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El sueño en Lichtenberg como recuperación de la razón objetiva

Cosa inaudita: dentro de uno mismo es donde hay que ver lo exterior. El profundo y oscuro espejo está en el fondo del hombre. Ahí está el terrible claroscuro. La cosa reflejada por el alma es más vertiginosa que la cosa vista directamente. Es más que la imagen: es el simulacro, y en el simulacro hay algo espectral… Al asomarnos al pozo que es nuestro espíritu, divisamos en él a una distancia de abismo, en un estrecho círculo, la inmensidad del mundo. Victor Hugo Georg Christoph Lichtenberg fue un científico alemán que vivió de 1742 a 1799, fue el primer profesor de física experimental en Alemania, es conocido por su descubrimiento de los patrones de descargas eléctricas que ahora llevan su nombre. Ese, podríamos decir era el Lichtenberg del día, el que usaba enteramente la razón lógica e instrumental. Pero hay un Lichtenberg de la noche, Albert Béguin 1 nos acerca a él, ese Lichtenberg veía en las horas nocturnas la luz que alimentaba su conexión con el Todo y que le proveía de otro tipo de conocimiento: uno que no necesita cumplir con los requisitos del referente empírico y la forma lógica, uno que le permitía intercalar entre teorías científicas o entre juegos de palabras las ensoñaciones de los románticos dentro de sus cuadernos de notas.