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Discurso teicher

Abstract

Quiero ente todo agradecer al Dr. Francisco Piedrahíta y a las directivas de la Universidad por su amable invitación a compartir con Uds. algunos pensamientos y algunas enseñanzas que mi vida personal y profesional me han dado. Y por confiar en que, sin revisar con anticipación mis palabras, éstas sean de algún valor para Uds., queridos graduandos, en este importante momento de sus vidas. Lo primero que pensé cuando el Dr. Piedrahíta me invitó fue, ¿Por qué a mí? ¿Qué les hace pensar que tengo algo de valor para compartir? Seguramente que la razón principal es mi actual posición en el mundo de la empresa en Colombia y lo que ello puede reflejar por tratarse de una empresa internacional, donde el acceso a esa posición no resulta de ser un heredero, o de ser amigo del dueño, o de pertenecer a un partido político, por ejemplo. Por lo tanto, algo deberé decir sobre eso. Podría ser por haberme escuchado en algún momento expresando mis puntos de vista públicamente, en algún evento. También es probable. Algo deberé decir sobre eso también. ¿O será por referencias que puedan haber obtenido de otros que me conocen? Imagino que algo de eso habrá. Y trataré de no hacer quedar mal a esos amigos. No es un cliché decir que me siento honrado y muy complacido con la invitación. Y algo preocupado por no ser, ni parecer irrelevante e indigno de ella. Ahora bien, como se espera de un orador en una ocasión como ésta que de consejos, les confieso que aunque puede que ya tenga suficiente edad para darlos (ya soy abuelo) sólo cuando me miro al espejo me doy cuenta de ello. No en balde dicen que un hombre de cincuenta años es uno de veinticinco que se mira al espejo y grita "¿Qué cuernos pasó?" Empiezo entonces por contarles un poco sobre mí, pues no de otra manera podría hacer créditos para aconsejar a nadie. Si no me conocen, ¿Por qué han de creerme? Nací en Palmira, ciudad que en 1948 acogió a mis padres, los únicos sobrevivientes de sus respectivas familias a los campos de concentración y exterminio de la más grande violación de los derechos humanos de los últimos 100 años. Ocho millones de Europeos fueron asesinados, cuatro veces la población total de Cali, más que los que vivimos en Bogotá. Asesinados por ser diferentes. Seis millones por ser Judíos. Dos millones más por ser homosexuales, o gitanos, o diferentes de la raza aria, o sencillamente por no comulgar con la barbarie Nazi.