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Human history has been tied with astronomical events. In this paper we describe the confront, on 1799, between Spanish and Guaranies, in a distant place in South American lowlands; and how this confront was won by Spanish thanks to the Leonids meteor shower.
“¡El heroísmo! ¡Los héroes! ¡Cuán diferentes son, en realidad, de la manera como estamos acostumbrados a imaginarlos y representarlos!”, así reflexionaba sobre la temática de lo heroico el corresponsal de guerra español Agustí Calvet Pascual, Gaziel (Sant Feliu de Guíxols, Gerona, 7 de octubre de 1887 - Barcelona, 12 de abril de 1964), en una crónica dirigida a sus lectores del rotativo barcelonés “La Vanguardia”, a la luz de una curiosa anécdota de guerra comentada por sus vecinas en París . Corría el mes de noviembre de 1917 y el ánimo de la opinión pública y de las tropas francesas se encontraba en el abismo. Parecía que el tiempo de los héroes ya había pasado y que, en aquellos tiempos de grandes convulsiones, no había lugar para él en el imaginario público. Poco o nada parece haber cambiado desde aquel entonces. Si acaso necesitamos pruebas para constatarlo, basta recordar el debate que se planteó por la declaración de “Héroes de la Democracia” a los comandos Chavín de Huantar, en abril del año pasado . Por ello este trabajo tiene el propósito de volver a la verdad última del héroe y del heroísmo, más allá de las ideologías y de las leyes que intentan crear moldes para encarcelar, en criterios supuestamente objetivos, el espíritu humano.
El propósito de las páginas que siguen 1 es demostrar cómo, por una parte, entre la filosofía de la Historia de Heródoto y la de Tucídides no se registra corte tajante alguno, sino una mera transición, y, por otra, cómo a pesar de ello se percibe entre la una y la otra la notable diferencia conceptual que era de esperar como consecuencia del afianzamiento de la Sofística en los treinta años que median entre ambos historiadores 2 .
Quizá desde comienzos del milenio, el territorio que bordea el lento fluir de las aguas del Po se vio habitado por grupos celtas que acudían en sucesivas oleadas de allende los Alpes. Junto al Mincio, uno de sus afluentes, en Andes, una aldea cerca de Mantua, nació Publio Virgilio Marón (Vergilius) el 15 de octubre del año 70 a. C. A lo largo de esos mil años que preceden a su nacimiento, los pueblos celtas de la ribera habrían recibido diversas influencias civilizadoras, y, si en su momento el elemento etrusco tuvo sin duda la fuerza que destaca Virgilio en su descripción de Mantua (Eneida, X,(198)(199)(200)(201)(202)(203), desde los tiempos de la Segunda Guerra Púnica habían brotado ya en el territorio numerosas colonias de latinos que hicieron de la Galia Cisalpina una región de avanzada cultura y saneada economía agrícola, tal como era durante el siglo 1 a. C. Vergilius es un nombre gentilicio latino bien implantado en el norte y en otras regiones de Italia, y nos hace pensar que nació el poeta en una de esas familias latinas instaladas en la campiña del Po ya tiempo atrás, quizá desde la época de aquellas colonizaciones. Andando el tiempo y ya tan tarde como en los últimos años del imperio, sus lectores habrían corrompido el nombre en Virgilius -de donde procede el que aún hoy utilizamos para el autor de la Eneida-por una doble vía: de virgo (dado el tímido carácter que le valió el apodo griego de Parthenias), o de virga (por la varita característica de los magos, que esa fama tendría ya entonces nuestro poeta). Su padre, aunque la tradición lo describe como de humilde origen, un alfarero o un bracero -o las dos cosas-que se habría casado con la hija de su patrón, Magia Pola, fue probablemente un eques, un terrateniente lo bastante rico como para preocuparse de que recibiera su hijo la mejor educación posible y prepararlo así para la carrera forense, camino seguro en la Roma de entonces hacia la lucha política. Sus primeros años debieron de transcurrir, por tanto, en la finca de Andes, entre las labores del campo que tanto habrán de aparecer en sus obras, confiado tal vez a un paedagogus que cuidase de su instrucción primera. En Roma, Pompeyo y Craso desempeñaban el año 70 su primer consulado compartido en astuta jugada política que, bajo la apariencia de liquidar la obra de Sila, trataba de asentar el poder en las manos del partido senatorial. Diez años después formarían el primer triunvirato con César, primer movimiento de una larga partida que habría de liquidar el régimen republicano. Así, la vida de Virgilio sigue paso a paso los últimos cuarenta años de esta agonía, hasta el triunfo definitivo del principado en la persona de Augusto. Con diez o doce años se trasladó a Cremona para comenzar sus estudios. César iniciaba por esas fechas su conquista de la Galia, y hay quien afirma que leyó Virgilio sus Comentarios con mayor interés por haber tenido quizá ocasión de verle personalmente cuando andaba reclutando sus tropas por las ciudades de la Galia Cisalpina. Aunque era primaria la educación que recibió en Cremona (es decir, una enseñanza elemental de lectura, escritura y aritmética), no hay que perder de vista que era éste el territorio donde habían nacido y comenzado a escribir parte de los poetae novia; temprano habría empezado Virgilio a entrar en contacto con el mundo de la literatura más refinada de su tiempo. Parece que recibió la toga viril el año 55, y quiere la tradición que también fuera éste el año de la muerte de Lucrecio. Siguiendo el camino que le alejaba de su tierra natal imperceptiblemente, marcha Virgilio a Milán a continuar