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2019, Jesús tenía otros hermanos?
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Explicación bíblica de la pregunta: ¿Jesús Tenía otros Hermanos? Nos vamos a dar cuenta que en realidad por errores de traducción, se ha interpretado que Jesús tenía otros hermanos, pero no de maría. En verdad eran primos hijos de Alfeo (Cleofás) y de maría de Alfeo.
Las polémicas con el protestantismo acerca de la perpetua virginidad de María han desviado desafortunadamente nuestra atención sobre el lugar de la familia humana extensa de Jesús y de sus relaciones con Él en los Evangelios y en la primitiva Iglesia, lo cual es digno de estudio y análisis. Los Evangelios de la Infancia de Jesús dicen sólo que Isabel, la madre del Precursor, estaba emparentada con María, sin precisar el grado de parentesco, y que Ella y José buscaron entre parientes a su Hijo perdido a los doce años. Es sintomático que nunca hablen de hermanos suyos. La primera cuestión que nos asalta es si María era descendiente de David, ya que san Lucas especifica que tanto Isabel como su esposo Zacarías pertenecían a la tribu de Leví. De la genealogía de María las Escrituras no dicen absolutamente nada, mientras que se nos dan dos de José, bastante divergentes, a partir del Destierro. Tales divergencias parecen deberse a la costumbre de la época de usar varios nombres. Así Mateo también se llamaba Leví; Pablo, Saulo; san Judas, Tadeo… Mateo y Lucas sencillamente recurren a fuentes diferentes. San Pablo afirma, es cierto, que Jesús fue descendiente de David según la carne, pero no sabemos a ciencia cierta el alcance de tal expresión, pues en las Escrituras el vocablo 'carne' admite una pluralidad de sentidos más o menos metafóricos, a veces con connotaciones peyorativas, como lo humano, lo creado, lo pasional, lo instintivo…. Precisamente en la Revelación la consanguineidad se definiría más por la sangre que por la carne, como en varias lenguas antiguas y modernas. En definitiva la expresión "según la carne" podría significar simplemente: "según la ley humana" o algo similar. Algunos interpretan la frase de Lc 2, 27: "de la casa de David", como posiblemente referida a ambos José y María. Sintácticamente esta exégesis resulta forzada y, además, los Evangelios justifican siempre la ascendencia de Jesús a partir de José, no de María: en las Escrituras la descendencia legítima se toma siempre a partir del padre, no de la madre. La Tradición ha afirmado desde temprano que María era también descendiente de David, pero esto puede deberse a un prurito de justificar la mesianidad de Jesús con la descendencia biológica, entendiendo así los pasajes de las Escrituras anunciantes de que el Mesías sería hijo de David. Ahora bien, esto no significaba que debía descender biológicamente de David. José, descendiente de David, era verdadero esposo de María en el momento de la concepción de Jesús, y ésta tuvo un origen divino, fue obra del Espíritu Santo. Ello solo podría ser suficiente para hacer de Jesús verdadero descendiente de David a través de José: Jesús no es un hijo adoptivo de José. El Evangelio de san Mateo afirma claramente que María es ya mujer de José en el momento de la Anunciación, pese a que aún no convivían: "No temas recibir a María, tu mujer". También Lucas entiende los desposorios de María con José como un verdadero matrimonio: "José subió también con su mujer, con la que estaba desposado". Una cuestión anexa es la de si existía en María un propósito o un voto de virginidad antes de su matrimonio con José. Es lo que deducen muchos de la respuesta de María al Ángel que le anuncia que concebirá: "¿Cómo será eso? Pues no conozco varón". También ha influido desde temprano el apócrifo Protoevangelio de Santiago, según el cual María fue consagrada al Señor en el Templo de Jerusalén desde niña y fue entregada como mujer a José, ya anciano, viudo y con hijos, a fin de que éste preservase su virginidad. Ahora bien, el Protoevangelio no habla, a diferencia de la posteridad, de ningún voto ni propósito de guardar virginidad en María, presenta ésta tan sólo como una vocación 'informal' de María.
