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Ediposis

Me enamoré perdidamente de Inia, aunque era una buena mujer. Hasta entonces mis relaciones se habían basado, casi de manera expresa, en réplicas, burdas y vacías, de lo que mis padres sembraron en mí. La perversión me fue necesaria, así como el egoísmo y esas lentas pero eficaces formas de tortura que practican ciertas parejas y que resultan tan adictivas. (¿Es lo mismo lo adictivo y lo efectivo?) Nunca fui un hombre sencillo. Me agrada usar bastón, cuando me falta es como si a mi mano, un ladrón hábil, le hubiera arrebatado, sin percatarme de ello, uno de sus dedos y lo vendiera a un precio exorbitante a un coleccionista siniestro. Inia, para dar un breve ejemplo de su sencillez, tiene un olor corporal que evoca el olor del césped recién podado. Da ganas de