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En el poema, Virgilio narra la travesía de Eneas a través del Mediterráneo en la huida de los troyanos de Illion
I. Canto asunto marcial; al héroe canto Que, de Troya lanzado, a Italia vino; Que ora en mar, ora en tierra, sufrió tanto De Juno rencorosa y del destino; Que en guerras luego padeció quebranto, Conquistador en el país latino, Hasta fundar, en fin, con alto ejemplo, Muro a sus armas, y a sus dioses templo.
2002
Asi dijo llorando y deja a la flota libres las riendas y por fin se llega a las costas Euboicas de Cumas. Se vuelven al pielago las proas; luego con diente tenaz el ancla sujetaba las naves y las playas las curvas [5] popas adornaron. Un punado ardiente de jovenes brilla en la playa Hesperia; busca una parte semillas de llama escondidas en las venas de silice, otra —densos techados de fieras— saquea selvas y rios descubiertos senala.
Quizá desde comienzos del milenio, el territorio que bordea el lento fluir de las aguas del Po se vio habitado por grupos celtas que acudían en sucesivas oleadas de allende los Alpes. Junto al Mincio, uno de sus afluentes, en Andes, una aldea cerca de Mantua, nació Publio Virgilio Marón (Vergilius) el 15 de octubre del año 70 a. C. A lo largo de esos mil años que preceden a su nacimiento, los pueblos celtas de la ribera habrían recibido diversas influencias civilizadoras, y, si en su momento el elemento etrusco tuvo sin duda la fuerza que destaca Virgilio en su descripción de Mantua (Eneida, X,(198)(199)(200)(201)(202)(203), desde los tiempos de la Segunda Guerra Púnica habían brotado ya en el territorio numerosas colonias de latinos que hicieron de la Galia Cisalpina una región de avanzada cultura y saneada economía agrícola, tal como era durante el siglo 1 a. C. Vergilius es un nombre gentilicio latino bien implantado en el norte y en otras regiones de Italia, y nos hace pensar que nació el poeta en una de esas familias latinas instaladas en la campiña del Po ya tiempo atrás, quizá desde la época de aquellas colonizaciones. Andando el tiempo y ya tan tarde como en los últimos años del imperio, sus lectores habrían corrompido el nombre en Virgilius -de donde procede el que aún hoy utilizamos para el autor de la Eneida-por una doble vía: de virgo (dado el tímido carácter que le valió el apodo griego de Parthenias), o de virga (por la varita característica de los magos, que esa fama tendría ya entonces nuestro poeta). Su padre, aunque la tradición lo describe como de humilde origen, un alfarero o un bracero -o las dos cosas-que se habría casado con la hija de su patrón, Magia Pola, fue probablemente un eques, un terrateniente lo bastante rico como para preocuparse de que recibiera su hijo la mejor educación posible y prepararlo así para la carrera forense, camino seguro en la Roma de entonces hacia la lucha política. Sus primeros años debieron de transcurrir, por tanto, en la finca de Andes, entre las labores del campo que tanto habrán de aparecer en sus obras, confiado tal vez a un paedagogus que cuidase de su instrucción primera. En Roma, Pompeyo y Craso desempeñaban el año 70 su primer consulado compartido en astuta jugada política que, bajo la apariencia de liquidar la obra de Sila, trataba de asentar el poder en las manos del partido senatorial. Diez años después formarían el primer triunvirato con César, primer movimiento de una larga partida que habría de liquidar el régimen republicano. Así, la vida de Virgilio sigue paso a paso los últimos cuarenta años de esta agonía, hasta el triunfo definitivo del principado en la persona de Augusto. Con diez o doce años se trasladó a Cremona para comenzar sus estudios. César iniciaba por esas fechas su conquista de la Galia, y hay quien afirma que leyó Virgilio sus Comentarios con mayor interés por haber tenido quizá ocasión de verle personalmente cuando andaba reclutando sus tropas por las ciudades de la Galia Cisalpina. Aunque era primaria la educación que recibió en Cremona (es decir, una enseñanza elemental de lectura, escritura y aritmética), no hay que perder de vista que era éste el territorio donde habían nacido y comenzado a escribir parte de los poetae novia; temprano habría empezado Virgilio a entrar en contacto con el mundo de la literatura más refinada de su tiempo. Parece que recibió la toga viril el año 55, y quiere la tradición que también fuera éste el año de la muerte de Lucrecio. Siguiendo el camino que le alejaba de su tierra natal imperceptiblemente, marcha Virgilio a Milán a continuar los estudios de gramática y literatura que ya habría comenzado en Cremona. Era Mediolanum una importante ciudad donde cabe suponer que sería fácil recibir una adecuada educación para intentar el salto final hacia Roma, donde debió de instalarse Virgilio el año 54, más o menos. Su intención era, como la de todo romano cultivado, estudiar retórica, y parece que su padre le obligaba a prepararse para una carrera forense y política, aunque puede que este dato de su biografía no sea otra vez sino el tópico que hace con frecuencia trabajar a los poetas contra las buenas intenciones de la familia. Según alguno de sus biógrafos, frecuentó las lecciones de Epidio, quien fuera también maestro por entonces de Antonio y Octaviano, el futuro Augusto. Pero era la retórica árida especialidad para un poeta y, por otra parte, los tiempos en Roma (en el 52 Pompeyo se convirtió ya en consul sine collega) eran ya más de dinero y espada que de discursos. Por ello no es raro que Virgilio prefiriera dedicarse a frecuentar los restos de lo que había sido el círculo de Catulo, como muestran las amistades que por entonces