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En el presente trabajo quiero compartir con ustedes unas ref lexiones en torno al sentido e importancia de la f ilosof ía, no sólo como un saber profesional o como un quehacer, sino como una vocaci ón humana a la que todos por el hecho de ser personas estamos llamados.
al evento Filosofía para todos: Cualquiera puede pensar 2 Alianza Francesa, La Paz, miércoles 24 de abril de 2019 Señores y señoras: El propósito de esta exposición es mostrar el producto de la actividad de los filósofos, la filosofía, como una concreción de la esencia humana. Es decir, como una forma de perpe-trar la vocación universal pensando por uno mismo. El significado de la palabra vocación (del latín vocare) es "llamar". Se refiere al impulso por alcanzar una realización humana determinada. La filosofía es una vocación porque la naturaleza del hombre le impele a ad-quirir conocimiento: está llamado a lograr la finalidad de saber. En este sentido, a pesar de las oscilaciones en la historia de la cultura, a veces aplastando el pensamiento filosófico y negando la posibilidad de diálogo y de búsqueda de respuestas nunca concluyentes; una muestra de la madurez cultural de la sociedad es cómo dispone de estructuras apropiadas que auspicien a la filosofía institucional e ideológicamente. Por otra parte, que en las más difíciles circunstancias, los filósofos se empeñen en filosofar revela la necesidad ínsita, natural y profunda, de vivir según tal impulso. Asimismo, la edu-cación que ofrece toda sociedad, permite plasmar este llamado de la esencia humana, impe-liendo a que individualmente sea descubierto y construido. Que algunas personas en las circunstancias socio-económicas, políticas y culturales más diversas, hoy día elijan como profesión el estudio universitario de la filosofía, muestra que independientemente de sus aptitudes y de sus características psicológicas y físicas, en un entorno con casi ningún mer-cado de trabajo expectable, responden al sonoro llamado de su conciencia. Es la interpela-ción a seguir tendencias afectivas con resortes insondables, a transitar la senda de determi-nados valores socioculturales y a constituir su propia vida según representaciones auténti-cas y libres sobre el objeto de su existencia y el modelo que se prefiguran para sí mismos como seres humanos: la filosofía es la objetivación de la vocación como construcción de la subjetividad forjando la inteligencia en el ejercicio del pensamiento.
Revista de Historia y Geografía Nº 29 / 2013 • 13-30
Resumen La pérdida de cualquier familiar cercano implica un fuerte trauma para la persona. Pero de los estados que una sociedad confiere a quienes han perdido a un ser querido, no existe ninguno que pueda darse a quienes experimentan la muerte de un hijo. Esta realidad, innombrable desde el lenguaje, se remite a un miedo primigenio que aterroriza a todas las sociedades industriales. Si bien existen diversas explicaciones psicologistas sobre el tema, no menos cierto es que existieron en otro tiempo sociedades que gustosas sacrificaban a sus propios hijos. Esta dicotomía, planteada en términos antropológicos y sociales, permite comprender por qué sentimos pánico cuando nuestros hijos están en peligro. La tesis que este trabajo defiende es que existió un quiebre epistemológico durante el crecimiento de la sociedad industrial cuyo fin fue disciplinar y adoctrinar tanto a niños como a mujeres. La figura del buen hombre que trabaja por su familia no solo posibilitó el crecimiento capitalista sino que consolidó la lógica de dominación de lo masculino sobre otras formas de identidad. Palabras Clave: sacrificio de niños, miedo a la muerte, industrialismo, relaciones laborales.
"Quiero saber de Dios y el hombre. ¿Nada más? Nada absolutamente".
