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2013, Genealogia Revista 35
Castilla: Estudios de literatura, 1999
También por dichos de los represores supimos después que en La Ribera se realizaron fusilamientos, en el patio de esa prisión militar. Los cadáveres de las victimas eran transportados luego en camiones al Cementerio de San Vicente.
2018
Quinua gourmet: Raza, estética y evolución del uso de la quinua en la alta cocina peruana Mercedes Palomino Gonzales Introducción Algo que es transversal a los grupos humanos es que sus alimentos están estrechamente ligados con su identidad cultural, sus territorios y sus saberes. Estos, a su vez, sufrirán los cambios propios de los procesos sociohistóricos de su población, donde aquellas culturas que son objetos de discriminación racial, verán cómo sus símbolos y elementos culturales son rechazados, erradicados o considerados de menor valor. En el Perú, como en otros países que fueron colonizados, el des-precio del conquistador por los elementos de la cultura conquistada, se instituyó como práctica de dominación que inevitablemente influyó en la formación de sus etapas poscoloniales. En esa línea, la presente investigación describe y explica el uso y consumo de la quinua, desde cómo fue considerado por la cultura incaica como un alimento sagrado, utilizado para sus ceremonias religiosas; para pasar luego a ser despreciado por su obstinada identificación indígena (Álvarez, 1997), en los primeros años de la República hasta fines del siglo xx. Pero, además, cómo es que-a través de la dinámica del mercado-, este alimento vuelve a ponerse en la palestra, no sin antes pasar por un proceso de gourmetización y sofisticamiento inspirado en la alta cocina francesa. La quinua, alimento ancestral de los incas, tuvo que conquistar a la clase dominante peruana, en sus propios códigos de sofisticamiento, para que esta a su vez la legitimara en los medios de comunicación y en extensión a toda la sociedad.
2021
Ambas empresas navegaban los ríos del Noreste hasta Paraguay y Brasil. Quizás en vísperas de Año Nuevo o en los primeros días de enero, Friedrich y Christiana despertaron a sus hijos para embarcarse rumbo a la Aldea San Juan. No era la primera vez que habitaban una colonia "fuera de lugar".
PRIMERA PARTE I -Te digo que no es un animal... Oye cómo ladra el Palomo... Debe ser algún cristiano... La mujer fijaba sus pupilas en la oscuridad de la sierra.
Zephyrvs, 2009
RESUMEN: En el presente trabajo se dan a conocer tres nuevas aras romanas procedentes de Petavonium y relacionadas con el cuerpo militar, el Ala II Flavia, allí acantonado. La primera está dedicada a Némesis, la segunda probablemente a Diana y la tercera con certeza a esta misma divinidad. Las dos últimas son erigidas, respectivamente, por sendos prefectos del Ala: Tib. lunius Quadratus, conocido por una inscripción de Galicia, hoy perdida, y Amus Constans Speratianus, que aparece ahora por primera vez.
El descubrimiento de los archipiélagos Capítulo Segundo El mundo de los archipiélagos 1. Rocas, bosques y pantanos 2. La vida del mar y el bosque mejores navíos, la ruta de España. Sarmiento quedaba solo con sus esperanzas y sus desilusiones, a cargo de más de trescientas personas desprovistas de vestimenta, de provisiones, de muebles, en el extremo del mundo. Su único navío, el más pequeño, La María, en malas condiciones, era incapaz de emprender el viaje de regreso, y no podía siquiera alcanzar a la colonia española más cercana. La ciudad del Rey Felipe. Era evidente que Nombre de Jesús no podía subsistir en esas condiciones. Sarmiento recordó un paraje mejor, encontrado cuatro años antes, hacia la mitad del Estrecho donde hallarían un buen puerto, bien abrigado, con una playa, bosques y un riachuelo, y donde sería fácil pescar y cazar. Había que encontrar este lugar. Mientras La María, incapaz de llevar más de cincuenta hombres, se hacía a la mar, Sarmiento y un centenar de soldados trataron de seguirle por vía terrestre. Del 7 al 25 de marzo, van a recorrer caminos interminables. Acompañados de sus 80 perros, sin vestidos ni zapatos, siguen por más de cuatrocientos kilómetros una playa en la que no encuentran más que una marga subsistencia de mariscos y aves de mar. A pesar de los discursos emocionales y promisorios del jefe, están a punto de amotinarse, cuando una chalupa de La María viene a su encuentro y les anuncia que el navío esta anclado en el lugar de la cita, la Punta Santa Ana.
