La Genealogia de la moral - Nietzsche.pdfNo nos conocemos a nosotros mismos, nosotros los conocedores. Pero esto tiene su razón de ser. Si nunca nos hemos buscado, ¿cómo íbamos a poder encontrarnos algún día? Con razón se ha dicho: <donde está vuestro tesoro, allí está también vuestro corazón>; nuestro tesoro está donde se hallan las colmenas de nuestro conocimiento. Estamos siempre de camino hacia allí, como animales dotados de alas desde su nacimiento y colectores de la miel del espíritu, y en realidad es una sola cosa la que íntimamente nos preocupa: <traer algo a casa>. En lo que se refiere al resto de la vida, a lo que se ha dado en llamar <vivencias>, ¿quién de nosotros tiene siquiera la seriedad suficiente para ello?, ¿o el tiempo suficiente? Este problema del valor de la compasión y de la moral de la compasión (soy un enemigo del vergonzoso reblandecimiento moderno de los sentimientos) parece ser en un primer momento solamente algo separado, un signo de interrogación por sí mismo. Pero a quien se detiene aquí, a quien aprende a preguntar, le pasará lo que a mí; se le abre una enorme perspectiva nueva, una posibilidad se apodera de él como el vértigo; surgen todo tipo de desconfianzas, recelos, temores; la fe en la moral, en toda moral, se tambalea, u finalmente le habla en voz alta a una nueva exigencia. Expresémosla, esta nueva exigencia: necesitamos una crítica de los valores morales, hay que cuestionar el valor mismo de esos valores, y para ello hace falta un conocimiento de las condiciones y circunstancias de las que han surgido, bajo las que se han desarrollado y han tomado diversas formas (moral como consecuencia, como síntoma, como máscara, como tartufería, como enfermedad, como veneno), un conocimiento tal y como hasta ahora no lo ha habido, y ni siquiera se ha deseado. Se tomaba el valor de esos <valores> como dado, como efectivo, como si estuviese más allá de todo cuestionamiento; hasta ahora no se ha dudado ni vacilado lo más mínimo en considerar el valor <bueno> más valioso que el valor <malo>, más valioso en el sentido del fomento, la utilidad, el desarrollo de el hombre como tal (el futuro del hombre incluido). ¿Y si sucediese más bien al contrario? ¿Y si en el <bueno> residiese un síntoma de retroceso, e igualmente un peligro, una tentación, un veneno, un narcótico, gracias al cual acaso el presente viviese a costa del futuro, quizá con más comodidad, menos peligrosamente, pero también con menos estilo, de modo más bajo?... ¿De manera que justo la moral fuese la culpable de que el supremo poderío y esplendor del tipo <hombre>, de suyo posible, nunca se alcanzase? ¿De manera que justo la mora fuese el peligro de los peligros?...
Friedrich Nietzsche La genealogia de la moral 5u3La genealogía de la moral es la obra más sombría y cruel de Friedrich Nietzsche. Su primer tratado se ocupa de la contraposición entre los conceptos de «bueno» y «malo», así como de la posterior transformación de su significado por obra de la interpretación judeo-cristiana. El segundo tratado analiza la mala conciencia, cuya causa en épocas primitivas era la culpa entendida no en el sentido de responsabilidad moral, sino como equivalente a una deuda material. La última parte, que anuncia el nuevo ideal del superhombre, analiza el significado del ascetismo. Nietzsche realiza en La genealogía de la moral un ejercicio de aplicación de su psicología de la 'voluntad de poder'. Se trata de derivar todas las nociones espirituales a partir del cuerpo, entendido este como un conjunto de pulsiones reducidas, en último término, a la voluntad artística de poder, o fuerza en que consiste la vida. Introducción Estos «tres decisivos trabajos preliminares de un psicólogo para una transvaloración de todos los valores» (Nietzsche, en Ecce homo, p. 110) [*], de los que se compone La genealogía de la moral, han sido considerados siempre como la obra más sombría y más cruel de su autor. Es éste un libro a cuya base se encuentra una veracidad radical de Nietzsche para consigo mismo y para con sus lectores; las inhibiciones de todo tipo caen cada vez más, y así la verdad va quedando desnuda, «toda verdad, incluso la verdad simple, áspera, fea, repugnante, no-cristiana, no moral… Pues existen verdades tales» (véase luego, p. 30). Nietzsche actúa aquí como alguien que, frente a una serie de enmascarados, tiene la osadía de alargar su mano y arrancar de un golpe la careta. Ahí tenéis, nos dice, lo que de verdad son la conciencia, la compasión, el bien y el mal, el sacerdote, y sobre todo, y ésta es una revelación terrible, el sacerdote enmascarado; es decir, el filósofo, esto es, el filósofo habido hasta ahora. Pues yo anuncio una nueva filosofía. Hasta ahora, dice Nietzsche, el filósofo ha distado mucho de ser un espíritu libre: todavía creía en la verdad. Es necesario preguntarse por