Allí donde alguien se haya situado a sí mismo-decía Sócrates-, creyendo ser el mejor, o donde haya sido situado por un
P r o s a V I 851 1. En primer lugar, ¿te avienes a que con unas po cas preguntas explore y tantee tu estado de ánimo, para podei así ver la manera de curarte? *-Pregunta a tu arbitrio-le dije-lo que quieras com o a quien, de cierto, te va a respon der.-Entonces ella: ¿Piensas que este mundo es movido por la casualidad temeraria y fortuita, o más bien crees que hay en él una dirección racional?-En modo alguno puedo dar en pensar que movimientos tan bien concertados puedan deberse al azar fortuito, sino que bien sé-y ojalá que nunca deponga esta convicción-que es Dios, su autor, el que está al frente de su obra.-Así es, pues poco ha lo has celebrado en tus versos, deplorando que fuesen solos los hombres los que se sustraen a la divina tutela. Ya que no abrigabas la menor duda de que los demás seres estuviesen regidos por la razón. Pero, ¡a h !, me admira en extremo el que teniendo tan saludables pensamientos, estés enfermo. Mas sigamos investigando: con jeturo que algo, no sé qué, te falta. Dime, pues: ya que no dudas que el mundo sea regido por Dios, ¿sabes también de qué instrumentos se sirve? i ! 852-Apenas si entiendo el sentido de tu pregunta: ¡cuánto menos podré responder a ella!-¿M e engañaba yo al pensar que algo falta en ti, que deja abierta como una bre cha, a través de la cual se ha infiltrado en tu alma el estado morboso de la desolación? Dime: ¿recuerdas cuál es el fin de las cosas y hacia qué se dirige la tendencia de la naturaleza en tera?-Lo tengo oído, pero la tristeza me ha embotado la me moria.-Sabes, por lo menos, de dónde proceden todas las cosas.-Sí, lo sé, y ya te he respondido que es de Dios.-Y ¿cóm o es posible que, conociendo el principio de las cosas, ignores su fin? Pero, en fin, ésa es la fuerza de esos estados pasionales, que son capaces de conmover al hombre, pero no pueden arrancarlo totalmente de sí mismo y apoderarse de él. * Personajes del diálogo: La f i l o s o f í a y B o e c i o. 851-897 C o u r c e ll e , o .c ., p.332.333-344; 7-11; C ro cco , o .c ., p.5-6.46-96. 851 C ro cco , o .c., p.54; J. G r u b e r , Die Erscbeinung der Philosophie in der «Consolalio Pbilosophiae» des Boethius: Rehin. Muss. Phil. 112 (1969) 166-86. Consolación sobre la filosofía 529 853 Pero desearía que me respondieses también esta pre gunta: ¿Recuerdas que eres hombre?-¿Y cóm o no he de recordarlo?-¿Podrás, entonces, decir lo que es el hombre?-¿Es que me preguntas si sé que yo soy animal racional y mortal? Lo sé y declaro que soy eso.-¿Nada más que eso piensas que eres?-Nada más.-Ahora descubro otra causa, la más grave, de tu mal: has perdido el conocimiento de lo que eres. Y ya con eso he encontrado la explicación completa de tu mal y del camino que hay que emprender para devol verte la salud. En efecto, estás envuelto en la confusión que te acarrea el olvido de lo que eres: por eso te lamentas de tu destierro y del despojo de tus bienes. Y al ignorar el fin de las cosas, tienes por poderosos y felices a los malvados y per versos. Por fin, por no tener en cuenta qué poder rige al mun do, piensas que el vaivén de la fortuna se mueve sin alguien, que lo dirija: cosas todas que son causas graves, no ya de una, enfermedad, sino aun de la muerte misma. Pero demos gra cias al Autor de la salud porque la naturaleza no te ha aban donado del todo. 854 Contamos con una gran ayuda para que recuperes la salud, y es la opinión verdadera que tienes sobre el gobier no del mundo, pues crees que se debe no al azar fortuito, sino a la ordenación divina; no abrigues, pues, ningún temor: ya de esta pequeñísima chispa se encenderá el calor vital. Pero como no es tiempo todavía de emplear remedios más enérgicos, y sabemos que es condición de la mente humana el que, al rechazar las opiniones verdaderas, se imbuya de errores que, a modo de una neblina, perturban el libre ejercicio de la inteligencia, trataré primero de sosegar un poco tu alma con los sedantes más suaves y ordinarios, para que así, disipadas las tinieblas de tu estado pasional, puedas reconocer el esplendor de la verdadera luz. LIBRO III P r o s a II 855 1. Entonces, bajando un poco los ojos, y com o re cogiéndose en lo más recóndito de su alma, empezó a hablar así: T odo el afán de los mortales, trabajado por múltiples ape-854 C ro cco , o .c ., p.53. 855-859 C o u r c e ll e , o .c ., p.113-126. 855-856 C r o c c o , o .c ., p.61-69.
Absurdo. Lo que carece de sentido. Si entendemos por sentido la finalidad de un acto o un objeto, "aquello para lo que existe", lo absurdo vendría a significar la ausencia de tal finalidad. Si entendemos por sentido el significado de una proposición, lo absurdo denotaría la falta de concordancia entre el enunciado y el significado.
