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Advocatus, 2018
En el espacio funcional de la democracia liberal ha venido primando con mucho vigor la praxis del “capitalismo salvaje”, una tesis económico-política que pugna por consolidar a toda costa el incremento de los valores bursátiles vinculados a los inversionistas más poderosos; sin parar mientes acerca de la ruina de los pequeños empresarios y la pauperización creciente de las mayorías poblacionales. Es de esta forma que la macroeconomía de ciertos países emergentes “crece” formalmente en los guarismos estadísticos, al tiempo que, en patético contraste, se ahonda la desigualdad real entre los pocos que tienen mucho y los muchos que no tienen nada.
La regla de tres o regla de tres simple es una forma de resolver problemas de proporcionalidad entre tres o más valores conocidos y una incógnita. En ella se establece una relación de linealidad (proporcionalidad) entre los valores involucrados.
En este trabajo no se pretende realizar un análisis elemento por elemento del cuadro del tercer grado. Mas bien se busca por medio de la relación de los diferentes elementos, llegar a un significado del mensaje que nuestros antepasados quisieron plasmar al dibujar el mismo, y la aplicación que como maestros masones debemos dar al grado por medio de el. El proceso que describe el Cuadro del Tercer Grado, indica un camino hacia un nuevo estado interior a través de la muerte del yo. En nuestro camino por los grados previos se comprueba el trabajo que debe realizarse en cada nivel. Por ejemplo, al examinar una de las Tres Joyas Fijas, La piedra bruta del aprendiz indicaba la responsabilidad individual ante uno mismo. En este grao, la piedra perfecta de la cámara de en medio indica que dentro del alma humana existe un criterio interno absoluto con el que el miembro debe contrastar su propia moralidad. Esta idea se transmite de otra manera. Los ornamentos e ideología del Maestro Masón son la puerta de acceso hacia el sanctasanctórum (donde se reúne la logia de los Maestros Masones), el pavimento cuadrado de esa entrada y la pequeña ventana que la ilumina. Esta colección de símbolos, y especialmente su proximidad al lugar del templo donde reside la divinidad, indica que el Maestro Masón, en el sentido en que lo definimos, es una persona consciente a un nivel psicológico relacionado con el mundo del espíritu del mismo modo que nuestro ego habitual es consciente del cuerpo y del mundo físico. Se sitúa en el pavimento cuadrado, que es el mismo símbolo de la dualidad y la separación que vimos en el Primer Grado, pero bajo la luz que procede de la ventana, ve que los objetos aparentemente independientes del mundo son sencillamente manifestaciones únicas de la esencia divina tal y como ella misma se proyecta en la existencia. En un sentido muy real, el Maestro Masón es un individuo cuya responsabilidad consiste en ser consciente de la unidad esencial y en manifestar " los deberes cotidianos del lugar que ocupa en la vida " en esa consciencia.
Até los dos cabos a un gancho que había por dentro de la ventana. Apareció mi padre y, como de costumbre, los jinetes se precipitaron a su encuentro. Sólo cinco de ellos. El sexto quedó atado a la ventana. Gritaba que los demonios se habían apoderado de él. Se le soltó el cinturón y, en la algarabía que se formó, logré huir inadvertido. Luego me divertía extraordinariamente diciéndole: "¡Así, que tampoco tú, Ne-tuk, sabes montar! De las veinticuatro horas del día, nos pasábamos dieciocho despiertos. Eran unos días de trabajo intensivo. Los tibetanos creen que es una insensatez dormir mientras hay luz natural, pues los demonios del día podrían llevárselo a uno. Incluso los bebés han de estar despiertos para que los demonios no puedan atacarlos. Y ha de cuidarse de que los enfermos no se duerman durante el día. Un monje se encarga de mantenerlos despiertos mientras hay luz natural. Nadie se libra de esto; ni siquiera los moribundos, a los que hay que tener despiertos a partir del alba y hasta bien anochecido. El caso de los moribundos es especialmente peligroso, pues si se durmiesen de día, poco antes de morirse, no podrían encontrar el camino que, cruzando las tierras fronterizas, les conducirá al otro mundo. En las escuelas nos hacían estudiar idiomas: tibetano y chino. El tibetano no es únicamente nuestro idioma patrio, sino dos distintos: el ordinario y el honorífico. Empleábamos la lengua vulgar para dirigirnos a la servidumbre y a otras personas de clase baja, y el honorífico para hablar con personas de nuestra misma o superior condición social. Es más: ¡al caballo de un noble había que hablarle en estilo honorífico! Uno de nuestros criados, al encontrar a nuestro aristocrático gato en el patio, debía dirigirse a él de este modo: " Querría dignarse el honorable Minino venir a beber esta indigna leche?" Por supuesto, era inútil emplear el tratamiento si el honorable Minino prefería quedarse donde estaba. Nuestra escuela era un local muy espacioso. En tiempos había servido de refectorio para los monjes que nos