Educar en valores, educar por los derechos humanos: la reflexión y el diálogo como estrategias mediadoras para la prevención y resolución de conflictos EDUARDO S. VILA MERINO Universidad de Málaga, España Aunque Bertold Bretch decía que primero había que comer y después hablar de moral, qué duda cabe que para que lo primero se dé, como símbolo de la dignidad humana, hay que hablar de valores y actuar conforme a ellos. Y ésta no se trata de una cuestión superficial, sino todo lo contrario, ya que de ella depende nuestra manera de ver e interpretar el mundo y la cultura. De hecho, lo cierto es que no podemos desenvolvernos como personas al margen de la cuestión de los valores. Por eso voy a comenzar ofreciendo algunas ideas en torno a los valores, con el fin de ir caracterizándolos (Vila Merino, 2005, pp. 50-51): 1. Los valores no tienen sólo ser, sino " valer " , es decir, no pueden caracterizarse por el ser únicamente, sino que tienen valor en sí, y ese valer forma también parte de su esencia y los define, pero sin olvidar en ningún momento su origen socio-histórico a través de la cultura a pesar de sus aspiraciones universalistas. 2. Los valores son autónomos, en el sentido de que no dependen de preferencias e intereses para su forma, por lo que están libres de la " relatividad " de las normas y convencionalismos sociales pues, como decía, su aspiración es universalista. Además, su autonomía no implica que no tengan adhesión a las cosas y hechos, ya que siempre hacen referencia al ser. 3. Los valores son por naturaleza cualitativos, es decir, son independientes de cantidades y de relaciones de tipo cuantitativo. 4. Como la esencia de los valores, por definición, no puede ser alcanzada, son siempre dinámicos y susceptibles de perfeccionamiento o mejora, pero su esencia última, su sentido radica en su puesta en práctica. Definiendo y completando lo anterior, podemos entender un valor como un " horizonte de significado " (Mélich y otros, 2001), ya que implica tanto un punto de referencia para dotar de sentido el mundo de la vida como una parte de lo que compartimos con los demás a través de la convivencia y la cultura, lo cual provoca que las personas, las cosas y los acontecimientos no nos sean indiferentes, nos posicionemos ante los mismos, tomemos decisiones y actuemos desde las mismas. Los valores constituyen, por tanto, pilares de nuestro desarrollo individual y colectivo, mediadores de nuestro bagaje de conocimientos y marcos afectivos para la evolución de nuestra identidad desde nuestra responsabilidad social. De todas formas, no podemos tampoco olvidarnos de la mediación que el lenguaje, como realidad también simbólica, tiene respecto al tema de los valores, aspecto éste que desde una óptica ética y Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653)