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SEGUNDO TOMO DE" LA ERA", RELATOS DE FICCIÒN HISTÒRICA SOBRE LA DICTADURA DE TRUJILLO. BASADOS EN HECHOS Y PERSONAJES REALES.
Tales son los hechos. Veamos ahora qué hay de cierto en lo tocante a las ideas que Marx, según se dice, ha "saqueado" a Rodbertus. "En mi tercera carta social -dice Rodbertus-, he puesto de manifiesto sustancialmente lo mismo que Marx, sólo que de un modo más breve y más claro, de dónde nace la plusvalía del capitalista." El punto cardinal es, por tanto, la teoría de la plusvalía; y, en realidad, nadie seria capaz de decir qué otra cosa podría Rodbertus reivindicar de Marx como propiedad suya. Rodbertus se hace aparecer, pues, aquí como el verdadero autor de la teoría de la plusvalía, pretendiendo que Marx se la ha saqueado. pueden leerse ya en A. Smith y en Ricardo, demuestra cuán bajo ha caído hoy, en Alemania, la economía oficial. ¿Qué es, entonces, lo que Marx dice de nuevo acerca de la plusvalía? ¿Cómo se explica que la teoría de la plusvalía de Marx haya desencadenado una tormenta repentina, y además en todos los países civilizados, mientras que las teorías de todos sus predecesores socialistas, incluyendo a Rodbertus, se esfumaron sin dejar rastro? Podríamos explicar esto a la luz de un ejemplo sacado de la historia de la química. A fines del siglo pasado, imperaba todavía en la química, como es sabido, la teoría flogística, la cual explicaba el proceso de toda combustión, a base de un cuerpo, hipotético, un combustible absoluto que según ella se desprendía en ese proceso y al que se daba el nombre de flogisto. Esta teoría bastaba para explicar la mayoría de los fenómenos conocidos por aquel entonces, aunque para ello, en ciertos casos, fuera necesario violentar un poco la cosa. En 1774, Priestley descubrió una clase de aire "tan puro o tan exento de flogisto que, a su lado, el aire corriente parecía estar ya corrompido". Y le dio el nombre de aire desflogistizado. Poco después, Scheele encontró en Suecia la misma clase de aire y demostró su existencia en la atmósfera. Descubrió, además, que desaparecía al quemar un cuerpo en él o en aire corriente, razón por la cual le dio nombre de "aire ígneo". "Estos resultados le llevaron a la conclusión de que la combinación que se produce por la unión del flogisto con una de las partes integrantes del aire (es decir, en el proceso de combustión) no es otra cosa que fuego o calor, que se escapa por el vidrio." 2 Tanto Priestley como Scheele habían descubierto el oxígeno, pero no sabían lo que tenían en la mano. Seguían aferrados a las categorías "flogísticas" anteriores a ellos. En sus manos, el elemento llamado a echar por tierra toda la concepción flogística y a revolucionar la química, estaba condenado a la esterilidad. Pero Priestley comunicó enseguida su descubrimiento a Lavoisier, en París, y Lavoisier se puso a investigar, a la luz de este nuevo hecho, toda la química flogística, hasta que descubrió que la nueva clase de aire era, en realidad, un nuevo elemento químico; que en la combustión no interviene ningún misterioso flogisto que se escape del cuerpo en ignición, sino que es el nuevo elemento el que se combina con el cuerpo que arde, y de este modo puso de pie toda la química, que bajo su forma flogística estaba de cabeza. Y aunque, como él mismo lo afirma, no presentó el oxígeno al mismo tiempo que los otros e independientemente de ellos, Lavoisier es, a pesar de ello, con respecto a los otros dos, el verdadero descubridor del oxígeno, ya que aquéllos no hicieron más que tropezar con el nuevo elemento sin sospechar siquiera qué era aquello en que tropezaban. mercancía no es el trabajo, sino la fuerza de trabajo. Al convertirse en mercancía, su valor se rige por el trabajo encarnado en ella como producto social y equivale al trabajo socialmente necesario para su producción y reproducción. La compra y venta de la fuerza de trabajo sobre la base de este valor suyo no contradice, por tanto, en modo alguno, a la ley económica del valor. Segundo. Según la ley ricardiana del valor, dos capitales que emplean la misma cantidad de trabajo vivo y con la misma remuneración, producen en tiempos igualessuponiendo que todas las demás circunstancias sean idénticas-productos de igual valor y plusvalía o ganancia en cantidad también igual. Pero sí emplean cantidades desiguales de trabajo vivo, no pueden producir una plusvalía, o, como dicen los ricardianos, una ganancia de tipo igual. Pues bien, lo que ocurre es precisamente lo contrario. En realidad, capitales iguales, cualquiera que sea la cantidad, pequeña o grande, de trabajo vivo que empleen, producen en tiempos iguales por término medio, ganancias iguales. Se encierra aquí, por tanto, una contradicción a la ley del valor, contradicción descubierta ya por Ricardo, y que su escuela fue también incapaz de resolver. Rodbertus vio también esta contradicción; pero, en vez de resolverla, la convirtió en uno de los puntos de partida de su utopía (Zur Erkenntnis, etc., p. 131). La tal contradicción había sido ya resuelta por Marx en el manuscrito titulado "Contribución a la crítica, etc."; la solución se encuentra, con arreglo al plan de El Capital, en el libro III. Aún habrán de pasar varios meses antes de su publicación. Por tanto, los economistas que pretenden descubrirnos en Rodbertus la fuente secreta de Marx y un precursor aventajado de éste, tienen aquí una ocasión de demostrarnos lo que puede dar de sí la economía rodbertiana. Si son capaces de explicarnos cómo, no ya sin infringir la ley del valor, sino sobre la base precisamente de esta ley, puede y debe formarse una cuota medía de ganancia igual, entonces discutiremos mano a mano con ellos. Pero, tienen que darse prisa. Las brillantes investigaciones contenidas en este libro II de El Capital y los novísimos resultados a que llegan en terrenos que hasta aquí apenas había pisado nadie, no son más que las premisas para el contenido del libro III, en el que se desarrollan los resultados finales de la exposición marxista del proceso social de reproducción, sobre la base capitalista. Cuando este libro III vea la luz, ya casi nadie se acordará de que existió un economista llamado Rodbertus. Marx tenía el propósito, que repetidas veces me expuso, de dedicar a su esposa los libros II y III de El Capital.
El modelo original COCOMO se público por primera vez en 1981 por Barry Boehm y reflejaba las prácticas en desarrollo de software de aquel momento. En la década y media siguiente las técnicas de desarrollo software cambiaron drásticamente. Estos cambios incluyen el gasto de tanto esfuerzo en diseñar y gestionar el proceso de desarrollo software como en la creación del producto software, un giro total desde los mainframe que trabajan con procesos batch nocturnos hacia los sistemas en tiempo real y un énfasis creciente en la reutilización de software ya existente y en la construcción de nuevos sistemas que utilizan componentes software a medida.
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