INTRODUCCIÓN Y estas señales acompañarán a los que han creído; en mi Nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas; tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien. Mc 16:17-18 Todas las cosas que el pueblo del Señor hace, deben ser realizadas en el Nombre de Jesús, porque en ese momento recibe el apoyo de toda una entidad espiritual de parte de Dios, que posibilita aquellas situaciones que confiemos a su Nombre Glorioso. El poder y la autoridad nos son dadas por Dios en el Nombre de Jesús. Ante El, salen los demonios, sanan los enfermos y se producen milagros. DESARROLLO El Nombre de Jesús es algo muy especial, es el Nombre sobre todo nombre, en el Nombre de Jesús, Dios nos traslada poder y autoridad, y no hay bajo el cielo otro nombre en el cual los hombres puedan tener salvación. La iglesia, cuerpo de Cristo, puede accesar hoy las bendiciones que trae el bendito Nombre de Jesús.
El programa Jesús Pan de Vida prepara a los niños y niñas a la Primera Comunión a través de contenidos ágiles y creativos, logrando el desarrollo de una catequesis dinámica y activa, como proceso de educación y vivencia en la fe. El propósito general es presentar a Jesús y su proyecto de vida, para que el catequizando acepte su invitación a conocerlo, seguirlo, amarlo, y a alimentarse con su Palabra y con el pan de la Eucaristía.
Lucas 4:1-13: Este párrafo nos narra de lo que conocemos como la tentación de Jesús, donde hemos podido leer y observar que Él fue tentado pero que salió victorioso. Pero analicemos más de lo que se nos narra.
Bajado con vida de la cruz, Jesús huyó a Cachemira Habiendo sobrevivido a las heridas que le causara la crucifixión, Jesús comenzó una segunda vida en Cachemira, adonde llegó en busca de las diez tribus perdidas de Israel. Allí murió a edad muy avanzada de muerte natural. Está enterrado en la capital de Cachemira, en donde se venera su tumba desde hace casi 1900 años. ¿Sentado a la derecha del Padre?
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Legitimidad de Jesús y su religión Moisés fundó el judaísmo y Juan el Bautista fundó el bautismo (por llamarle de alguna manera, ya que en la Biblia no se le da un nombre). Como ellos, Jesús también fundó una religión: el cristianismo. Como aquellos dos fundadores y sus religiones, Jesús y su religión fueron ordenados por Dios. Pero, ¿qué demuestra que esas tres religiones y sus fundadores fueron ordenados por Dios? La Biblia lo hace identificando a sus fundadores con unas características especiales. Si la persona las tenía, significaba que tanto él como su religión eran verdaderamente ordenados por Dios. Como lo fue el de Moisés y el de Juan el Bautista, tal fue el caso de Jesús. Tener un nacimiento milagroso o una crianza providencial era una de las características que tenía que tener el fundador de una religión. Moisés no tuvo un nacimiento milagroso, pero su crianza providencial lo identificó como alguien con la misión divina de fundar una religión. Tanto el nacimiento como la misión divina Juan el Bautista les fueron anunciados a sus padres por un ángel; y su nacimiento fue milagroso. Juan el Bautista fue engendrado por sus padres cuando ya eran seniles, y a pesar de que su madre había sido estéril durante su edad fértil. El nacimiento y la misión divina de Jesús también les fueron anunciados a sus padres por un ángel; y él fue engendrado sin que sus padres tuvieran relaciones sexuales. Con estas cosas, y otras más, Dios lo identificó como alguien con la misión divina de ser el fundador de una nueva religión (el cristianismo). Otra característica era que el fundador de la religión fuera de la tribu de Leví; y el cristianismo, como el judaísmo y el bautismo, fue fundado por un descendiente de la tribu de Leví, que era la tribu de donde provenían los sacerdotes y los levitas en el judaísmo. Ambos padres de Moisés eran de la tribu de Leví; y ambos padres de Juan el Bautista también, pues estos eran descendientes del hermano de Moisés (Aarón); pero como el sacerdocio de Jesús es según el orden de Melquisedec, en el cual el