2018, Reforma Siglo XXI
Cuando la nube de fuego de dios se movió desde la cima del monte Sinaí hasta el tabernáculo recién construido, cubriendo la casa de Dios con humo y llenándola con su gloria (Éxodo 40:34), se alcanzó una cúspide en los tratos de Dios con la humanidad. En esta majestuosa escena, el libro de Éxodo termina con una reso-lución, aunque temporal e intermedia, a la historia del exilio de la humanidad del Edén narrada en Génesis 3. Además, el tabernáculo lleno de gloria también anticipaba la solu-ción definitiva de Dios a esa expulsión original a través de la persona y obra de Jesucristo. Al considerar la importancia del tabernáculo (y el templo posterior) en las Escrituras, será útil tener en cuenta dos puntos. Primero, el tabernáculo era la casa de Dios, el lugar de su morada. Las cortinas azul, púrpura y escarlata, el abundante uso de oro puro y un velo dividiendo sus dos habitaciones marcan el tabernáculo como el palacio del Rey Santísimo. Segundo, el tabernáculo también era el camino a Dios, sus rituales de sacrificio proporcionaban la expiación y limpieza necesarias para habitar con Dios. Una descripción