La filosofía, hoy La extraña aventura que a las verdades acontece: el advenimiento de la verdad Articulación de la historia y la filosofía En materia de arte, de amor o de ideas creo poco eficaces anuncios y programas. Por lo que hace a las ideas, la razón de tal incredulidad es la siguiente: la meditación sobre un tema cualquiera, cuando es ella positiva y auténtica, aleja inevitablemente al meditador de la opinión recibida o ambiente, de lo que con más graves razones que cuanto ahora supongan ustedes, merece llamarse «opinión pública» o «vulgaridad». Todo esfuerzo intelectual que lo sea en rigor nos aleja solitarios de la costa común, y por rutas recónditas que precisamente descubre nuestro esfuerzo nos conduce a lugares repuestos, nos sitúa sobre pensamientos insólitos. Son éstos el resultado de nuestra meditación. Pues bien: el anuncio o programa se reduce a anticipar estos resultados, extirpándoles previamente la vía al cabo de la cual fueron descubiertos. Pero, como veremos, un pensamiento separado de la ruta mental que a él lleva, isleño y abrupto, es una abstracción en el peor sentido de la palabra, y es, por lo mismo, ininteligible. ¿Qué se gana cuando se comienza una investigación colocando al público frente a este acantilado inasequible que sería nuestro programa, es decir, comenzando por el fin?
"Pediremos a los filósofos que abandonen la ambición de encontrar un único punto de vista y un punto de vista fijo para juzgar el conjunto de una ciencia tan amplia y cambiante como la física… Definiremos la filosofía de las ciencias como una filosofía dispersada". Gastón Bachelard INTRODUCCIÓN Hablarles a los físicos sobre filosofía crea, por lo general, una actitud escéptica cuando no una irónica o desdeñosa. Desde el positivismo decimonónico y el empirismo lógico desplegado con fertilidad en el siglo XX, los físicos presuponen que efectuar considera-ciones filosóficas en el sentido tradicional, "contamina" su conocimiento, demeritándo-lo. Por consiguiente, es un imperativo abstenerse de pensar "filosóficamente". Aparte de que esta actitud incluye irrecusablemente una posición "filosófica", es curioso que quienes piensan contenidos tan abstractos como los "mesones", los "agujeros de gusano", la "inercia", la "velocidad de la luz" o los "universos múltiples", renuncien a pensar de un modo abstracto, por ser sospechosamente, una reflexión filosófica que conduce a la especulación. Es curioso que quienes estudian las reacciones termonuclea-res en el interior de las estrellas, que quienes se representan intelectualmente los conte-nidos de tales objetos de estudio, a veces sin experiencia directa y sin una contrapartida real que promueva certidumbre, renuncien a reflexionar sobre el estilo, el sentido, los fundamentos y los problemas que aparecen cuando intelectualmente "hacen" física teó-rica: es decir, renuncien a elaborar una filosofía de la física. Por otra parte, hablarles a los filósofos de física genera, por lo general, una reacción de advertencia cuando no una actitud de aprehensión o de rechazo. En este caso, posible-mente debido a la multiplicidad de los sistemas filosóficos existentes, las reacciones son también variadas. Hay filósofos que consideran la ocupación de la filosofía ajena a los temas "exactos" de los que trata la física, en aquélla prevalecen temas como la axiología y la ética, los problemas de la vida y la existencia, mientras que en ésta sólo hay frías fórmulas y valores matemáticos. Otros filósofos expresan actitudes de renuencia por distintos motivos. Algunos piensan que la física calcula, no piensa: se trata de una ciencia algorítmica, no teórica. Otros presuponen que en la física no existen márgenes para la creatividad ni para la libertad, y que, a lo sumo, genera un pensamiento encuadrado a resultados cuantificados. Final-mente, los que tienen una mejor noción-y respeto, de la física creen que su campo de trabajo es la realidad, pero sólo en un sentido natural o cósmico. Es decir, su objeto de estudio estaría orientado a explicitar leyes y fórmulas en esferas restringidas de validez.
La filosofía de Lévinas se inspira en las fuentes tradicionales del judaísmo, por más que apenas consienta que afloren a la superficie del discurso. De ahí la conveniencia de abordar su obra como un palimpsesto en el que operan dos niveles textuales, uno de ellos explícito (fenotexto filosófico) y el otro velado (prototexto judío). El Otro y el Mismo se relacionan entre sí según el modelo bíblico del vínculo YHWH-Israel: mientras que la Revelación inspira la epifanía del rostro, la Redención subyace a la reconstrucción de la subjetividad en clave ética. En su conjunto, la heterología de Lévinas reitera, en el elemento de la filosofía, las experiencias centrales del monoteísmo hebreo.
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Filosofía en la Ciudad. Caracas y la Filosofía, 2018
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