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Las muertes por venir

2015, 80grados

Abstract

Morirse en Puerto Rico no es asunto fácil. Si ocurre en un hospital estando el paciente conectado a este tipo de máquinas que sirven para mantener una vida semivegetativa, entonces se corre el riesgo de tener que esperar que venga a decirle adiós todo el que guste antes de desenchufarlo para morir como la vida misma manda. Este ritual de despedida prolonga innecesariamente el trance de quien está allí, solo de cuerpo presente, y a quien le toca de muerto seguir teniéndole paciencia a los vivos. Hace mucho tiempo que para constatar que alguien ha muerto bastan las destrezas más rudimentarias de la medicina. El reto cultural ante la muerte no está en el ejercicio técnico de certificarla, sino en el lapso de confusión que sobreviene a los dolientes hasta encontrar la reciedumbre espiritual para renunciar a la ilusión de una vida que dejó de ser.