderna" y "contemporánea" a veces es menos una cuestión de diferencia que de énfasis a partir de presupuestos comunes. Incluso, lo que tan a menudo se ha mencionado como el hecho de que Barth dejó caer una bomba en el campo de juego de los teólogos, se puede quizá describir mejor como lanzar un cañonazo desde un sector del campo hacia otro sector del mismo campo. En ese sentido, la llamada "revolución coperniquiana" de Barth comenzó no en 1919 sino 200 años antes, en el estudio del filósofo, príncipe de la Ilustración, Emmanuel Kant (1724-1804).1 La idea de la "mayoría de edad del mundo" no nació con Dietrich Bonhoeffer. Fue el estribillo del Renacimiento y la era ilustrada occidental, era que ha dejado su imprenta permanente en todo lo moderno. Kant sistematizó "la confianza del hombre moderno en la capacidad de la razón para tratar de todo lo material y en su incapacidad para ocuparse de lo que va más allá." Y al hacerlo, se proyectó no sólo sobre el siglo diecinueve sino también sobre el veinte. En 1784, Kant resumió la exigencias de la nueva Ilustración cuando la definió como la salida del hombre de su autoimpuesta inmadurez. Esta inmadurez se halla en la dependencia del hombre de cualquier autoridad exterior a sí mismo. Ilustración y autonomía resultan sinónimos, y el lema del hombre moderno viene a ser "Atrévete a utilizar tu propia razón," "Libertad para pensar sin sanciones, sin directrices ajenas al hombre mismo," "Despertar del sueño dogmático."
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título: Riesgos psicosociales de hombres y mujeres en el trabajo: ¿Una cuestión de diferencias?
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Trastornos psicosomáticos en la infancia y adolescencia, 2018
Clinica Y Salud Revista De Psicologia Clinica Y Salud, 2009