habría empezado a hacer con Asinio Polión, Alfeno Varo, Cornelio Galo, Helvio Cinna y otros. A ello habría contribuido decisivamente lo que sus biógrafos describen como un fracaso en su primera intervención como abogado. Debía Virgilio de estar en Roma el año 49, cuando estalló la guerra entre César y Pompeyo, y éste hubo de cruzar precipitadamente el Adriático con buena parte del Senado. No es seguro si militó en las armas de César ni si hubo de dejarlo ya por problemas de salud. Sea como fuere, su salud, sin duda, no era buena y los acontecimientos políticos de estos años debieron marcarle profundamente; por todo ello, poco después de Farsalia se marcha a Nápoles (año 48 a. C.) para estudiar filosofía con el epicúreo Sirón, director entonces del "jardín", un hermoso círculo de filósofos y artistas que habrían frecuentado nombres importantes de la Roma de entonces, como Julio César, Manlio Torcuato, Hircio, Pansa, Dolabela, Casio, Ático y Cornelio Galo. quien tanto aprendió, así como numerosos epyllia o pequeños poemas épicos que los neotéricos componían a la manera de Calímaco. Pero nadie en la ciudad había intentado emular a Homero con sus obras, y a Virgilio, sin embargo, le pareció que Augusto, Eneas y, sobre todo, Roma, se merecían una tarea semejante. Es grande, por tanto, la deuda de la Eneida con los poemas de Romero, y ya en la antigüedad se veían los seis primeros libros como una Odisea y los seis últimos como una Ilíada. Las historias de navegantes y de guerreros, el relato hacia atrás de un personaje, el campamento asediado en ausencia del héroe, la muerte cruel del amigo del héroe y la subsiguiente venganza; las tormentas, los juegos funerales, el descenso a los infiernos, el catálogo de los aliados, las armas maravillosas de Vulcano, el duelo a muerte entre los héroes rivales... con otros muchos, son temas que pueden leerse en las obras de Homero (W A. Camps). Nadie, sin embargo, acusa ya a Virgilio de plagio. Ese material era acervo común de todos los poetas, y con él debía Virgilio crear su propio mundo. En la literatura clásica la tradición es fuente de originalidad y era obligado beber en ella. Tome, pues, el lector la Eneida entre sus manos. Descubra en su composición aquellas dos mitades o la otra ley que distribuye el poema a partes iguales entre Dido (I-VI), Eneas (V-VIII) y Turno (IX-XII), o bien otras muchas correspondencias que recorren y articulan el poema de principio a fin. Y, sobre todo, haga buena la afirmación de Jlébnikov: "Constataba que versos antiguos palidecían de golpe, que su contenido escondido se convertía en el hoy, y comprendí que la patria de la creación era el futuro. De allí sopla el viento de los dioses dula palabra" (cita de R.Jakobson).
Argos, 2019
An(other) acrostic in Virgil? (Aeneid 10, 693-697) https://bibliotecavirtual.unl.edu.ar/publicaciones/index.php/argos/article/view/10265
En el prerrenacimiento: siglos XIV y XV 6.6.4. En el Renacimiento: siglos XVI y XVII 6.6.5. Durante los siglos XVIII y XIX 6.6.6. Durante el siglo XX
Liburna, 2019
El personatge mític Palamedes, no present a la tradició homèrica, apareix a l'Eneida de Virgili, esmentat per Sinó quan intenta persuadir els troians, que cauen, inevitablement, en el parany. El personatge de Sinó, una espècie d'agent doble que, en definitiva, porta a terme la gran traïció que va causar la ruïna de Troia fingint que traïa els seus, presenta una interessant varietat de rols relacionats amb la tradició gorgiana de defensa de Palamedes, en la qual el fill de Naupli intenta lliurar-se de l'acusació de traïció als grecs per afavorir els troians.
En este texto se reflexionará en torno al poder de la imagen como sede de determinados objetivos predefinidos al momento de la creación, los cuales son transferidos directamente a la sensibilidad del espectador por medio del placer estético. Siguiendo esta línea, se analizará el hospedaje que la imaginería de la Eneida, epopeya latina escrita por el poeta Virgilio entre 29–19 a.C., brindó a los fines patrióticos de la Roma augusta, por medio de la utilización de un corpus de objetos plásticos estrechamente ligados a La Eneida y citas provenientes de dicho poema. Las obras de arte seleccionadas pertenecen a momentos históricos diversos y, además, se ha tenido la intención de acaparar obras en soportes variados (escultura, pintura de tabla, moneda, pintura de techos, relieve, grabado) para que la aplicación de los supuestos que se manejan en este ensayo no sea restringida sino que, por el contrario, se expanda. Es interesante descubrir, así, a medida que se profundiza en el tema, cómo cada pasaje de La Eneida fue transpuesto en diversos soportes y tratado desde diferentes puntos de vista a lo largo de la historia del arte.
Resumen -Este trabajo estudia la relación entre la voz y la diátesis a través del análisis de verbos en Eneida 10.689-832, escena en la que Mezencio y su hijo Lauso se enfrentan a Eneas y al bando troyano. Los datos mostrarán que no hay una correspondencia sistemática entre la voz y la diátesis, sino más bien una tendencia. Se mostrará, además, que la pasiva no es siempre la expresión de inagentividad.
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Bulletin hispanique, 2013
DE DANTE A CAMILLERI: ESTUDIOS SOBRE LITERATURA Y CULTURA ITALIANA, 2020
Pervivencia del mundo clásico en la literatura: tradición y relecturas, 2018
Maia-rivista Di Letterature Classiche, 2013
Virgilio, el destino, la melancolía. Revista Hablar de Poesía n.15, 2006
Título: "Viridiana" entre dos exilios " La República y la cultura : paz, guerra y exilio / Julio Rodríguez Puértolas (coord.), 2009
Editorial QyDado, 2023