el valor de la verdad, es necesario «poner en entredicho alguna vez, por vía experimental, el valor de la verdad» (véase luego, p. 175). Por otro lado, el carácter no-aforístico, sino continuado y sistemático de esta obra ha sido un segundo elemento que ha llamado siempre la atención de los estudiosos sobre ella. Nietzsche no se contenta aquí con lanzar una estocada-un aforismo-sobre un problema, como hacía en obras anteriores, para continuar adelante a la caza de otras cuestiones, otras resistencias, otras luchas, sino que se enfrenta a tres problemas y morosamente los sigue y persigue hasta sus últimos escondrijos. Para ello acude a todo su refinado arte de psicólogo y, muy en particular, a sus conocimientos históricos. Podía, sin duda, realizarlo, pues se encontraba en la cumbre de su madurez. En el verano de 1887, mientras compone esta obra en Sils-Maria, Nietzsche siente que se aproxima su otoño, un otoño cargado de frutos, que luego, cuando sople el viento del cercano hundimiento psicológico, dejará caer al suelo la atropellada muchedumbre de verdades que se agolpan en las obras del año siguiente. No se trata en este libro de ideas que vinieran a la mente de Nietzsche precisamente en este verano. Son verdades ya antiguas, procedentes incluso de su infancia, pero cuya perduración refuerza en él «la gozosa confianza de que, desde el principio, no surgieron en mí de una manera aislada, ni fortuita, ni esporádica, sino de una raíz común, de una voluntad fundamental de conocimiento» (véase luego, p. 18). Estructura de La genealogía de la moral Unos meses más tarde, en esa especie de Juicio Universal de sí mismo y de su obra que es el Ecce homo, Nietzsche realiza la autocrítica de este libro. No nos habla www.lectulandia.com-Página 5 aquí de las circunstancias de su nacimiento, como hace al referirse a otros escritos; su publicación estaba demasiado cercana aún; y, por otro lado, había explicado ese punto en el amplio prólogo. Por el contrario, en unas líneas iluminadas por el fuego de una ardiente autorreflexión, pero aparentemente serenas y frías, nos traza su estructura. Dicen así: Los tres tratados de que se compone esta Genealogía son acaso, en punto a expresión, intención y arte de la sorpresa, lo más inquietante que hasta el momento se ha escrito. Dionisio es también, como se sabe, el dios de las tinieblas.-Siempre hay un comienzo que debe inducir a error, un comienzo frío, científico, incluso irónico, intencionadamente situado en primer plano, intencionadamente demorado. Poco a poco, más agitación: relámpagos aislados; verdades muy desagradables se hacen oír desde la lejanía con un sordo gruñido,-hasta que finalmente se alcanza un tempo feroce (ritmo feroz), en el que todo empuja hacia adelante con enorme tensión. Al final, cada una de las veces, entre detonaciones horribles del todo, una nueva verdad se hace visible entre espesas nubes.-La verdad del primer tratado es la psicología del cristianismo: el nacimiento del cristianismo del espíritu del resentimiento, no del «espíritu», como de ordinario se cree,-un antimovimiento por su esencia, la gran rebelión contra el dominio de los valores nobles. El segundo tratado ofrece la psicología de la conciencia: ésta no es, como se cree de ordinario, «la voz de Dios en el hombre»,-es el instinto de la crueldad, que revierte hacia atrás cuando ya no puede seguir desahogándose hacia fuera. La crueldad, descubierta aquí por vez primera como uno de los más antiguos trasfondos de la cultura, con el que no se puede dejar de contar. El tercer tratado da respuesta a la pregunta de dónde procede él enorme poder del ideal ascético, del ideal sacerdotal, aunque éste es el ideal nocivo par excellence, una voluntad de final, un ideal de decadence. Respuesta: no porque Dios esté actuando detrás de los sacerdotes, como se cree de ordinario, sino faute de mieux (a falta de algo mejor)-porque ha sido hasta ahora el único ideal, porque no ha tenido ningún competidor. «Pues el hombre prefiere querer incluso la nada a no querer…» Sobre todo faltaba un contraideal-hasta Zaratustra.-Se me ha entendido. Tres decisivos trabajos preliminares de un psicólogo para una transvaloración de todos los valores.-Este libro contiene la primera psicología del sacerdote (Ecce Homo, pp. 109-110). Sobre el Tratado primero: «bueno y malo», «bueno y malvado» El comienzo «frío, científico, incluso irónico», se refiere aquí a los psicólogos ingleses. Nietzsche se burla suavemente de ellos, de esas ranas viejas, frías, aburridas, que chapotean en la ciénaga humana. Siente cariño por ellos, le gustaría que fuesen valientes y magnánimos. Pero en seguida viene la grave acusación: carecen de espíritu histórico. Se www.lectulandia.com-Página 6 10 La rebelión de los esclavos en la moral comienza cuando el resentimiento mismo www.lectulandia.com-Página 26