Les nociones de imaginacion y de imaginario, en las ciencias sociales y las humanidades en general y en Geografia en particular, designan cosas y procesos tan variados que quien se proponga dar cuenta de todos ellos en forma general, asume el riesgo de tener una larga lista. Este planteamiento es válido tanto para las nociones en general como para diversas ideas en particular, como es en este caso, la idea de naturaleza. Ahora bien, si deseamos apegarnos a un objeto especifico, en forma de ilustración introductoria nos podemos preguntar, por ejemplo: ¿cómo evocar o analizar el imaginario de un curso de agua?, si es que acaso tuviese mucho sentido tal formulación genérica como para abarcar a la vez cuestiones tan dispares como podrían ser el ensueño poético que despierta el espectáculo de una cascada formada en el curso de agua, pero también la retórica prometeica de la modernidad cuando se entusiasma por la denominada "hulla blanca", así como las teorías del cosmos que ven en el menor riachuelo un elemento, entre otros, del gran orden de la Naturaleza, y por qué no también las representaciones alegóricas que las élites románticas han hecho del Rin en el momento en que se forjó la idea de nación alemana, así como las analogías de otros tiempos que Leonardo da Vinci veía entre los fluidos corporales y los fluidos terrestres, o aun más las motivaciones para las operaciones de "renaturalización" de los ríos que vemos se operan en diversos lugares del mundo en la actualidad? Ante esta diversidad de caminos para la indagación de la naturaleza, en nuestro caso, la pregunta más fuerte tal vez sea: ¿puede uno trascender la constatación de una heterogeneidad fundamental de las imágenes, de las figuras y de las claves de análisis habitualmente adoptadas para dar cuenta de ellas?