sacerdote es también rey, Jesús tenía que provenir de la tribu de Leví para ser sacerdote y de la tribu de Judá para ser rey. Jesús cumplió con esto siendo de la tribu de Leví por parte de madre, y siendo de la tribu de Judá por parte de padre. Su madre (María) era pariente de la madre de Juan el Bautista (Elisabet), quien era descendiente de Aarón; y su padre (José) era descendiente del rey David. Era necesario que fuera así, porque Dios había establecido que en Jerusalén todos los sacerdotes tenían que ser descendientes de Aarón, quien era de la tribu de Leví, y todos los reyes tenían que ser descendientes del rey David, quien era de la tribu de Judá. Otra característica era estar lleno del Espíritu Santo, y ésta, como Moisés y Juan el Bautista, también Jesús la tenía: el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma. Además, una voz del cielo (la de Dios) dijo que Jesús era su hijo amado. Así Jesús queda confirmado en la Biblia como el fundador de una religión verdaderamente ordenado por Dios; y si él fue verdaderamente ordenado por Dios, su religión también lo fue. Los sacramentos básicos del cristianismo El problema espiritual de los seres humanos es que se desvincularon de Dios, y para que vuelvan a tener una relación saludable con Él, es necesario primero que se sientan culpables de ello; segundo, que se arrepientan; y tercero, que se consideren perdonados. No basta con sentirse culpable, hay que arrepentirse; y no basta con arrepentirse, hay que considerarse perdonado; pero para considerarse perdonado, primero hay que arrepentirse; y para arrepentirse, primero hay que sentirse culpable. Hacer que las personas se sientan culpables por sus pecados es el objetivo de los diez mandamientos, que tiene su origen en la religión fundada por Moisés; hacer que se arrepientan (que se comprometan a dejar de hacer el mal y se dediquen a hacer el bien) es el objetivo del bautismo en agua, que tiene su
Voy a tratar de situar el contenido y el alcance de mi ponencia haciendo unas breves anotaciones: «Espiritualidad» es una palabra desafortunada. Casi siempre se la vincula con la religión, y para muchos significa algo alejado de la vida real, algo inútil que no se sabe exactamente para qué puede servir. Lo que interesa es lo concreto, lo práctico, lo material, no lo «espiritual». Sin embargo, el «espíritu» de una persona es algo muy valorado incluso en la sociedad actual, pues indica lo más hondo de su propio ser: sus motivaciones últimas, su ideal, la pasión que lo anima, la mística por la que vive y trabaja, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo. La «espiritualidad» en su sentido más amplio consiste en vivir realmente con espíritu, no de forma inconsciente, automática, vacía. Según sea el «espíritu» que inspira e impregna nuestros proyectos y compromisos, así será nuestra espiritualidad. Se puede vivir con «espíritu franciscano» o con «espíritu capitalista». La espiritualidad no es patrimonio de las religiones. Cualquier persona que vive con hondura y calidad humana su existencia, vive con una determinada espiritualidad que motiva su vida, inspira su comportamiento y configura sus valores y el horizonte de su ser. Sin embargo, es cierto que la espiritualidad es algo muy propio de la experiencia religiosa. La religión sitúa al ser humano frente al misterio último de su existencia, invita a descubrir el verdadero sentido de la vida y a tomar opciones fundamentales; ¿cuál es nuestro Dios? ¿Cuál es el centro de nuestra vida? ¿Dónde ponemos nuestra última esperanza? Los cristianos hablamos hoy de diferentes escuelas o corrientes de espiritualidad: espiritualidad luterana, calvinista o católica; espiritualidad monástica, laical, familiar, sacerdotal; espiritualidad benedictina, ignaciana, teresiana. Como es obvio, la espiritualidad cristiana consiste en seguir a Jesús de manera que su experiencia de Dios y su Espíritu sean los que configuren nuestra vida. Esto es lo que diferencia la espiritualidad cristiana de la budista, la judía o la islámica.
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