Suplemento Cultural El Tlacuache. Centro INAH Morelos, 2024
En el presente artículo se presenta un esbozo del desarrollo del "Fenómeno olmeca" desde la perspectiva de los hallazgos realizados en el valle de Chautla durante los años 2018 y 2019, los que permiten observar su proceso de creación, apropiación y transformación.
El presente artículo es una revisión-ampliación del artículo publicado en la Revista del Instituto Cervantes de Estambul, Número 7, bajo el título "Marco teórico para el uso de la literatura como instrumento didáctico en la clase de E/LE (I)", y del publicado por la Universidad Jaquelónica de Cracovia (2006/6) en formato papel titulado "Aplicación práctica de los principios teóricos para una enseñanza comunicativa de E/LE a través de la literatura (II)".
Arqueología Vettona. La Meseta Occidental en la Edad del Hierro (J. Álvarez-Sanchís, ed.), Zona Arqueológica 12, Museo Arqueológico Regional, Madrid: 214-231, 2008
Anuario De Historia Del Derecho Espanol, 1999
esta indisolublemente unida al «grupo de Oviedo», a cuya caracterizaci6n universitaria contribuy6 de manera decisiva con su magisterio cientifico y divulgador y su obra escrita de fines del siglo xlx y principios del xx. Si el rector Canella supo convertir la Universidad de aquellos anos en un hogar, alegre a veces hasta la francachela, Altamira puso el contrapunto formal, grave y circunspecto, en una actitud de austera afirmaci6n de su individualidad levantina no siempre comprendida por sus companeros de claustro, preludio de su marcha en solitario hacia las altas esferas del reconocimiento oficial. Pese al progresivo distanciamiento academico, Altamira, que se consideraba a si mismo un hombre de coraz6n mas que una inteligencia, nunca olvid6 a sus colegas de Oviedo, ni tampoco a los alumnos de la Facultad de Derecho con los que habia compartido la ilu-si6n pedag6gica de sus primeros anos universitarios. Casi al final de sus dias, en el exilio mejicano, estos recuerdos se hicieron mas vivos-tamizados siem
El artículo estudia la edición del primer poemario de Juan Gelman Violín y otras cuestiones, editado por Manuel Gleizer en 1956, con prólogo de Raúl González Tuñón. Entendemos que la bienvenida de Tuñón a Gelman al «círculo universal de la rosa» pasa por la comprensión de los ajustes realizados en su poética desde los treinta, una reformulación que abarca distintas etapas, donde son especialmente relevantes su militancia comunista y el contexto posperonista de los años cincuenta.
Valmojado. Fiestas en honor del Santísimo Cristo del Amparo 2018, 2017
LOS HIJOS DEL CAOS, 2018
Llueve. Y en otro momento no me hubiera importado. Pero ahora estoy huyendo y hace varias semanas que he dejado de ser fuerte. El oscuro bosque que nos rodea parece un gigantesco infierno que nos engulle con agonía. La tormenta es tan intensa que apenas veo la espalda de mi compañero; corre varios metros por delante de mí, y lo hace de un modo que jamás había visto en él. Quizás porque nunca habíamos sentido este tipo de horror. Un pequeño grito me sobrecoge y provoca que el asfixiante calor de finales de agosto me hierva en la piel. Después, unos dedos tiemblan entre los míos. Miro por encima de mi hombro sabiendo que voy a toparme con unos ojos verdes inundados de terror. Es entonces cuando la situación me desborda. Hemos escapado de un campo de concentración. Tengo a un compañero, que no duda, al borde de la muerte y arrastro conmigo a una mujer que no está acostumbrada a huir. Sin embargo, ella es uno de los motivos por el que estoy aquí. Probablemente, no tiene sentido, apenas sé su nombre. Pero, más allá de todo eso y de las causas por las que hemos terminado de esta manera, me exijo ponerlos a salvo, y no cuestiono las razones. Me obligo a cerrar los ojos un instante y capto los vastos pasos que se nos acercan con la macabra promesa de aniquilarnos. Han decidido disparar a los tobillos, así que ahora correr es más difícil que antes. Aprieto el paso. Siena tropieza con mis pies, pero se esfuerza en seguirme el ritmo y por momentos lo logra. Su respiración me aturde, el contacto de su mano cada vez es más débil. Temo que vaya a desmayarse. Peor aún, temo que muera. Esa idea, la de perder a esta mujer y a mi compañero, es la que despierta lo que me queda de ferocidad. De pronto, la noto recorriendo mis extremidades. Casi parece que vaya a manifestarse delante de