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2019, Revista Mensaje
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En este libro, Patxi Álvarez - quien estuvo a cargo del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología (SJES) de la Curia General de la Compañía de Jesús entre los años 2011 y 2017 - nos ofrece una mirada histórica al apostolado social desarrollado por los jesuitas desde sus inicios.
El presente trabajo se centrará en la elección que debe hacer un abogado frente a un caso laboral con un cliente que tiene una pretensión monetaria baja, su elección oscila entre si debe cerrar el caso en instancia conciliatoria del SECLO o si es preferible esperar a la sentencia y su regulación de honorarios. Partiré de la afirmación de que el abogado tendrá una preferencia a cerrar el caso en la instancia conciliatoria. Mi base de análisis será sobre la decisión puntual que debe tomar un profesional del derecho que litigue o sea en clave individualista metodológica conforme postula Weber por el cual el proceso social de selección de casos puede ser deducido de los principios que gobierna el comportamiento de este individuo. Al tomar como variable de análisis el costo económico que le representa al profesional, esta será considerada como la piedra angular que termina de definir la postura del profesional a la hora de plantear una estrategia frente a casos, por lo tanto consideraré al individuo como homo economicus, autointeresado para satisfacer sus deseos de consumo a través de la ganancia que le puede traer un litigio exitoso.
2011
Destacamos que si bien la probabilidad es para todas las clases, para la clase baja ser testigos de un delito puede implicar el rechazo y hasta la agresión de los vecinos de igual clase. Las clases bajas, en general, no colaboran con la justicia ni con la policía pues eso es ser delator, "buchón".
Vatican News, 2020
En el mes de agosto el Papa comenzó un nuevo ciclo de catequesis bajo el título “Curar el mundo”. La pandemia ha abierto una herida en la humanidad que necesita ser sanada y Francisco nos invita a mirar a Cristo para buscar juntos un camino de salud. Como en el caso del paralítico de Cafarnaún, a quien los amigos descuelgan del techo y ponen frente a Jesús, la sanación que Él nos ofrece no es sólo física sino integral. En Cristo nuestra vida puede curarse desde su raíz. Podemos nacer de nuevo. Si bien la redención es hecha por Cristo, no llega a nosotros independientemente de nuestro compromiso con la historia. Los cristianos estamos llamados a continuar su obra de sanación. De aquí la profética interpelación que Francisco nos presenta:¿cómo podemos ayudar a sanar nuestro mundo, hoy? A modo de orientación ofrece algunos principios de la Doctrina Social de la Iglesia que irá desarrollando en sucesivos encuentros. Uno de ellos es la opción preferencial por los pobres, al que relaciona con la virtud de la caridad y le dedica la tercera de sus catequesis de este ciclo (19/8/20). Allí repite y actualiza la enseñanza de la Iglesia presentando esta preferencia como una opción teológica. Debemos optar por los pobres porque Dios optó primero. Y no fue ésta una elección marginal en el plan de Dios. Dos veces en esa catequesis Francisco afirma que “la opción preferencial por los pobres está en el centro del Evangelio”. Los caminos por los que busquemos curar al mundo tienen que estar marcados por un amor de preferencia hacia los que las sociedades relegan a las periferias. No intentaremos en estas reflexiones entrar en el terreno de estas acciones posibles sino buscar la luz de la Revelación sobre el principio de la opción por los pobres que debe animarlas. Dios opta por los pobres En Evangelii Gaudium el Papa aborda el tema en profundidad. Allí explica que el corazón de Dios tiene un lugar de privilegio para los pobres (EG 197). De aquí se desprende por simple lógica que si son los preferidos de Cristo deben ser los preferidos de los cristianos. La teología que subyace a esta opción arraiga en la cristología. Benedicto XVI al inaugurar la Conferencia de Aparecida la presentaba como “una opción que está implícita en la fe cristológica” (DA 392). En ese mismo encuentro los obispos dirán: “todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo” (DA 393). El mundo de los pobres puede verse desde muchas perspectivas. Desde la Iglesia siempre lo vemos desde Cristo. De no ser así estaríamos errando el planteo de raíz. Miramos a los pobres desde un Cristo que “se hizo pobre” (2Co 8,9) y que les otorgó a ellos su “primera misericordia” (Juan Pablo II). En el rostro doliente de los pobres está Cristo llamándonos a ponerle el hombro a su cruz (“tuve hambre y me diste de comer…”). “Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres” (Francisco, I Jornada mundial de los pobres). Para la Iglesia, los pobres antes de ser personas que no han accedido a todos los bienes del desarrollo moderno son un “sacramento de Cristo” (Pablo VI). Reconocer la fuerza salvífica de los pobres Pero la opción por los pobres no se agota en que sean objeto de una misericordia preferencial de nuestra parte. La Palabra de Dios nos lleva más lejos. El lugar de los pobres en el plan de salvación es un misterio de fe al que debemos acercarnos descalzos. El Papa Francisco nos llama a “reconocer la fuerza salvífica de sus vidas” (EG 198) y para hacerlo debemos desprendernos de valoraciones meramente humanas. Es contra razón pensar que la pobreza y la impotencia sean eficaces, sean redentoras. No es algo que nos pueda revelar ni la carne ni la sangre. Sólo la gracia de Dios nos puede hacer verlo. “Todo el camino de nuestra redención está signado por los pobres” (EG 197). Cuando Cristo se hizo pobre tuvo esa cosa misteriosa, que excede la razón, de unirlo al pobre con Él y asociarlo a su salvación. Les dio a sus vidas una