visitaban, pero desde que terminaron la reconstrucción de la casa, convirtieron aquella estancia en escuela del Estado. Asistíamos a las clases por lo menos sesenta niños. Permanecíamos sentados en el suelo con las piernas cruzadas y también en un banco muy largo y muy bajo. Nos sentábamos dando la espalda al maestro para que no pudiéramos saber cuándo nos estaba mirando. Nos hacía trabajar sin perder un minuto. El papel tibetano está hecho a mano y es muy caro, demasiado para dárselo a un niño. Por eso usábamos pizarras. Nuestros "lápices" eran tizas duras que podían encontrarse en los montes Tsu La, que dominaban a Lhasa con sus 3.700 metros. Y Lhasa está a su vez a casi 3.700 metros sobre el nivel del mar. Yo procuraba encontrar tizas de color rojizo, pero a mi hermana Yaso le gustaban muchísimo las de color morado. Podíamos obtener una variada gama de colores: rojos, amarillos, verdes, azules, con gran riqueza de matices. Creo que algunos de los colores se debían a la presencia de unos yacimientos metálicos en la base de tiza suave. La verdad es que la aritmética me fastidiaba. Si setecientos ochenta y tres monjes bebían cada uno cincuenta y dos copas de tsampa al día, y cada copa contenía cinco octavos de medio litro, ¿qué tamaño debía tener la vasija necesaria para la provisión de una semana? Mi hermana Yaso resolvía estos enigmas con asombrosa facilidad. Yo no era tan listo. En cambio, me vi en lo mío en cuanto empezamos a tallar en madera. Esto me gustaba y lo hacía bastante bien. En el Tíbet se hace toda la impresión con planchas de madera grabada. De ahí que el arte de labrar la madera tuviese una buena salida. Pero a los niños no nos permitían gastar madera, que estaba muy cara y había que traerla de la India. La madera tibetana era demasiado basta y carecía de la adecuada granulación. Usábamos una especie de piedra pómez que se podía cortar fácilmente con un cuchilo bien afilado. ¡Y a veces empleábamos queso rancio de yak! Lo que nunca se dejaba de hacer era recitar las Leyes. Teníamos que decirlas en cuanto entrábamos en la escuela y al terminar la clase, para que nos permitieran marcharnos. Estas leyes eran:
Reencuentro, 2004
Universities have a third function in addition to teaching and research; cultural dissemination. This may also be called cultural popularization, or included in cultural extension, according to the practices of the institution. This function has an indefinite nature, but its legal basis rests on the right to culture. It is, however, vulnerable to the budget and market considerations which are eroding public universities in Latin America. The trend towards cultural homogeneity, championed by globalization, threatens national cultures. Latin American universities must incorporate urban cultural centrality as an alternative way to seek modernity without losing their countries' own original cultures.
Que el Tercer Reich fue una pesadilla para buena parte del pueblo alemán, y de tantos países europeos, es mucho más que una figura literaria. El descubrimiento de los hornos crematorios de los campos de exterminio, al finalizar la guerra, junto a los macabros hallazgos que desde entonces hasta recientemente han ido saliendo a la luz, superan la más espantosa de las pesadillas. Pero ese potencial destructivo tardó en desplegarse con toda su fuerza. Y cabe preguntarse si en los inicios de esa barbarie los ciudadanos alemanes pudieron captar indicios de lo que se estaba fraguando. Y como analistas, además, sentimos curiosidad por saber si en sus sueños intuyeron algo de todo eso. Una publicación relativamente reciente que acaba de llegar a nuestras a manos, ofrece un valioso documento que responde a esa curiosidad. Una muestra. Un empresario de 60 años de edad, socialdemócrata, jefe de una mediana empresa, al tercer día del acceso de Hitler al poder, sueña lo siguiente: Goebbels, el mandatario nazi ministro de propaganda, le visita en su fábrica. El hombre llama a los empleados a formar en filas, y, al intentar el saludo hitleriano, tarda media hora en alzar el brazo. Una vez conseguido, Goebbels le dice que no quiere su saludo, y se marcha. El hombre queda humillado frente a sus empleados con el brazo en alto, mientras fija su mirada en la cojera del jerarca. La misma temática onírica persigue al hombre en varias ocasiones, con algunas variantes. Por ejemplo, que en el momento de realizar el esfuerzo para levantar el brazo se le quiebra la columna. La autora de la publicación lo considera una parábola de cómo se ejercía la violencia de Estado, de manera fría y cínica, para quebrar la voluntad y moral del individuo. Es también paradigmático del impacto que el régimen
Papers. Lliga pels drets dels pobles, 2022
Artículo divulgativo publicado en la revista Papers de la ONG Lliga pels drets dels pobles. El texto aparece en la página 14 y es un artículo de opinión.
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ALTER Nº4, Traducción y tópica psíquica, 2009
LA LEGITIMA DEFENSA DE UN TERCERO DESCONOCIDOEx., 2023
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