mí. Ha escogido el mejor momento y, aunque ambos sabemos que apenas tengo energía, sorprendentemente, siento que puedo hacer frente a cualquier cosa. -¡Hyung [1] ! -grita mi compañero. Una advertencia que provoca que le mire al tiempo en que me lanza la robusta rama de un árbol. La capto al vuelo antes de coger a Siena por los hombros y obligarla a acuclillarse entre la espesura. -No te muevas -le exijo. Ella asiente con la cabeza, aterrorizada, y se cubre las orejas con las manos. No tengo tiempo de ver más, acaban de rodearme unos brazos y pretenden asfixiarme. Noto cómo la rama me araña la piel al resbalarse de mi mano. Me inclino hacia delante y después hacia atrás. Repito el proceso varias veces, frustrado. Es un soldado delgado, soy mucho más corpulento que él. Sin embargo, me cuesta deshacerme de la sujeción. Tal vez porque todas las heridas de mi espalda se están abriendo de nuevo o porque la inanición comienza a hacer estragos en mi organismo; quizás por ambas cosas. Así que grito y me impulso con todas mis fuerzas hacia delante provocando, al fin, que el soldado caiga al suelo embarrado. Trato de alcanzar la rama rápidamente cuando me sujeta de la pernera del pantalón. Justo entonces me percato de que mi compañero está luchando cuerpo a cuerpo con varios soldados. Le capturan del cuello cuando recibo un fuerte puñetazo en la cara. Tropiezo hasta caer, y me perturba el agotamiento en la mirada porque no puedo ver si mi compañero sigue vivo o ya está muerto. Pero me doy cuenta de que Siena ha comenzado a temblar fuertemente. Si no me doy prisa, la capturarán, y esta vez la ejecutarán después de violarla hasta desangrarla. Esas son algunas de las prácticas que se llevan a cabo dentro del campo de concentración del que venimos. Me incorporo aprisa, aprieto con fuerza la rama y golpeo la cabeza de un soldado con toda la furia que logro reunir. El impacto resulta brutal debido a la velocidad con la que se ha acercado a mí. Así que no me sorprende el salvaje sonido que emiten algunos de sus huesos antes de desplomarse. No me paro a cotejar si le he matado, enseguida vuelvo a atacar. Asesto otro golpe y después otro. Y otro más. No importa el lugar o el daño que cause, simplemente me dejo llevar por una corrosiva locura. Quizás no es el mejor acto de todos, pero nuestras vidas penden de ello. No soy yo el que ha decidido que sea así. Puedo sentir el dolor que va a causarme antes de que penetre en mi piel. En mi caso, goza de orificio de entrada y salida. A atravesado mi tórax en apenas un segundo. Y, mientras me desplomo, pienso que quizás me ha tocado algún órgano. Lo que significa que muy probablemente voy a morir desangrado. En realidad, no me importa, pero las pocas fuerzas que tengo se me están escapando conforme la sangre se derrama y me impedirá ayudar a mi compañero. Le busco con la mirada. Está tendido en el suelo a unos metros de mí. Sigue temblando cuando levanta su mano, me busca. La lluvia sigue cayendo con fuerza. Por tanto, si lloro no se notará. Empieza por cerrarme la garganta y temblarme el labio. Me siento débil, dolorido, cansado, hambriento. Aterrado. Nadie está preparado para algo así. Ni siquiera la élite. Ahora los temblores se convierten en convulsiones duras y me obligan a llorar como nunca creí que lo haría. No era el final que había imaginado para nosotros. Para ninguno de los catorce. Ni para Siena. «¿Quién eres en realidad? ¿A qué te dedicas? ¿Qué te gusta? ¿Cuáles son tus deseos, tus miedos? ¿Me dejas compartirlos contigo? ¿Te duele, hermano mío? ¿Crees que puedes resistir? ¿Podrías sobrevivir si te lo suplico? ¿Por qué estamos aquí? ¿Quién dio la orden? ¿Quién decidió algo así?». Me llevo conmigo, seguramente muy lejos de ellos, todas esas preguntas que me hubiera gustado responder. Me llevo conmigo la mirada desesperada de Siena, el terror de mi compañero, el asesinato de mis hombres, el dolor por el que pasaron al morir. Toda esta infamia. Mi encantadora rutina se ha convertido en algo muy molesto. No percibo del mismo modo que antes la suavidad de la brisa nocturna ni la sensación cálida que me proporciona un buen cóctel. Siquiera noto las caricias furtivas y sugerentes de mi acompañante. Mi tiempo de ocio, todos los rituales de placer con los que siempre he disfrutado, me aportan ahora una extraña y retorcida ansiedad. Me siento incómodo en mi propia vida. Oteo la ciudad. Las noches