2014, Electronic dance muic
Hace ya mucho tiempo-tiempo largo si consideramos la rápida y cambiante escala temporal de nuestros días-que la música electrónica existe entre nosotros. Por lo general, como siempre ocurre cuando se les enfrenta a una nueva experiencia estética, el público y el común oyente musical permane-cen fríos, confundidos o boquiabiertos ante este tipo de música. A menudo, esta confrontación produce reacciones violentas, las cuales se manifiestan de diversos modos que van desde el desdén y la crítica antilógica a un puro emo-cionalismo cargado de negatividad. Los críticos y musicólogos-como es tam-bién usual-se muestran impotentes para predecir qué le pasará a esta peculiar , "misteriosa" y a menudo anatematizada manera de componer música. Asímismo, los compositores de tipo tradicional-sin incluir, desde luego, los que pertenecen al vasto mundo de la música popular-se muestran también confundidos o reaccionan vitriólicamente contra lo que consideran ser la destrucción del arte de la música. Por otro lado, el medio de la música elec-trónica parece atraer a una juvenil y multicolor caravana de inexpertos e impreparados jóvenes, por lo general de aspecto bohemio, intitulados así mis-mos "compositores", quienes parecen creer que el mundo comenzó ayer y sólo hay que apretar unos cuantos botones y preparar unas cuantas tarjetas IBM para obtener resultados mágico Probablemente, la música del siglo xx no se había enfrentado con un tópico polémico de esta envergadura desde los tiempos en que Schonberg pro-clamó el igual valor absoluto de los doce tonos de la una vez sagrada y hoy en día obsoleta escala temperada. La música electrónica, por un lado, ofreció desde su inicio al compositor innumerables posibilidades relacionadas con las concepciones de tiempo, espacio, ritmo, densidad y forma. Bien pronto fue evidente, por otro lado, que el medio presentaba limitaciones tímbricas, así como dificultades relacionadas con la claridad de comunicación de la for-ma. Pero no importa cuán graves eran estas limitaciones, el compositor sintió desde el principio que tenía a su disposición un medio de creatividad suma-mente flexible y multifacético. Y como la atonalidad, el dodecafonismo, la serialización de los elementos musicales y la desaparición de los últimos ves-tigios del nacionalismo musical romántico, la música electrónica se ha esta-blecido permanentemente. Primeramente, ¿qué es la música electrónica en esencia? La música electró-nica-como bien explica Gordon Mumma en el Vol. 12, No;> 3 (Julio de 1964) del ¡oumal 01 the Audio Engineering Society-"se refiere en general a toda música compuesta directamente en cinta magnetofónica por medio de elemen-tos electrónicos". Sabemos, desde luego, que el interés de los compositores por producir música con este tipo de medios es tan antiguo como la invención del tubo de radio. Edgar Vares e, ya en la década del 30, concibió semejaJlte música, y él mismo-intenso pionero que es-dejó de componer por muchos años en espera de que los sonidos que bullían en su mente pudiesen tener una realización efectiva. En realidad, su Poema Electrónico, compuesto para • 29 •