Reinado de Felipe II

1998

Prohibida la reproducción total o parcial de todos los artfcvlos que se publican en esta Revista

2005

El REGRESO DE FERNANDO VII

XXIX Curso Mauel de Falla, Granada, 25-6-1998, 1998

Felipe II y el poder. Preludio granadino. Un fondo oscuro. El entorno simbólico. Un bautizo, cuatro bodas y muchas fiestas y funerales. A lo llano y a lo alto. Dedicatorias. Última pincelada. Epílogo documental.

Las Bases Politicas Economicas Y Sociales De Un Regimen En Trasformacion 1998 Isbn 84 239 8910 0 Pags 235 334, 1998

Las alusiones a este vacío suelen repetirse en los balances historiográficos: uno de los más recientes es el de A. MORALES MOYA, y M. ESTEBAN DE VEGA (ed.),

Felipe Ii Europa Y La Monarquia Catolica Congreso Internacional Felipe Ii Europa Dividida La Monarquia Catolica De Felipe Ii Vol 3 1998 Isbn 84 8230 024 5 Pags 291 302, 1998

¿Fue confesional la política exterior de Felipe II? ¿Hasta dónde llegan los límites de esa confesionalidad?

Revista de Historia Naval nº 82, 2003

Situación naval tras la Gran Armada. A finales del verano de 1588 fueron llegando, aisladamente o en pequeños grupos, a diversos puertos del norte de la península ibérica los navíos que habían participado en la «felicísima» armada enviada por Felipe II contra Inglaterra y que habían sobrevivido a los combates en el canal de la Mancha y a las temporales durante su viaje de regreso. Entre los 130 que zarparon de Lisboa en mayo de 1588 se encontraban nueve galeones y dos zabras grandes de la Corona de Portugal. De esta expedición regresaron cerca de dos tercios de los navíos, entre ellos seis de los galeones y las dos zabras de Portugal, habiéndose perdido dos galeones en el célebre combate de las Gravelinas y otro en la costa de Irlanda. A pesar de que la mayoría de los galeones de las Coronas de Portugal y Castilla que habían sobrevivido constituían todavía una fuerza naval bastante poderosa, Felipe II ordenó, a finales de 1588, la construcción de otros 21 navíos de guerra para reforzar sus fuerzas navales. Las quillas de estos buques comenzaron a ponerse probablemente a principios del año siguiente. Entre esos 21 navíos destacaré los conocidos como «Doce Apóstoles», construidos en el norte de España, y los seis galeones que debían construirse para la Corona de Portugal. No hay duda de que fueron las necesidades defensivas las que impulsaron a Felipe II a iniciar la construcción de estos nuevos galeones, con cargo a la Real Hacienda. Sin embargo, la falta de navíos para la Carrera de la India -gran preocupación de la Corona de Portugal- propició que esos seis galeones fuesen utilizados en esa Carrera exclusivamente y que Castilla cediese temporalmente algunos de los suyos para que Portugal pudiese mantener sus armadas. Los efectos negativos del uso de estos navíos de guerra, tan estimados por su escasez, para funciones puramente mercantes venía de los tiempos de la Gran Armada, cuando el portugués San Antonio fue retirado para que pasase a la India como simple nao. Los contratistas intentaron retirar otro galeón más de la Armada, el Sao Marcos, para destinarlo a Malaca, pero sin éxito. Esta práctica, a finales de la década de los ochenta del siglo XV, se justificaba por la falta de naos en esa ruta, posiblemente como consecuencia de las elevadas pérdidas ocurridas en aquellos tiempos, en los que se perdieron cerca del 50 por 100 de los navíos enviados a Oriente.

Pablo G. Tornell (ed), Ánima. Pintar el rostro y el alma , 2022

El texto presenta una aproximación a la cultura del retrato en el mundo hispano altomoderno a través del caso de estudio de las dos reinas consortes que ocupan la primera mitad del siglo XVII. Hablamos de “cultura del retrato” porque no nos centraremos únicamente en la representación de la imagen de las soberanas, sino también en cómo se sirvieron del género para la configuración y el ejercicio de la reginalidad, entendida en el contexto historiográfico como “aquello que…hace referencia al estado o condición de ser una reina” (Silleras Fernández). La primera mitad del Seiscientos es todavía, en lo que se refiere a la relación entre reginalidad y retrato en la monarquía hispánica, un campo con muchas incógnitas por despejar. En teoría, una soberana católica en este momento no tenía acción o participación política alguna y el único fin de su imagen pública era complementar, a través de su condición de esposa y madre, el rol del monarca y de la institución que este representaba. Sin embargo, nuestras dos protagonistas, Margarita de Austria e Isabel de Borbón, presentan casos y posibilidades distintas, como podremos comprobar a través de las dos partes en que se articula el ensayo. La primera analiza las formas y usos del retrato en las casas de ambas y en sus colecciones, las diversas tipologías empleadas, y las obras que promocionaron, pues ello nos informa, aunque sea indirectamente, de sus reacciones y actitudes hacia el género. Una segunda parte se centra en la imagen individual y dinástica de las dos soberanas a través del retrato. Ello nos permitirá ver cómo se enfrentaron las mujeres regias en el pasado a la práctica de ser retratadas; qué expectativas o reacciones despertaba en ellas y cómo articularon una identidad, tanto personal como político-dinástica a través de retratos, los suyos o los que coleccionaron. Desde una óptica más amplia, analizar el caso privilegiado que constituyen las soberanas, nos permite reflexionar sobre la capacidad de las mujeres en el pasado para proyectar y controlar su imagen.