son bastante calurosas. Barcelona es ahora un mar oscuro resaltado por las luces de los edificios. Desde esta terraza puedo verlo absolutamente todo, incluso lo que no quiero ver. Soy asiduo a este lugar. Es un restaurante tranquilo y elitista, donde se puede beber con calma y saborear algunos de los mejores platos de la gastronomía española. Pero hoy no estoy aquí porque lo desee. Lo he intentado. He intentado asumir lo que los demás creen que es la auténtica verdad. He intentado convertirme en el ganado de mis "colegas" de profesión. Pero cuando alguien como yo no sabe qué está pasando es difícil enfrentarse a los lobos. Soy un hombre que busca las respuestas a las preguntas que la mayoría se hace pero no se atreve a mencionar. Donde hay una sospecha hay un hecho. Por tanto, alguien debe mostrárselo al mundo. Esa es mi forma de entender la comunicación. Para algunos es asombroso; para otros, algo despreciable. Para mí es la esencia de mis principios. Sin embargo, si alguien en esta ciudad no quiere que una información salga a la luz, entonces no saldrá. Lo que me lleva a pensar que quizás las personas que están involucradas tienen esa clase de poder y ejercen ese tipo de influencia, capaz de crear una fantasía. He pensado en ello tantas veces que incluso estoy empezando a dudar de mí mismo. Me cuestiono casi tanto como me preocupo. Yo también tengo influencia, gozo de reconocimiento, dispongo de los mejores informadores y contactos. Pero poco se puede hacer si surge una noticia que todo el mundo asume. Si cierro un instante los ojos y aprieto con fuerza puedo imaginar a Siena sufriendo y rogándome. Estoy empezando a olvidar cosas demasiado obvias como la línea infantil y dulce de la curva de sus cejas o el modo en que frunce los labios cuando está escribiendo algo interesante. Esa vitalidad que rebosa cada mañana en la redacción o la sonrisa nerviosa que me envía cuando corrijo su trabajo. Hace casi cinco semanas que ya no está. «Franco…». Creo que alguien me llama. -Franco. -Pestañeo antes de toparme con la mirada atenta de David sentado al otro lado de la mesa. Seguramente, lleva hablándome varios minutos. Me agito en mi asiento forzando una sonrisa. Sé que no es suficiente para transmitirle afecto, pero David me conoce y entiende que no estoy en mi mejor momento. -Lo siento -me disculpo antes de beber de mi copa. Hemos pedido vino tinto y unos aperitivos, pero no recuerdo el momento exacto en que nos han servido. David suspira y acepta mi sonrisa desviando la mirada hacia la panorámica de la ciudad. Percibo que está un poco molesto y que también se siente incómodo. No le he prestado atención en los últimos días y, aunque no es mi pareja, eso le frustra. Él, en cierto modo, es un gran admirador de mi sutil arrogancia; sabe que, mientras exista, todo funciona en mí. Pero he dejado de ser el habitual Franco Alemany y ambos lo sabemos. En este momento no soy capaz de llevármelo a la cama como si no pasara nada. -¿Estabas pensando en ella, verdad? -¿Resulta tan evidente? -Intento bromear, pero a él no le hace demasiada gracia. Dejo la copa sobre la mesa y me enciendo un cigarrillo mientras espero su siguiente comentario. Estará cargado de pretensiones emocionales. Él siempre ha querido más que yo. -Hace semanas que estás así -habla suave y con tacto-. Has dejado de ser tú. Por supuesto. Me cuesta ser yo mismo, principalmente porque una de los míos ha desaparecido. -Tengo una cuenta pendiente, David -resoplo soltando el humo del tabaco-. Se lo debo. -¿Le debes? ¿El qué? -pregunta tajante, exigente, y yo aprieto la mandíbula, pero me doy cuenta de que es una reacción un poco desmedida y trato de disimularla humedeciéndome los labios. -Fui la última persona que habló con ella -le recuerdo-. Sé que está ahí fuera… -Fue declarada...
Revista Ideele, 2016
Se examina la trayectoria de niños y adolescentes rescatados de la cadena productiva del narcotráfico en el Vraem y su incorporación al CETPRO “Casa del niño trabajador San Martín de Porres”, un programa preventivo impulsado por la Policía Nacional del Perú. A partir de testimonios y un análisis institucional, se reflexiona sobre el rol del Estado en la protección de la infancia vulnerable, los desafíos de la reintegración social y las posibilidades de una prevención efectiva en contextos de criminalidad estructural.
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