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Respuesta Inmunitaria 1 | P á g i n a Para comprender estas fenomenos de la inmunidad innata dividiremos su estudio en: la apreciación de sus componentes y sus principales funciones, para luego abordar a sus mecanismos efectores.
Cada especie, raza o individuo tiene características constitutivas y mecanismos especiales de defensa que explican las diferencias de susceptibilidad o resistencia a determinados microorganismos patógenos. Inmunidad de especie. La rata es muy resistente a la difteria, en tanto que el ser humano y el cobayo son muy susceptible. Los estafilococos atacan al hombre y al chimpancé, mientras que la mayor parte de las demás especies animales son resistentes a ellos. El perro es muy susceptible a la rabia, en cambio la rata lo es en muy bajo grado. La susceptibilidad a una infección no denota necesariamente falta de resistencia. El ser humano es muy susceptible a los virus del catarro común, pero todos los individuos logran controlar la infección y no hay mortalidad atribuible a ellos. No sucede lo mismo con otras infecciones como la rabia, que es siempre mortal si no se vacuna oportunamente al individuo infectado.
Las células de un organismo se comunican entre ellas constantemente y las células de la respuesta inmune no son una excepción. En las últimas dos décadas ha habido una explosión en la caracterización de los mecanismos moleculares que emplean las células para compartir o enviar información. En este artículo se hace un recorrido por algunas de las vías de señalización a las que recurren los leucocitos para monitorear el organismo y montar una respuesta inmune, así como para participar, junto con otros órganos, en el control de la homeostasis.
Demasiado rápida y demasiado llena. Ignora las aglomeraciones de vehículos que de cuando en cuando se amontonan en las esquinas y las elude al filo del encuentro físico, continuando su carrera: en su propia pista, invadiendo las vecinas, usando los relieves del terreno como rampas para incrementar su aceleración.
La palabra Inmunidad se deriva del latín Inmunitas que significa "libre o exento de" y se define como el conjunto de mecanismos que le permiten al organismo defenderse de un sinnúmero de agentes agresores (microorganismos o partículas de diferente orden), que se encuentran en el medio ambiente, así como de controlar alteraciones internas derivadas de el desarrollo de células tumorales o presencia de moléculas nocivas.
La inmunidad eclesiástica buscaba la protección, indemnidad e intangibilidad de personas y bienes pertenecientes a la Iglesia, convirtiéndolos en invulnerables con respecto del poder de los soberanos y de los particulares. Las legislaciones destinadas a normar la vida tanto en España como en las Indias reconocían ese derecho y asumían la cosmovisión que lo inspiraba, sancionando a los transgresores con severas penas. Como instituto regulado y compartido por las realidades espirituales y temporales, tuvo una influencia determinante en los territorios de Indias, donde adquirió una serie de particularidades fundadas en la legislación canónica local y en la aplicación permanente de los principios decretales y tridentinos. Como concepto directamente relacionado, la inmunidad verificaba como entidad jurídica secular y canónica el derecho de asilo o, más comúnmente, asilo en sagrado. El asilo era un derecho que asistía a todo aquel que se encontrara perseguido por la justicia, y consistía en refugiarse en los lugares inmunes de donde no podía ser extraído sin un previo proceso en el que se garantizara su trato justo. La inmunidad eclesiástica rigió como concepto jurídico secular universal y canónico durante dieciocho siglos. Desde la promulgación de las Decretales por la bula Rex Pacificus del 5 de septiembre de 1234 hasta el siglo XVII el instituto no sufrió mayores mutaciones. En efecto, si bien los breves emitidos por los pontífices romanos y aun los concordatos que celebraron con los reyes católicos evidencian que existió una gran actividad centrada en la reglamentación del derecho de asilo, inherente a los edificios pertenecientes a la Iglesia, y en menor medida al régimen de exención o mitigación impositiva, nunca se concibió abolir la inmunidad. Ese último fenómeno comenzó a perfilarse conduciendo a las políticas de amortización, originadas en una ponderación exorbitante de las regalías, 1 y que incluso pueden considerarse como expresión singular de los movimientos revolucionarios desde finales del periodo colonial. * Este artículo forma parte del Diccionario Histórico de Derecho Canónico en Hispanoamérica y Filipinas (S. XVI-XVIII) que prepara el Max-Planck-Institut für europäische Rechtsgeschichte, cuyos adelantos se pueden ver en la página Web: .
El significado del término inmune se asocia históricamente a un mecanismo de protección. Deriva de la palabra latina: immunis que significa: libre, exento de ciertos oficios, obligaciones, impuestos y castigos. El término se extendió para aplicarlo a personas que, después de haber padecido una enfermedad infecciosa, como la peste o la viruela, quedaban exentos de ataques ulteriores. La evidencia de que productos derivados de las células participantes en la inmunidad pueden mediar respuestas neuroendocrinas, originó la propuesta de que el sistema inmune actúa como un órgano receptor periférico que transmite información al cerebro relacionada con respuestas a estímulos antigénicos externos e internos. La mayoría de las veces esta respuesta es de naturaleza defensiva y se produce ante un agente exógeno o endógeno, que resulta extraño al organismo, denominado antígeno (Ag). El sistema inmune está capacitado para reconocer lo que le es propio y así mantener la individualidad del organismo. Las funciones de la respuesta inmune se ejercen a través de dos grandes vertientes: la respuesta inmune innata y la respuesta inmune adquirida. Entre las características que diferencian a la respuesta inmune adquirida de la innata se incluyen: especificidad, diversidad y memoria. Al igual que la respuesta inmune innata, la respuesta adquirida es autolimitada y no es auto-reactiva. La respuesta inmune adquirida, humoral o celular, puede ser dividida en fase de reconocimiento, fase de activación, fase efectora y el retorno a la homeostasis, con permanencia de una memoria inmunológica que permite generar muy rápidamente una intensa respuesta, altamente específica.
Revista Colombiana De Psicologia, 2001
Percanta que me amuraste En lo mejor de mi vida Dejándome el alma herida y espina en el corazón. P. Contursi. Tango Mi noche triste.
la respuesta inmunitaria frente a sustancias externas
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