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2005, Monteagudo
El Romancero de la novia de Gerardo Diego es un libro con una eminente personalidad propia, para el que elige un metro popular, el romance, de honda tradición, que emplea para contar historias a "todo el mundo" y popularizar su propia historia biográfi ca. En él consigue el poeta una hermosa representación de este metro tradicional, enmarcando una historia de amor en un contexto muy cercano al que recreaban Bécquer y posteriormente Juan Ramón Jiménez en sus Rimas.
Gerardo Diego y sus «Versos Divinos
Anales de literatura hispanoamericana, 1992
El romancero tradicional constituye una rama privilegiada de la balada occidental porque, mientras ésta se halla prácticamente extinguida, el romancero ha logrado sobrevivir hasta el día de hoy en la memoria colectiva de los pueblos iberorrománicos. Pese a las dificultades derivadas de los cambios socio-culturales operados en los últimos años, los poemas romancísticos. narrativos por excelencia, han continuado transmitiéndose oralmente, de generación en generación. Entre las diversas ramas que a su Pp. 101-183: y en Los romance,' de América y otros estudios.
Revista Monteagudo, 17, 2012
Hay música con temas y música sin temas. Pero mi tema es la música. Tema en el sentido popular de mi manía, de mi obsesión, de mi inseparable compañía. Con ella me acuesto y con ella me levanto. Y sobre todo a ella canto, en ella vive mi poesía y por ella existe 1 .
A pesar de la importancia que ambos corresponsales adquirieron en sus res pectivos campos (poeta y crítico el uno, historiador de la literatura de vanguar dia y crítico el otro), apenas hay trabajos que se ocupen en detalle de la rela ción que Gerardo Diego y Guillermo de Torre mantuvieron por varios de cenios -conflictiva, sí, pero no por ello ca ren te de interés. El único trabajo relevante que hallo es el de Julio Neira: "Fidelidad creacionista de Gerardo Diego" (Ínsula 642, Madrid, ju nio de 2000, pp. 23-27), donde se publican y co mentan algunas cartas entre Diego, Torre y José de Ciria y Escalante, de las cuales se ha blará más abajo. Por mi parte, me propongo publicar algunos testimonios iné di tos o poco conocidos, glosándolos someramente para tornarlos comprensibles. Por una cues tión de espacio, deberé limitarme a resaltar algunos momentos de esta relación.
Salía del Hospital de la Resurrección, que está en Valladolid, fuera de la Puerta del Campo, un soldado que, por servirle su espada de báculo y por la flaqueza de sus piernas y amarillez de su rostro, mostraba bien claro que, aunque no era el tiempo muy caluroso, debía de haber sudado en veinte días todo el humor que quizá granjeó en una hora. Iba haciendo pinitos y dando traspiés, como convaleciente; y, al entrar por la puerta de la ciudad, vio que hacia él venía un su amigo, a quien no había visto en más de seis meses; el cual, santiguándose como si viera alguna mala visión, llegándose a él, le dijo: ¿Qué es esto, señor alférez Campuzano? ¿Es posible que está vuesa merced en esta tierra? ¡Como quien soy que le hacía en Flandes, antes terciando allá la pica que arrastrando aquí la espada! ¿Qué color, qué flaqueza es ésa? A lo cual respondió Campuzano: A lo si estoy en esta tierra o no, señor licenciado Peralta, el verme en ella le responde; a las demás preguntas no tengo qué decir, sino que salgo de aquel hospital de sudar catorce cargas de bubas que me echó a cuestas una mujer que escogí por mía, que non debiera. ¿Luego casóse vuesa merced? replicó Peralta. Sí, señor respondió Campuzano. Sería por amores dijo Peralta, y tales casamientos traen consigo aparejada la ejecución del arrepentimiento. No sabré decir si fue por amores respondió el alférez, aunque sabré afirmar que fue por dolores, pues de mi casamiento, o cansamiento, saqué tantos en el cuerpo y en el alma, que los del cuerpo, para entretenerlos, me cuestan cuarenta sudores, y los del alma no hallo remedio para aliviarlos siquiera. Pero, porque no estoy para tener largas pláticas en la calle, vuesa merced me perdone; que otro día con más comodidad le daré cuenta de mis sucesos, que son los más nuevos y peregrinos que vuesa merced habrá oído en todos los días de su vida. No ha de ser así dijo el licenciado, sino que quiero que venga conmigo a mi posada, y allí haremos penitencia juntos; que la olla es muy de enfermo, y, aunque está tasada para dos, un pastel suplirá con mi criado; y si la convalecencia lo sufre, unas lonjas de jamón de Rute nos harán la salva, y, sobre todo, la buena voluntad con que lo ofrezco, no sólo esta vez, sino todas las que vuesa merced quisiere. Agradecióselo Campuzano y aceptó el convite y los ofrecimientos. Fueron a San Llorente, oyeron misa, llevóle Peralta a su casa, diole lo prometido y ofrecióselo de nuevo, y