La imagen de la cultura indígena actual
La cultura indígena actual de mi país se quiere adueñar de una imagen espiritual como si fuera la única que tuviera. Dicen en sus creencias que están conectados con el cosmos pretendiendo así darle profundidad a su fe construyendo un lenguaje que habla con términos de ancestralidad y los que se proclaman sacerdotes los utilizan para explicar las cosas a conveniencia y más a base de mitos y leyendas aprendidas en callejones de pueblo bañadas con toda la superstición posible, temerosos de un aullido o sombra extraña que se desliza entre ramas, hojas secas y la luz de luna cuando hay. Con tradiciones que han sido mutiladas en varias ocasiones y manejadas con el sincretismo de hace siglos y con la violencia de clases gobernantes más actuales metidas en situaciones político-económicas de la era moderna desde la revolución industrial más vorazmente, pero todo es parte del desarrollo económico social en que el mundo se ha ido envolviendo y no podemos ser extraños a tales sucesos. Específicamente desde la conquista cuando fue una mutilación salvaje y fanática, en adelante, sin tener el apoyo de todo aquel estudio astronómico que siempre tuvo, la franja campesina que quedó descabezada de la franja gobernante indígena que existió con todas sus clases élites que, dicho sea de paso, al igual que lo sucedido en cualquier parte del mundo la opulencia y gasto de recursos fue también su característica. Incluso hay casos en que hubo gasto excesivo de recursos llevando al caos a la ciudad y provocando migración forzada abandonando ciudades ya hechas pero desabastecidas como fue en el caso de la ciudad llamada ahora Naachtun, en la zona septentrional del Petén, por su redescubridor europeo en 1922 ya que era conocida por los campesinos chicleros que se adentraban en la zona para buscar producto que comercializar. No se sabe su nombre original pues como se apuntó fue abandonada forzosamente y en sus ruinas no se ha encontrado pista de su nombre, aunque si se ha logrado conocer, y se sigue conociendo, parte de su desarrollo, de la grandeza que tuvo, de sus gastos en opulencia y depredación del medio que le rodeaba por mantener esa opulencia, de su participación en la vida política de la época, y alguna evidencia de otras causas ambientales que fueron dificultando el mantenimiento de su forma de vida hasta que fue abandonada y quedaron sus muros y construcciones para consumirse con la selva que la rodeó. Lo bueno de las élites es que a pesar de monopolizar celosamente el conocimiento que formaba parte integral de su visión de vida, muerte y concepción del mundo, su constitución y creación, pues por supuesto también era parte de la logística de dominación del aparato de estado, pero lo hacían crecer. Tuvieron la suficiente disciplina para apegarse a su estudio en varias ramas que cultivaron efectivamente y transmitían a las capas bajas en la forma más conveniente para mantener su gobernabilidad y sumisión. Invirtieron en educación de la parte joven de su clase y la fueron sistematizando, de esa forma se procuraban la perpetuación en el poder, esta visión no llegaba a las capas bajas donde la forma de ver la vida era otra. El alfarero, el agricultor, el artesano en general y sus mujeres y niños eran capas más bien pasivo-operativo en la cultura, recibían la