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La idea de que la cultura puede ser un gran negocio, no es nueva; tampoco lo es señalar que los cambios en los patrones de consumo y el aumento de los ingresos reales están fomentando un crecimiento en la demanda de bienes y servicios culturales en el mundo industrializado. Pero vale la pena reafirmar esta coyuntura económica básica en el contexto más específico de los museos e instituciones del patrimonio. Ante todo, debemos tener en cuenta que son muchas las instituciones del patrimonio cultural que existen en el mundo. Estas instituciones adquieren una enorme diversidad de formas, aparte de las más conocidas (como los museos): parques temáticos históricos, ecomuseos, centros de ciencia y tecnología, instituciones conmemorativas y centros de interpretación.
La investigación sobre el diseño de museos se ha afianzado significativamente en los últimos años y continúa desarrollándose en direcciones cada vez más experimentales, colaborativas y prácticas. Antes del año 2000, existían muy pocos estudios sobre el diseño aplicado a museos que fueran verdaderamente analíticos y consistentes, así como sobre las relaciones y colaboraciones que ahora definen un campo que parecía inexistente por aquel entonces. A partir de ahí, y vinculadas a la transformación y complejidad creciente del diseño de museos en sí, la investigación sobre el tema (incluida la arquitectura de museos, el diseño de exposiciones, la museografía didáctica e interactiva y/o lo que ahora se conoce comúnmente como experiencia o diseño interpretativo) ha ido evolucionando y tomando forma gracias a un número creciente de investigadores representativos de la diversidad del diseño aplicado a la museística. El resultado de todo esto es una comunidad de investigación pequeña pero muy dinámica, que abarca a una gran variedad de profesionales de los museos y de las industrias creativas y educativas, además de englobar campos tan diversos como la arquitectura, las diferentes disciplinas de diseño, los estudios de visitantes, el aprendizaje, el teatro, la animación, el cine y los audiovisuales.
Durante todo el siglo XX, se fueron sucediendo los cambios que dieron forma a las sociedades industrializadas, cuyas economías iban alejándose paulatinamente de su dependencia de la manufactura de bienes (fabricación y comercio de productos básicos y de consumo) para consolidarse cada vez más como una economía basada en los servicios (desarrollo y comercio de conocimientos y habilidades). Estos cambios situaron los aspectos sociales de la actividad económica en un primer plano.
Si bien todavía hay gente que considera que los museos y las industrias creativas tienen poco en común, cabe destacar la variedad y el valor del intercambio entre estos sectores, mostrando los inicios de un cambio de actitud en la idea misma de reunirlos. Por otro lado, comprobamos que existe un creciente interés por los museos entre los creadores y los agentes de las industrias creativas, como un recurso valioso para desarrollar productos y servicios con un alto valor añadido.
Los museos forman una parte relevante en la promoción de las industrias turísticas, en el desarrollo de la economía local y en la creación de empleo. Al competir por el consumo del tiempo libre, deben construir estrategias de comunicación y marketing inspiradas en los éxitos que otras instituciones e industrias de entretenimiento han logrado con su diseño e implantación, ya que todos luchan por el mismo trozo del pastel: atraer la atención y el interés de las mismas personas. El objetivo de muchos de los enfoques actuales orientados a captar visitantes es producir una experiencia inmersiva que se pueda diseñar mediante el uso de tecnologías de las TICs, ideas creativas, juegos digitales y técnicas de gamificación, que ya han demostrado ser exitosas en otros terrenos del entretenimiento masivo. Para promover los museos como destinos atractivos, las campañas de marketing de guerrilla se han convertido en opciones que éstos deberían considerar.
Actualmente, muchos museos programan actividades que van más allá de una visita a su colección (permanente) y exposiciones. Si entramos en los sitios web de algunos museos proactivos, pronto descubriremos que hay mucho más que ver y hacer en ellos. Los museos entienden cada vez más y mejor que se mueven en un mercado competitivo; trabajan por su sostenibilidad pidiéndonos nuestro tiempo libre, lo que a su vez ha creado una gran presión para desarrollar formas operacionales más amigables para los visitantes (Johnson, 2003, p. 317).
