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Los requisitos de la Asociación Americana de Psiquiatría (1) para un diagnóstico de ANOREXIA son similares a los de la mayoría de los autores. Incluyen: 1) Rechazo a mantener un peso corporal normal (pérdida de peso para mantenerlo por debajo del 15% respecto al fisiológico o incapacidad de mantener un peso suficiente para la aparición de la menarquía).
En este artículo se presenta una revisión sobre el estado actual de la comorbilidad entre las alteraciones de la conducta alimentaria y los trastornos de personalidad. Los trastornos de personalidad ensombrecen el pronóstico terapéutico de la anorexia y de la bulimia nerviosa. Los trastornos de personalidad del grupo C, especialmente el obsesivo, el evitador y el dependiente, son los más frecuentes en la anorexia. Por el contrario, en la bulimia, la multi-impulsividad y el trastorno limite son los cuadros clínicos más significativos. Por último, se comentan las implicaciones de estos estudios para el avance en la investigación. PALABRAS CLAVE: Trastornos de personalidad, trastornos de la conducta alimentaria, comorbilidad.
INTRODUCCIÓN 7 similar en la población general. Los trastornos de la alimentación más comunes son la anorexia, bulimia y el trastorno por atracón.
La práctica de deportes es considerada como una "Profesión de Riesgo" ya que exigen estar muy "Delgados". La gran mayoría de los investigadores reconocen una mayor incidencia de los TCA en el mundo del deporte.
TRASTORNO ALIMENTARIO, 2018
En muchos lugares del mundo, y en especial en nuestro país la alarma social que en los últimos años han despertado los trastornos alimentarios encuentra su justificación por el incremento progresivo y cada vez en edades más tempranas en adolescentes, jóvenes y adultos. Hay quienes afirman que la responsabilidad la tienen únicamente los padres y aquellas que dicen que es algo normal porque vivimos en mundo globalizado.
Resumen: Los casos de anorexia y bulimia nerviosas siguen aumentando en los últimos tiempos. La prevención primaria, arma de la que disponemos para evitar que surjan nuevos casos, presenta hoy por hoy muchos déficit que hacen que dicha labor no obtenga resultados satisfactorios.
Enciclopedia Argentina de Salud Mental , 2024
A lo largo de la historia los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) han sido un problema clínico de importancia significativa en los países desarrollados, debido a las graves consecuencias psicológicas y físicas que pueden causar, que a menudo son agravadas por altas tasas de comorbilidad, incluso pudiendo llegar a ser mortales (Smink et al., 2012; Stice, 2002). El curso de estos trastornos se caracteriza por periodos de remisión y recaída; y una proporción significativa de pacientes no responde favorablemente al tratamiento, lo que puede convertirlos en trastornos crónicos (Hoek y Hoeken, 2003). Debido a su complejidad, gravedad y dificultad para establecer diagnósticos y tratamientos específicos, los TCA se presentan como cada vez más importantes desde un punto de vista sociosanitario. Estas enfermedades tienen una etiología multifactorial en la que intervienen factores genéticos, biológicos, de personalidad y socioculturales, y suelen afectar principalmente a niñas y adolescentes, aunque no exclusivamente. Las manifestaciones clínicas abarcan la conducta, el humor, el discurso y las relaciones familiares, así como también hay alteraciones metabólicas y endocrinas. Si bien son entidades tratables, su mortalidad y riesgo de recaída son altos. Asimismo, es esperable que haya con gran frecuencia mutación de un trastorno a otro dentro de los TCA. Se habló mucho de los factores de riesgo y desencadenantes de los TCA y se demostró que la mejor forma de abordarlo es mediante prevención, y que es fundamental la detección temprana para obtener un mejor pronóstico de la enfermedad y sus consecuencias. El tratamiento de los TCA es un desafío por la naturaleza dual de sus síntomas, que incluyen aspectos psicológicos y físicos y la participación de diferentes niveles de salud. Además, hay otros obstáculos para superar, como la falta de conciencia de enfermedad, la alta incidencia en la población adolescente y las dificultades en la detección y tratamiento temprano de la patología.
Se presenta una guía para la atención e intervención de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en niños y adolescentes, la cual tiene como fin generar un abordaje teórico-práctico en el área de psicología clínica por medio del modelo cognitivo-conductual, en la guía se realiza una conceptualización de los TCA, añadiendo además la evaluación, diagnóstico y prevención de estos mismos, finalizando con las intervenciones para cada trastorno. La guía se encuentra basada en la evidencia empírica, la cual proporciona estrategias de intervención válidas para niños y adolescentes de edades entre cuatro a doce años, que presenten anorexia, bulimia, pica, rumiación y neofobia. Aunque estos trastornos presenten comorbilidad con otras psicopatologías, estas no se abordan dado que sólo se tiene en cuenta un diagnóstico diferencial de los TCA. Para la elaboración de esta guía se realizó una encuesta de mercadeo la cual constaba de 44 preguntas y fue aplicada a Psicólogos Clínicos. Los análisis de los resultados, arrojaron información relacionada con el diseño, la evaluación, la intervención, el modelo en el que se basaría y las estrategias de mercadeo la cual permitió el desarrollo del producto final.
El ser humano, en su necesidad de adaptarse al entorno, ha debido modificar sus necesidades básicas como el hambre (necesidad de ingerir alimentos para mantener la vida, la homeostasis y también obtener placer), y la sexualidad (promovida también por la necesidad de perpetuar la especie, ser fuente de placer y condicionante además de requisitos estéticos para la autoestima y la atracción) a las demandas del entorno y de la cultura. Así, desde los albores del homo sapiens el hecho de comer tiene una connotación social y, por ende, se ha constituido en un momento de encuentro de los individuos para compartir, además del alimento, conocimientos y experiencias y propiciar las relaciones interpersonales y la empatía. El ajuste de estas necesidades básicas a los requerimientos que supone la existencia en una sociedad marcada por normas, que varían en función de aspectos culturales, religiosos o éticos, ocasiona con frecuencia conflictos intrapsíquicos o intergeneracionales. En el momento actual, se destaca un culto por la figura esbelta y delgada, tanto en hombres como en mujeres, que dista mucho de la figura regordeta e, inclusive, con sobrepeso, que durante varias décadas fue asimilada como un signo inequívoco de buena salud, que incluso mereció ser expuesta, por pintores como Rubens. Hasta la fecha, no se ha establecido la causa de los trastornos específicos de la conducta alimentaria, aunque se han identificado diversos factores de riesgo que incluyen factores genéticos, biológicos, psicológicos y sociales. Los trastornos de la conducta alimentaria, especialmente la anorexia nerviosa (AN), se inician, generalmente, en la pubertad, período del desarrollo que se caracteriza por cambios biológicos y psicológicos y la exposición a una amplia variedad de influencias sociales. La interacción entre los factores de riesgo genéticos y biológicos inespecíficos, la predisposición psicológica y los factores estresantes ambientales puede desencadenar su inicio durante este periodo sensible del desarrollo y causar un efecto patogénico exponencial que se extiende más allá del umbral del inicio de la enfermedad. Los refuerzos biológicos, psicológicos y sociales pueden mantener el trastorno y determinar la gravedad y la cronicidad del curso clínico.
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Perspectivas Metodológicas, 2020