los estudios de gramática y literatura que ya habría comenzado en Cremona. Era Mediolanum una importante ciudad donde cabe suponer que sería fácil recibir una adecuada educación para intentar el salto final hacia Roma, donde debió de instalarse Virgilio el año 54, más o menos. Su intención era, como la de todo romano cultivado, estudiar retórica, y parece que su padre le obligaba a prepararse para una carrera forense y política, aunque puede que este dato de su biografía no sea otra vez sino el tópico que hace con frecuencia trabajar a los poetas contra las buenas intenciones de la familia. Según alguno de sus biógrafos, frecuentó las lecciones de Epidio, quien fuera también maestro por entonces de Antonio y Octaviano, el futuro Augusto. Pero era la retórica árida especialidad para un poeta y, por otra parte, los tiempos en Roma (en el 52 Pompeyo se convirtió ya en consul sine collega) eran ya más de dinero y espada que de discursos. Por ello no es raro que Virgilio prefiriera dedicarse a frecuentar los restos de lo que había sido el círculo de Catulo, como muestran las amistades que por entonces habría empezado a hacer con Asinio Polión, Alfeno Varo, Cornelio Galo, Helvio Cinna y otros. A ello habría contribuido decisivamente lo que sus biógrafos describen como un fracaso en su primera intervención como abogado. Debía Virgilio de estar en Roma el año 49, cuando estalló la guerra entre César y Pompeyo, y éste hubo de cruzar precipitadamente el Adriático con buena parte del Senado. No es seguro si militó en las armas de César ni si hubo de dejarlo ya por problemas de salud. Sea como fuere, su salud, sin duda, no era buena y los acontecimientos políticos de estos años debieron marcarle profundamente; por todo ello, poco después de Farsalia se marcha a Nápoles (año 48 a. C.) para estudiar filosofía con el epicúreo Sirón, director entonces del "jardín", un hermoso círculo de filósofos y artistas que habrían frecuentado nombres importantes de la Roma de entonces, como Julio César, Manlio Torcuato, Hircio, Pansa, Dolabela, Casio, Ático y Cornelio Galo. quien tanto aprendió, así como numerosos epyllia o pequeños poemas épicos que los neotéricos componían a la manera de Calímaco. Pero nadie en la ciudad había intentado emular a Homero con sus obras, y a Virgilio, sin embargo, le pareció que Augusto, Eneas y, sobre todo, Roma, se merecían una tarea semejante. Es grande, por tanto, la deuda de la Eneida con los poemas de Romero, y ya en la antigüedad se veían los seis primeros libros como una Odisea y los seis últimos como una Ilíada. Las historias de navegantes y de guerreros, el relato hacia atrás de un personaje, el campamento asediado en ausencia del héroe, la muerte cruel del amigo del héroe y la subsiguiente venganza; las tormentas, los juegos funerales, el descenso a los infiernos, el catálogo de los aliados, las armas maravillosas de Vulcano, el duelo a muerte entre los héroes rivales... con otros muchos, son temas que pueden leerse en las obras de Homero (W A. Camps). Nadie, sin embargo, acusa ya a Virgilio de plagio. Ese material era acervo común de todos los poetas, y con él debía Virgilio crear su propio mundo. En la literatura clásica la tradición es fuente de originalidad y era obligado beber en ella. Tome, pues, el lector la Eneida entre sus manos. Descubra en su composición aquellas dos mitades o la otra ley que distribuye el poema a partes iguales entre Dido (I-VI), Eneas (V-VIII) y Turno (IX-XII), o bien otras muchas correspondencias que recorren y articulan el poema de principio a fin. Y, sobre todo, haga buena la afirmación de Jlébnikov: "Constataba que versos antiguos palidecían de golpe, que su contenido escondido se convertía en el hoy, y comprendí que la patria de la creación era el futuro. De allí sopla el viento de los dioses dula palabra" (cita de R.Jakobson).
Cómo referenciar este artículo: Sánchez, H; Rojas, J.L.; Amador, J.F.; Duque, E. (2015) Las Ayudas Hipermediales Dinámicas (AHD) en los Proyectos de Aula. Revista Encuentros, Universidad Autónoma del Caribe, 13 (2), pp. 25-38
El sistema digestivo consta, anatómicamente, de boca, faringe, esófago, estómago, intestino delgado, intestino grueso, recto y ano, hígado y vesícula biliar, páncreas. La boca consta de: dientes, paladar, lengua, glándulas salivares. El esófago de: tercio superior (músculo esquelético), tercio medio (músculo esquelético y liso) y tercio inferior (músculo liso). El estómago de: fundus, esfinter del cardias, cuerpo, esfinter pilórico, porción pilórica. El intestino consta de: delgado y grueso. El intestino delgado de: duodeno, yeyuno, íleon, válvula ileocecal y el intestino grueso de: porción ascendente, transverso, descendente, pélvico o sigmoide, ciego, apéndice. El colédoco es parte de la vesícula biliar. El conducto pancreático y el esfinter de Oddi pertenecen al páncreas. de Oddi.
Analisis de la interferencia entre politica y pasiones deportivas a través de un antecedente hitorico.
Desde el sometimiento de la América á sus conquistadores, el estruendo de las armas y los rugidos sin estros de la guerra no despertaban los ecos de nuestras montaras.
Ésta, de la que hemos hablado y hablaremos, es la vida ambigua del Lager 1 . De esta manera dura, estrujados contra el fondo, han vivido muchos hombres de nuestros días, pero todos durante un tiempo relativamente breve; por lo que quizás sea posible preguntarse si realmente merece la pena, y si está bien, que de esta excepcional condición humana quede cualquier clase de recuerdo.
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Revista Latinoamericana de Estudios del Discurso, 2020