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Abstract

La definición de antígeno, como aquella molécula capaz de inducir una respuesta inmunitaria y reaccionar con los productos de ésta, ha experimentado cambios. Hoy en día se prefiere aplicar el término inmunógeno a cualquier sustancia capaz de inducir una respuesta inmunitaria y el de antígeno a una molécula que reacciona de manera específica con un anticuerpo o con los receptores de una célula sensibilizada. Por consiguiente, un antígeno difiere de un inmunógeno en que, si bien puede reaccionar de forma específica, no puede por sí mismo inducir una respuesta inmunitaria, la cual requiere otros estímulos. Es decir, todos los inmunógenos son antígenos, pero no todos los antígenos son inmunógenos.

Key takeaways

  • En general, las proteínas son los únicos elementos capaces de generar una respuesta inmunitaria y para lograrlo requieren un procesamiento por las células auxiliares, seguido de la presentación en su membrana, asociadas con moléculas del MHC; lo anterior está determinado por la forma en que el antígeno ingresa en la célula.
  • Como es evidente, el origen del antígeno define el tipo de moléculas del MHC con las que se asocia, lo que restringe su reactividad con células CD4 o CD8.
  • Esto explica también porqué las moléculas son tanto más inmunógenas cuanto mayor es la distancia filogenética entre el antígeno y la especie.
  • La capacidad de un péptido para enlazarse a una molécula del MHC es necesaria pero no suficiente para inducir una respuesta inmunitaria y, además, en un individuo el MHC determina la inmunodominancia de los epítopos de un antígeno, lo cual se ha determinado por medio de péptidos sintéticos traslapados de una proteína inmunógena y estudios de correlación de la capacidad de enlazarse al MHC y activar a células T específicas.
  • Estas toxinas activan a un gran número de células T H , al entrecruzar el TCR con moléculas de clase II del MHC que expresa la célula accesoria presentadora de antígeno.