Academia.eduAcademia.edu

psycoanalisis

Abstract

El coitus interruptus perpetrado en la mujer conduce a la neurosis de angustia. Los vínculos entre neurosis de angustia e histeria son asaz manifiestos. Dos órdenes de ocasiones para la sensación de angustia en el coitus interruptus: en la mujer, el temor a quedar embarazada; en el hombre, el cuidado de que fallara su artificio anticonceptivo. Una neurosis de angustia se presenta también allí donde no contaban esos dos factores. Entonces, la de la neurosis de angustia no era una angustia histérica, recordada, continuada. La neurosis de angustia aqueja tanto a mujeres anestésicas en el coito normal como a las sensibles. La fuente de la angustia no ha de buscarse dentro de lo psíquico. Se sitúa en lo físico, lo que produce angustia es un factor físico de la vida sexual. Angustia en personas virginales. Prevaleciendo en mujeres. Angustia en personas voluntariamente abstinentes, mojigatas. Hombres y mujeres que se distinguen por su pedante minuciosidad y su sentido de la limpieza, para quienes todo lo sexual es horroroso; se inclinan a procesar la angustia en fobias, acciones obsesivas. Angustia de las abstinentes forzosas: mujeres que son desdeñadas por el marido o no son satisfechas por falta de potencia. Esta forma de neurosis de angustia es adquirible y a menudo se combina con neurastenia. Angustia de mujeres que viven en coitus interruptus. Personas que tras estimulación física no llegan a la satisfacción. Angustia de los hombres que practican el coitus interruptus y además de aquellos que se excitan de diversas maneras y no aprovechan la erección para el coito. Angustia de los hombres que van más allá de su placer o sus fuerzas. Angustia de los hombres que se abstienen ocasionalmente, hombres jóvenes casados con mujeres más viejas que en verdad les causan horror, o de los neurasténicos que se han retraído de la masturbación mediante un quehacer espiritual sin practicar el coito a cambio, o que a raíz de un incipiente debilitamiento de potencia en el matrimonio se abstienen a causa de unas sensaciones post coitum. La abstinencia es recurrente en la mayoría de los casos. Se trata de una acumulación física. La acumulación es consecuencia de una descarga estorbada; por tanto, la neurosis de angustia es una neurosis de estasis como la histeria; de ahí la semejanza, y puesto que la angustia no está contenida dentro de lo estancado, uno expresará el hecho diciendo que la angustia ha surgido por mudanza desde la tensión sexual acumulada. El mecanismo de la melancolía: los melancólicos han sido anestésicos, no tienen ninguna necesidad y ninguna sensación de coito, sino una gran añoranza por el amor en su forma psíquica, una tensión psíquica de amor; cuando esta se acumula y permanece insatisfecha, se genera melancolía. Este sería pues, el correspondiente de la neurosis de angustia. Cuando se acumula tensión sexual física: neurosis de angustia. Cuando se acumula tensión sexual psíquica: melancolía. ¿Por qué la mudanza en angustia a raíz de la acumulación? Mecanismo normal de la tramitación de la tensión acumulada: se trata del segundo caso, el caso de una excitación endógena. En una excitación exógena, el aumento es más simple. La fuente excitadora está fuera y envía a la psique un aumento de excitación que es tramitado con arreglo a su cantidad. Para ello basta cualquier reacción que aminore en el mismo quantum la excitación psíquica. Diversamente ocurre con la tensión endógena, cuya fuente se sitúa en el cuerpo propio. Aquí sólo valen reacciones específicas, las que impiden que se siga produciendo excitación en los órganos terminales correspondientes, no importa que esas reacciones sean asequibles con un gasto grande o un gasto pequeño de energía. La tensión endógena crece de manera continua o discontinua; en cualquier caso, sólo se la nota cuando ha alcanzado cierto umbral. Sólo a partir de ese umbral es valorizada psíquicamente, entra en relación con ciertos grupos de representaciones que luego ponen en escena el remedio específico. Entonces a partir de cierto valor, una tensión sexual despierta libido psíquica, que luego