A lo largo de los años, se han desarrollado estudios que emplean la sintaxis espacial para intentar aportar coherencia y rigor al análisis de la distribución espacial en los museos. A partir de estos conceptos se pretende relacionar el espacio del museo con diferentes aspectos del “cómo funcionan” arquitectónicamente. El espacio se convirtió en el tema unificador en los estudios de museos, cuyo enfoque funcional abarcaba desde la organización de la circulación interior hasta el papel del espacio museístico como sistema simbólico. Durante todo este tiempo, se ha incrementado la toma de conciencia respecto a la dimensión espacial en los estudios de museos, tanto que, hoy por hoy, es uno de sus temas centrales. El contexto físico del museo está considerado como uno de los factores clave que conforman la experiencia de su visita. Junto al aspecto personal (las experiencias, los conocimientos y los intereses del visitante individual) y al contexto social (grupo acompañante, otros visitantes, personal, familias), se crea lo que Falk y Dierking (1992) denominan: “Modelo de Experiencia Interactiva (MEI)”. Los estudios museísticos abordan una diversidad de problemas tales como la forma en que podemos conceptualizar el espacio del museo, concibiendo las exposiciones como «textos» (narrativa) o «mapas» (recorridos), así como el papel del espacio en la experiencia de aprendizaje del visitante y la capacidad del museo para comunicar ideas y construir conocimientos generando significados...
El papel de los museos ha estado evolucionando constantemente a medida que la sociedad ha ido cambiando. Inicialmente, su misión estaba centrada en la recolección y conservación de objetos y artefactos. Más tarde se produjo una transición para enfocarse en sus audiencias y asegurar que sus colecciones fueran accesibles a las personas de la calle, focalizándose en la educación popular como una manera de relacionar mejor las colecciones con su audiencia. Actualmente se está produciendo un nuevo cambio para abordar asuntos sociales en estas instituciones.
Es ya un consenso internacional que las industrias culturales son el sector más dinámico del desarrollo social y económico de la cultura, el que atrae más inversiones, genera mayor número de empleos e influye a audiencias más amplias en todos los países.
La empatía está ligada a la naturaleza de todos los mamíferos, sin excepción. La capacidad empática se muestra en algunas especies más que en otras, convirtiéndose en una función básica, neuroquímica en nuestro caso, para ayudarnos a generar relaciones sociales. La empatía fomenta los lazos sociales que nos unen, proporcionando el fundamento biológico para el cumplimiento de las normas sociales y la construcción de la confianza social. Por lo tanto, es particularmente inquietante que los investigadores de todo el mundo hayan detectado una progresiva disminución de esta capacidad humana, crucial en un momento en que necesitamos profundamente fomentar la comprensión entre todos. La buena noticia es que, de la misma manera que podemos rehabilitar las lesiones físicas, se pueden reciclar nuestras mentes para fortalecer las debilitadas habilidades empáticas humanas. Las fortalezas inherentes de los museos las posicionan como “motores de empatía”, muy eficaces para entender al “otro” y para fortalecer así nuestros lazos sociales...
El concepto de “paisaje sensorial” en los museos parte del impacto sensorial que producían los objetos indígenas (exóticos) cuando eran manipulados por sus coleccionistas en Europa. En primer lugar, deberíamos mencionar la importancia que ha tenido el tacto de los objetos en las colecciones europeas de los siglos XVII y XVIII, frente al predominio del sentido de la vista en el museo moderno. Las ideas sobre este tema se basan en el enfoque teórico de la “antropología de los sentidos” (Howes 1991, 2003; Classen 1993a, 1997; Seremetakis 1994), ampliándolo al análisis de las reacciones culturales y sensoriales que han producido los artefactos y objetos indígenas al ser expuestos en los museos occidentales. Nunca olvidaremos el aroma del aire del Museo del Hombre del Trocadero, entre otros, sobre todo si lo comparamos con la asepsia del aire del actual Museo Quai Branly...
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El Pensamiento Museológico Contemporáneo. ICOFOM, 2011
Revista Sociedades de Paisajes Aridos y Semiaridos, 2018
Arte, Individuo y Sociedad
Laboratorio de Arte 3, 1990