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CAPÍTULO SILVINA.pdf

En el llamado "exilio de la última dictadura militar argentina", España fue una geografía privilegiada, siendo Madrid y Barcelona los principales núcleos de asentamiento de huidos por la implantación del Estado de excepción. Si bien el arribo de perseguidos políticos a Cataluña empezó con un lento goteo en 1974, se acentuó en 1975, para aumentar en forma espectacular entre 1976-1979. Curiosamente en 1980 y tras la relativa relajación de la persecución dictatorial, el progresivo deterioro de las condiciones de vida y la asfixia laboral resultado del fracaso de la política económica neoliberal de Martínez de Hoz, volvieron a hacer de esas tierras un destino para los argentinos, aunque los cambios en la composición social de los flujos expresan el nuevo perfil de migrantes que se sumaba a la diáspora política. 1 No obstante, en esta última etapa también llegaron perseguidos políticos, por ejemplo, aquellos que tras una primera estancia en Brasil, Israel o los países nórdicos buscaban nueva sociedad de acogida ante la continuidad del régimen militar, y también algunos detenidos-desaparecidos liberados de los campos de concentración y los beneficiados por la "opción" 2 , que gracias a la creciente presión internacional y en el contexto de la visita a la Argentina de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA) en septiembre de 1979, se convirtieron en los otros protagonistas de la corriente exiliar.