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Se le llama novela a una obra escrita, en la que el autor narra historias, ya sean reales o ficticias. Esta cuenta con una extensión relativamente prolongada, tiene en su contenido diferentes elementos de los relatos complejos y es de carácter abierto.
El ruido de la ciudad se aviva con los primeros rayos de sol. Las obras se reanudan, los vehículos se desplazan de un lado a otro, los cláxones suenan con fervor. Las personas murmuran camino a sus puestos de trabajos, la ciudad se despierta como cada mañana. Unos cartones se deslizan empujados por una mano mugrienta a medio vendar cuando el sonido del golpeteo del canto de una moneda choca y se deposita en el
Breve investigación respecto a la novela gráfica americana, sus orígenes y percepción actual.
2021
Historia del género novela desde un punto de vista estético. Muestra las diversas series estéticas por las que la novela ha transitado desde sus orígenes en la transición del mundo de las tradiciones al mundo histórico hasta la Modernidad.
Este trabajo comenzó cuando la academia abandonó las certezas y empezó a caminar para saber adónde iba. La abundancia de las letras y las consignas del hombre nuevo ya no eran suficientes. Sin embargo, el magisterio de la palabra cada día nos decía que la letra nunca es la negación de los hechos ni el reflejo de los hechos ni la trascendencia desde los hechos, sino todas sus posibilidades, todos sus reciprocidades y todas sus memorias antes de seguir siendo hecho. Así, la letra sólo era hecho con sentido; no sólo roca sino roca que golpea y fundamenta, no sólo árbol sino árbol que germina y argumenta. No estábamos abandonando las ruinas de un desengaño falaz, luchábamos por ingresar al mundo de la realidad ficcional. Una de las tantas realidades que nos alimentan cada día. ¿Pero no es acaso éste el momento ficcional por excelencia? En la vida diaria del sentido común, la ficción es solamente una parte de nuestro aliento. Sin embargo en situaciones extraordinarias la ficción debiera ser una vocación nacional. Esa pasión que establezca las condiciones para que todos forjemos nuestro propio destino colectivo. Esa ética que haga inevitable que la semilla de cualquier proyecto de democracia radical y refundación nacional nazca de los sueños del pueblo y no de las consignas, no de las ambiciones, no de los cálculos. Esa estética del aire libertario. ¿No es éste, entonces, el momento en el cual la ficción debería apoderarse de todos nosotros? ¿El momento en el cual ficción y política se encuentran? ¿El momento de la política ficcional? Porque para reinventar el enamoramiento entre Estado y sociedad, para hacer de nuestra vida cotidiana y de nuestra realidad política una voluntad colectiva, tenemos que ficcionalizar nuestra política. Tenemos que ser capaces de diseñar en el presente un mundo hoy imposible y de refundarnos como ciudadanos y como comunidad. Tenemos que recorrer la distancia que nos separa de lo mejor de nosotros mismos. Es un asunto de pasión más que de razón. Es un asunto de poética más que de política. El 23 de agosto de 2009 es, para la institución literaria y para el ámbito cultural, el homenaje a una de nuestras confianzas fundamentales. Nosotros lo supimos desde recién nacidos. Ahora lo sabe el país. Esa confianza consiste en que siempre valoramos la diversidad literaria como representación de la diversidad nacional pero, al mismo tiempo, como el espacio de reunión de todos sus horizontes. Esa certeza también implica que nosotros hacemos lo que decimos; que académicos, escritores, periodistas culturales, editores, vivimos la diversidad y practicamos el consenso. Ambas certidumbres no son poca cosa; ambas demuestran que el lugar literario, y por extensión el lugar de la cultura, es el lugar que construye un país profundamente democrático. Las quince novelas fundamentales de Bolivia han sido seleccionadas porque representan, simultáneamente, quince proyectos de país compartiendo una misma necesidad de nación. No han sido seleccionadas por escondidas agendas de equilibrio regional, genérico o generacional. Esas quince novelas son fundamentales porque desde sus diversos sentidos estéticos y posibilidades de mundo representan nuestros horizontes compartidos. Eso, claro está, es democracia. Las quince novelas reúnen nuestras necesidades y nuestras proyecciones educativas. En ellas encontramos lo que fuimos y lo que queremos ser, lo mejor de nuestras pasiones y lo peor de nuestras perversiones, nuestros límites racionales y nuestros sueños imposibles. En esas novelas nos aprendemos, con esas novelas nos educamos, porque con esas novelas nos preguntamos. Eso también es democracia. Las quince novelas revelan nuestros ritos sociales. Los modos cautelosos de la mirada o las maneras abiertas de la sonrisa con las cuales construimos modernidad y renovamos comunidad. Los gestos de la sospecha y de la confianza en aquellas tradiciones que nos atraviesan cada día. Los brazos que abrazan y las manos que golpean y las espaldas que trabajan de todas las gentes que habitan nuestras calles y nuestros bosques y nuestros sembradíos. Todas nuestras convivencias están en nuestras novelas. Eso es democracia. Todo esto es demasiado pero no suficiente. Los imaginarios nos hacen lo que somos, consiguen que cada uno de nosotros interioricemos la experiencia subjetiva de una colectividad. Esa experiencia construye nuestras identidades sociales y su valoración. Precisamente ese momento –que son todos los momentos desde que hay sociedades e instituciones-ese conjunto de experiencias compartidas se convierten en la institución imaginaria de la sociedad: normas, sentidos, valores, es decir,
Giovanni Papini, escritor italiano, nacido en Florencia un 9 de enero de 1881. Sus padres, muy cultos, lo estimularon a escribir ya desde niño. A los 12 años escribió algunos cuentos como El amigo del estudiante y El león y el niño. A los 14 años creó dos revistas manuscritas: Sapiencia y La Revista.
Historia del novicado en las comunidades religiosas. Hasta el siglo XII. Antes de Trento y después de Trento, hasta el VAticano II y el codigo de derecho canónico de 1917 y de 1983
El hibridismo que caracteriza la novela histórica hace difícil su definición, por tanto solo puede hacerse basándose en la naturaleza de los elementos que participan en su creación y no en la obra que resulta. En la novela histórica puede haber en mayor o menor medida dosis de novela sentimental, de intriga, caracteres de la picaresca y todo lo que pueda quedar envuelto en un argumento que se desarrolla en una etapa diferente a la del autor intercalando realidad con ficción. La Biblioteca Nacional de España la define de la siguiente manera:
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Primer premio en el certamen de cuento auspiciado por el Ateneo Puertorriqueño , 1998
Alicia Karlsson Ediciones, 2021