eficacia redentora. Dios desde la sobreabundancia de su amor quiere sanar a la humanidad del poder del pecado y de la muerte. Lo hace por Jesucristo, que carga sobre sí todas las heridas del mundo para darles un sentido nuevo. Cristo con su Pasión sana y lleva al Reino. Según la enseñanza paulina, puede pensarse que el Cristo que sufre la Pasión no es Él solo. San Agustín habla del “Cristo total”, Cristo cabeza unido a sus miembros, como sujeto de la Pasión. Es decir, que la redención se hace por la Pasión de Cristo y por la pasión de todos los miembros de Cristo que completan su Pasión (cf. Col 1,24). Todos los sufrientes, en general, completan la Pasión de Cristo, pero sobre todo y fundamentalmente los pobres. Con ellos Él se identificó explícitamente: “tuve hambre y me diste de comer…” (Mt 25 31,46). Esto le da a la vida de los pobres una nueva dimensión que excede su condición de destinatarios de nuestra misericordia. Ellos -aun sin saberlo- son sujetos, actores, protagonistas de la redención. Por ellos Dios está derramando su salvación entre nosotros. Ante esto no hay que escandalizarse como se escandalizaron los apóstoles en la Pasión. Así como Cristo en su cruz cargó nuestros sufrimientos, estos otros cristos cargan nuestros dolores en sus vidas cruciformes. Del Redentor se dijo: “por sus llagas hemos sido sanados” (Is 53,5). Su redención continúa y hoy -misteriosamente- nos sanan las llagas de tantos que sufren en los campos de refugiados o en las orillas de nuestras ciudades opulentas e indiferentes. No se trata de pobres ideales o mitificados. Hombres y mujeres concretos que -mientras nosotros leemos ideas sobre ellos- están luchando trabajosamente para apenas sobrevivir. Seres humanos a los que Dios les da una fuerza sobrehumana para seguir apostando a la vida cada día. Hoy el mundo necesita ser curado, no solo de un virus casi invisible sino de las patologías sociales bien visibles que nos llevan a naturalizar que haya millones de personas hundidas en los sufrimientos de la pobreza. Necesitamos nacer de nuevo. Difícil será que se logre sin la fuerza histórica de los pobres. Ellos están mejor preparados que nadie para lidiar con la muerte. Lo vemos todos los días en nuestros barrios populares. Dios sabrá cuales sean los caminos históricos por los que nos llegará la salud que quiere darnos. Pero hay algo que sí podemos saber: si sigue la lógica de la redención de Cristo esa sanación nos va a llegar desde los pobres
2010
Resumen:La doctrina social de la enciclica Caritas in veritate necesita una elaboracion para darle forma de catequesis social. Se seleccionan textos de caracter inspirador, motivador o normativo, se reformulan para facilitar su comprension por los sencillos, se reunen por temas y se organizan en tres categorias segun esten al alcance de ninos hasta doce anos, de adolescentes hasta dieciocho anos o de adultos. Se sugiere incorporar estos contenidos en procesos y materiales formativos sintonizados con las culturas locales.Palabras clave: enciclica - doctrina social de la Iglesia – catequesis social – globalizacion– crisis economica – desarrollo humano.
Por: Michelle Marulanda Ossa ¿Qué es la justicia?; bajo qué criterios podemos pensar: ¿qué es lo justo? Y ¿Qué es lo injusto? ¿Es la justicia colombiana la más acertada? Si no lo es, ¿Por qué no funciona?
Fui de la generación que creció con aquella frase emblemática “A luchar por la justicia” utilizada por Supermán cada vez que se enfrentaba a la difícil tarea de “salvar” el mundo. Al igual que muchos contemporáneos, nuestras tardes y fines de semana giraban en torno a querer algún día tener las habilidades futbolísticas de Oliver Atom que recorría una cancha que pareciera que no tuviera fin; las peleas de Seiya e Ikki de Fénix (caballeros del Zodiaco), Gokú y Vegueta (Dragon Ball), León - O y Munrra (Los Thundercats); o en la búsqueda eterna de José Miel a su mamá. Crecimos con los estereotipos que Disney nos vendió y que sigue haciéndolo con las nuevas generaciones, y que son “un problema social, originarios de las diferentes clases sociales, la discriminación, etc.
Revista Via Iuris, 2008
Arete, Revista de Filosofía, vol. XXV, N° 2, 2013
Resumen: En este artículo comparo y evalúo críticamente las concepciones sobre la justicia global de Sreenivasan y Pogge. Mientras Sreenivasan sostiene que todas las teorías sobre la justicia global actualmente existentes concuerdan en que los países ricos deberían transferir al menos una porción de sus riquezas a los pobres, Pogge reclama que todas las teorías sobre la justicia global concuerdan en que los países ricos deberían dejar de dañar a los pobres en primer lugar. En este artículo, trataré de mostrar (i) que la propuesta de Sreenivasan, como es presentada en sus artículos, es lo suficientemente amplia como para ser aceptable para algunas teorías de justicia internacional distributiva, pero no para todas ellas; (ii) que la propuesta de Pogge es más amplia que la de Sreenivasan, en el sentido de que aspira a obtener sustento en todas las diversas concepciones de justicia internacional distributiva, pero depende de la afirmación de que los países desarrollados dañan actualmente a la pobreza global -una afirmación que intentaré defender-; y (iii) que la visión de Pogge y Sreenivasan son compatibles. De hecho, si Sreenivasan asumiera la afirmación central del argumento de Pogge en su propia propuesta, el alcance de las teorías desde las que él podría ganar sustento sería mucho más amplio.
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Dialéctica, 2009
Padres Y Maestros Publicacion De La Facultad De Ciencias Humanas Y Sociales, 2012
20 años de la Ley de Subvenciones, 2023
Avances en Interacción Humano-Computadora
Revista Electrónica Educare , 2015
Zerbitzuan Gizarte Zerbitzuetarako Aldizkaria Revista De Servicios Sociales, 1988