2017, http://www.pasaxeira.com/
Si algo se puede desprender del trabajo cinematográfico de Xurxo Chirro es ese extrañamiento al que somete la mirada al presentarnos circunstancias impregnadas de un eco de realidad tan cercano que, de repente, parecen introducirse en nuestra memoria. Mostrándonos en ocasiones como un voyeur o curioso espectador de esas realidades cotidianas, se destila en su obra un interés por capturar lo que sucede sin apenas manipulación, una práctica documental que tiene mucho que ver con el cine diario que practicaban algunos autores del underground neoyorkino como Robert Frank, Andy Warhol o Jonas Mekas. En sus películas se averigua un propósito de no intervención a la hora de grabar, un interés por dejar que las cosas fluyan y actuar a modo decoleccionista de realidades que serán manipuladas a través del encuadre, la composición, los planos o la posproducción para, desde ahí, dirigir la mirada, reescribir el guión. Su forma de afrontar el cine revela una necesidad de analizar lo que vemos, nos anima a registrar todos aquellos detalles habitualmente desapercibidos, pero también incita a imaginar el fuera de campo, conduce a una mirada crítica: “Con mis propuestas intento que el espectador haga un corte en el terreno y que pueda leer los distintos estratos de información”[1]. En lugar de detenernos en el análisis de filmes paradigmáticos como Vikingland (2011) o Une histoire seule (en colaboración conAguinaldo Fructuoso, 2013), profundizaremos en los cortometrajes más sencillos de Xurxo Chirro. Piezas experimentales que, a pesar de su corta duración, contienen un potente interés poético, conceptual y artístico que nos servirá para revisar su relación con el paisaje y la estética pictórica.