pidióle, en acabando de comer, le contase los sucesos que tanto le había encarecido. No se hizo de rogar Campuzano; antes, comenzó a decir desta manera: «Bien se acordará vuesa merced, señor licenciado Peralta, como yo hacía en esta ciudad camarada con el capitán Pedro de Herrera, que ahora está en Flandes.» Bien me acuerdo respondió Peralta. «Pues un día prosiguió Campuzano que acabábamos de comer en aquella posada de la Solana, donde vivíamos, entraron dos mujeres de gentil parecer con dos criadas: la una se puso a hablar con el capitán en pie, arrimados a una ventana; y la otra se sentó en una silla junto a mí, derribado el manto hasta la barba, sin dejar ver el rosto más de aquello que concedía la raridad del manto; y, aunque le supliqué que por cortesía me hiciese merced de descubrirse, no fue posible acabarlo con ella, cosa que me encendió más el deseo de verla. Y, para acrecentarle más, o ya fuese de industria [o] acaso, sacó la señora una muy blanca mano con muy buenas sortijas. Estaba yo entonces bizarrísimo, con aquella gran cadena que vuesa merced
2008
Cada época tiene una mirada distinta, que va cambiando a veces de manera imperceptible. En estas páginas me interesa detenerme brevemente en la mirada
Revista de Filología Española, 1970
Así suele llamarse, con evidente error en m,uchos casos, la l�ngua de los re� pobladores francos. Sin entrar ahora en detalles, la denominaré occitano, como ya he hecho anteriormente. 2 J. M. CASAS ToRR:itS, La originalidad geográfica de Navarra. Pamplona, 1956, IO. 3 !bid., 18. RF!l, LIII, 1970 ltt, ROMANCÉ NAVARRO 47
Co Herencia, 2007
En el presente texto se analiza la novela La novia oscura de la escritora colombiana Laura Restrepo, una reflexión sobre la historia y la vida de Tora y el Magdalena Medio en la primera mitad del siglo veinte, período en el cual ingresaron al país las primeras compañías petroleras. El trabajo devela el simbolismo del personaje central, Sayonara, a través de la aplicación de conceptos como focalización, fuerzas actanciales y cronotopo. La trama se desarrolla en La Catunga, antiguo barrio de prostitución del caserío de Tora, sobre el cual se construyó la
Reseña de la novela El amante de Gardel de Mayra Santos Febres
Narria Estudios De Artes Y Costumbres Populares, 1979
Sincronía, 2006
La novelística del romanticismo en las letras jaliscienses se vio iniciada en lo que respecta a la rúbrica femenina por Refugio Barragán de Toscano (1843 -1916. Resulta interesante, por tanto, abordar la novela que, publicada en 1887, todavía es objeto de reimpresiones: La hija del bandido o los subterráneos del Nevado. El título sugiere abordar a dos figuras esenciales: la mujer y el bandido.
Dicenda. Cuadernos de Filología Hispánica, 28, pp. 141-152, 2010
La poética de Gerardo Diego, oscilante entre vanguardia y tradición, adopta un inesperado acercamiento a la mitología clásica mediante la inversión del sexo de conocidas criaturas y personajes mitológicos de Grecia y Roma. Esta particular visión de ciertas historias del Mundo Antiguo no supone un caso esporádico en este miembro del Grupo del 27, sino un tratamiento reiterado que afecta a poemas escritos en un periodo de cuarenta años. Más que la degradación de los mitos, Diego busca otro modo de introducir seres clásicos, como sirenas o centauros o personajes mitológicos, como Narciso, Ícaro y Tántalo, muy comunes en su poesía. Palabras clave: Tradición clásica. Literatura española. Vanguardia. Gerardo Diego.
Es un conjunto de romances: poemas épicos, líricos o épico-líricos con un número indeterminado de versos octosílabos con rima asonante en los pares y libre en los impares en los impares: xaxaxa. Se trata de una poesía de tipo tradicional acogida por el pueblo y transmitida de padre a hijos durante muchas generaciones.
Boletín del Museo del Prado, 2008
Puede parecer extraño que a estas alturas vengamos a presentar documentos inéditos del pintor donFrancisco de Goya, y más aún si proceden de un archivo público de fácil acceso al estudioso. El expediente que venimos a ofrecer en este estudio contiene los autos de libertades y de amonestación indispensables para el enlace del artista con Josefa Bayeu. En él, además, se presentan una serie de informes por parte del pintor de Fuendetodos que aportan algunas noticias inéditas y precisan muchas otras que durante años han sido objeto de diversas especulaciones.
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Quiero compartir mis pensamientos acerca del noviazgo cristiano. Es probable que mi punto de vista suene muy extraño para algunos. Mi modo de pensar no viene de Estados Unidos ni de otra cultura. Mis convicciones acerca del noviazgo fueron formadas por la Biblia, y también como resultado de mis observaciones.
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