lleva al coito. Si la reacción específica no puede producirse, crece desmedidamente la tensión psicofísica, se vuelve perturbadora, pero no hay todavía fundamento alguno para su mudanza. Ahora bien, en la neurosis de angustia esa mudanza sobreviene; por eso, ahora nos aflora el pensamiento de que ahí se trataría del siguiente descarrilamiento: la tensión física crece, alcanza su valor de umbral con el que puede despertar afecto psíquico, pero por razones cualesquiera el anudamiento psíquico que se le ofrece permanece insuficiente, es imposible llegar a la formación de un afecto sexual porque faltan para ello las condiciones psíquicas; así la tensión física no ligada psíquicamente se muda en… angustia. En la neurosis de angustia se puede comprobar un déficit de afecto sexual, de libido psíquica. Toda vez que una tensión sexual física se genera con abundancia, pero no puede devenir afecto en virtud de un procesamiento psíquico, la tensión sexual se muda en angustia. Y esto implica también una acumulación de tensión física y obstaculización de la descarga hacia el lado psíquico. Angustia es la sensación producida por la acumulación de un estímulo endógeno diverso, el estímulo de respirar, que por no conocer otro procesamiento psíquico, es entonces susceptible de aplicación para una tensión física acumulada en general. Hay una suerte de conversión en la neurosis de angustia, igual que en la histeria; sólo que en la histeria es una excitación psíquica la que entra por un camino falso, exclusivamente por lo somático, y aquí es una tensión física la que no puede ir por lo psíquico y a raíz de ello permanece en el camino físico. Manuscrito K. Las neurosis de defensa (un cuento de navidad). 1896. Existen cuatro tipos y muchas formas. Sólo puedo establecer una comparación entre histeria, neurosis obsesiva y una forma de paranoia. Tienen diversas cosas en común: son aberraciones patológicas de estados afectivos psíquicos normales: del conflicto (histeria), del reproche (neurosis obsesiva), de la mortificación (paranoia), del duelo (amentía alucinatoria aguda). Se distinguen de estos afectos por no llevar tramitación alguna sino al daño permanente del yo. Sobrevienen con las mismas ocasiones que sus afectos-modelo, toda vez que la ocasión cumpla además dos condiciones: que sea de índole sexual y suceda en el período anterior a la madurez sexual (condiciones de sexualidad e infantilismo). La herencia es una condición adicional que facilita y acrecienta el afecto patológico. No creo que la herencia comande la elección de la neurosis de defensa. Existe una tendencia defensiva normal, la repugnancia a guiar la energía psíquica de suerte que genere displacer. Se entrama con las constelaciones más fundamentales del mecanismo psíquico (ley de la constancia), no puede ser vuelta contra percepciones, sólo cuentan contra recuerdo y representaciones del pensar. Es inocua toda vez que se trate de representaciones que en su tiempo estuvieron enlazadas con displacer, pero son incapaces de cobrar un displacer actual diverso del recordado. La inclinación de defensa se vuelve nociva cuando se dirige contra representaciones que pueden desprender un displacer nuevo también siendo recuerdos, como es el caso de las representaciones sexuales. Es que aquí se realiza la única posibilidad de que, con efecto retardado, un recuerdo produzca un desprendimiento más intenso que a su turno la vivencia correspondiente. Para ello sólo hace falta que entre la vivencia y su repetición en el recuerdo se interpole la pubertad. Si se ha de quedar exento de las neurosis de defensa es condición que antes de la pubertad no se produzca ninguna irritación sexual importante, aunque es cierto que el efecto de esta tiene que ser acrecentado hasta una magnitud patológica por una predisposición hereditaria. ¿De dónde proviene el displacer que una estimulación sexual prematura está destinada a desprender y sin el cual no se explicaría una represión? No creo que el desprendimiento de displacer a raíz de vivencias sexuales subsiga a la injerencia casual de ciertos factores de displacer. Con un nivel de libido suficientemente alto, no se