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2011
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Probablemente usted piensa en nombres como Capsicum L., Carica L., Tillandsia L., Encyclia Hook., Cocos L., Phalaenopsis Blume, Zea L., todos los días (Figura 1). Estos nombres corresponden a nombres genéricos de grupos en los que se está desarrollando algún tipo de investigación en el CICY. ¿Alguna vez se ha preguntado de dónde surgió el concepto de género y qué significa? Tal vez le parezca que este tipo de preguntas no puede afectar su comprensión de los resultados de su investigación, pero esto no necesariamente es cierto; debido a que el concepto de género tiene por objeto reunir a una serie de elementos similares en algún sentido.
Voces dialogantes. Estudios en homenaje al professor Wiaczesław Nowikow, 2019
Margarita Lliteras* resumen. El llamado «lenguaje inclusivo» trata de promover el uso generalizado de la referencia a las mujeres mediante nombres con la terminación del género femenino más habitual en español, que es la desinencia-a, o bien con nombres de sentido colectivo, como el profesorado, en lugar de los profesores. Se trata de evitar el masculino, pues para la ideología «inclusiva» este género solo designa varones. Sin embargo, la iniciativa tropieza con dos obstáculos que se convierten en los aspectos centrales de la controversia. Uno es el empleo del masculino genérico como término no marcado de la oposición flexiva del género y, por tanto, «inclusivo» para la referencia a ambos sexos. El otro consiste en que los nombres comunes en cuanto al género no admiten cambio de desinencia. Para sortear el primer obstáculo, se propone la coordinación del tipo los profesores y las profesoras, y para el segundo, hay quien recurre al uso de portavoza o miembra. En este trabajo se defiende que el carácter genérico del masculino es la propiedad distintiva de tres de las cinco clases de nombres que designan clases de personas, de las cuales los comunes en cuanto al género son los que han experimentado una mayor expansión en el español actual.
2019
Esta ponencia reflexiona sobre la brecha digital de género en el campo de los videojuegos. En los últimos 20 años, la industria de videojuegos local ha crecido de manera sostenida hasta volverse competitiva regionalmente. Sin embargo, al igual que en el sector informático, la proporción de mujeres es baja. Según una encuesta de la Fundación Argentina de Videojuegos y la UNTREF (2016), menos del 10% de lo/as desarrolladore/as independientes son mujeres. Actualmente, el AMBA es la región donde se concentra la mayor cantidad de desarrolladores. El trabajo recorre dos ejes: por un lado, la producción y consumo de videojuegos, junto al análisis sobre la participación femenina en las organizaciones del sector; y, por otro, las representaciones que las trabajadoras y emprendedoras tienen sobre sí mismas y sobre el/los rol/es que las mujeres y los hombres ejercen en este campo. En cuanto a la metodología, para el primer eje se propone trabajar a partir del análisis de datos estadísticos publicados sobre el sector por agencias gubernamentales, asociaciones comerciales, organizaciones civiles y consultoras especializadas. Además, se indagará en las estructuras organizativas de organizaciones del sector. Para el segundo eje se realizaron entrevistas en profundidad a actores claves, con el fin de acceder a través de sus relatos a las percepciones y significaciones que las trabajadoras y emprendedoras tienen sobre sí mismas y el lugar de las mujeres en el campo de los videojuegos.
Los trabajos de género se han centrado en reinterpretar la posición de las mujeres a lo largo del tiempo. Esta corriente se ha extrapolado al campo del patrimonio y la gestión cultural, produciéndose numerosas iniciativas en los últimos años que han afectado tanto a trabajos académicos como proyectos de tipo inclusivo. A pesar de ello, en museografías recientes aún seguimos encontrando el tipo de figuraciones e interpretaciones tradicionales.
Diferencias de idioma, analogías y confusiones conceptuales En los años setenta el feminismo académico anglosajón impulsó el uso de la categoría gender (género) con la pretención de diferenciar las construcciones sociales y culturales de la biología.(1) Además del objetivo científico de comprender mejor la realidad social, estas académicas tenían un objetivo político: distinguir que las características humanas consideradas "femeninas" eran adquiridas por las mujeres mediante un complejo proceso individual y social, en vez de derivarse "naturalmente" de su sexo. Suponían que con la distinción entre sexo y género se podía enfrentar mejor el determinismo biológico y se ampliaba la base teórica argumentativa a favor de la igualdad de las mujeres. Posteriormente, el uso de la categoría género llevó al reconocimiento de una variedad de formas de interpretación, simbolización y organización de las diferencias sexuales en las relaciones sociales y perfiló una crítica a la existencia de una esencia femenina. Sin embargo, ahora que en los años noventa se ha popularizado este término, la manera en que con frecuencia se utiliza elude esa distinción al equiparar género y sexo. Son varias-y de diferente índole-las dificultades para utilizar esta categoría. La primera es que el término anglosajón gender no se corresponde totalmente con el español género: en inglés tiene una acepción que apunta directamente a los sexos (sea como accidente gramatical, sea como engendrar) mientras que en español se refiere a la clase, especie o tipo a la que pertenecen las cosas,(2) a un grupo taxonómico, a los artículos o mercancías que son objeto de comercio y a la tela. Decir en inglés "vamos a estudiar el género" lleva implícito que se trata de una cuestión relativa a los sexos; plantear lo mismo en español resulta críptico para los no iniciados: ¨se trata de estudiar qué género: un estilo literario, un género musical o una tela? En español la connotación de género como cuestión relativa a la construcción de lo masculino y lo femenino sólo se comprende en función del género gramatical, pero
Judith Butler ocupa la cátedra Maxine Elliot de Retórica. Literaturacomparaday Estudios dela mujeren laUniversidad deCali fornia, Berkeley. Es autora. entre otros libros, de Cuerpos que importan, Deshacer el género y Vida precario, todos ellos publicados por Paidós.
2016
Las agrupaciones feministas acusan a la academia espanola, como autoridad en la lengua espanola, de mantener las discriminaciones sexistas en el hablar. Con la finalidad de borrar los prejuicios sociales y de genero que se extienden en el habla, estas agrupaciones exigen cambios linguisticos que vayan paralelo a los cambios sociales, sobre todo respecto a las nominaciones profesionales. Pero si bien el comportamiento verbal es muy relevante en la socializacion y, por tanto, las organizaciones feministas pueden usar el idioma como quieran, el lenguaje es una actividad libre y creadora, y no depende de el si no de los hablantes producir los cambios sociales necesarios para la recuperacion del genero femenino.
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El género en la lengua española, 2019
revista de ciencias sociales universidad de costa rica, 2003
Marcela Oyanedel (editora), Sexo, género y gramática, Santiago, Academia Chilena de la Lengua y Catalonia, 2020
ALTER Nº2, El género en la teoría sexual, 2006
Estudios Humanísticos. Filología, 2011