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a propósito de la obra de Mirna Roldán
El 31 de mayo de 1898, tras su paso por prisión y habiendo abandonado Inglaterra para instalarse en Francia, Wilde escribe en una de sus cartas... En cuanto a mi, por supuesto, el objetivo de la vida es desarrollar la propia personalidad: la propia naturaleza, y ahora, como antes, es a través del arte que desarrollo lo que hay en mi».
decoraciones ni la maquinaria. Apelad a la grande y pequeña luz de los cielos; podéis a manos llenas sembrar las estrellas, agua, fuego, rocas escarpadas, animales y aves; nada nos falta; así, pues, amontonad decoraciones sobre decoraciones en este pequeño edificio, sin parar hasta que tengamos el círculo entero de la creación, y en vuestro vuelo rápido y calculado, idos desde el cielo por el mundo al infierno. PROLOGO EN EL INFIERNO El señor, las cohortes celestes, Mefistófeleles Los tres arcángeles se adelantan Rafael. El sol, según su antiguo hábito, toma parte en el alternado canto de las esferas, y su trazada carrera termina con el estampido del trueno. Su mirada da fuerza a los ángeles, aun cuando ninguno pueda comprenderla; las obras sublimes inabarcables son bellas como en el primer día. Gabriel. Y ved con que invencible velocidad la magnificencia de la tierra en torno suyo, y como el resplandor del paraíso se convierte noche profunda y tenebrosa. El espumoso mar se enfurece en toda su basta extensión, y hasta en el profundo lecho de las rocas, y peñas, y mar son arrasados en la carrera rápida de las esferas. Miguel. Y las tempestades rugen a cual más, del mar a la orilla, de la orilla al mar, y, en su furor, forman cadena impetuosa en todo aquel basto círculo. La desolación flamígera procede al vivo resplandor del rayo, y, sin embargo, tus mensajeros, Señor, adoran el curso tranquilo de tu día. Los tres. Tu mirada da a los ángeles la fuerza, aun cuando ninguno de ellos pueda comprenderla, y todas las obras sublimes muéstranse esplendentes como en el primer día. Mefistófeles. Maestro, ya que vuelves a acercarte una vez, y preguntas qué es lo que acontece entre nosotros, tal como acostumbrabas verme en otro tiempo, me ves aún en medio de los tuyos. Perdóname; no sé hilvanar grandes frases, aunque me exponga a la gritería del séquito, y por eso no dudo que excitaría mi jerigonza tu risa, si no hubieses perdido la costumbre de reírte. Nada puedo decir del sol ni de los mundos; no veo más que una cosa: la miseria de los hombres. El pequeño dios de mundo es siempre del mismo temple, y en verdad, tan curioso como en el primer día. Viviría un poco mejor, si no le hubieses dado tú el reflejo de la luz celeste, a la que da el nombre de Razón, sólo le sirve para ser más bestia que la bestia. Me parece, no se ofenda vuestra majestad, una de esas langostas de prolongadas patas, que siempre vuelan y saltan al volar, sin que por ello dejen de entonar del mismo modo su antigua canción en la hierba. ¡Si aun le fuese dado permanecer siempre en la hierba! ¡Pero no, le es preciso meter la nariz en todas partes! El Señor. ¿Nada más tiene que decirme? ¿Por qué has de venir siempre a quejarte? ¿No habrá nunca para ti nada bueno sobre la tierra? Mefistófeles. No, Maestro, francamente, todo allí abajo lo encuentro detestable. Los hombres causan mi piedad en sus días de miseria; pobres diablos, me apenan de tal mido que mi valor tengo para atormentarlos. El Señor. ¿Conoces a Fausto? Mefistófeles. ¿El doctor? El Señor. Mi siervo. Mefistófeles. ¡Ya! ¡Es preciso confesar que os sirve de modo extraño! ¡Pobre loco! ¡No sabe alimentarse de cosas terrenas! La angustia que le devora le lanza hacia los espacios y conoce a medias su demencia; quiere las estrellas más hermosas del cielo, le halaga toda la sublime voluptuosidad de la tierra, y de lejos ni de cerca, nada podría satisfacer las insaciables aspiraciones de su corazón. El Señor. Si me sirve hoy en el tumulto del mundo, quiero en breve conducirlo a la luz. Bien sabe el jardinero cuándo verdea el arbusto que ha de producir más tarde flor y fruto. Mefistófeles. Apostemos a que lo perdemos aún, si me permitís atraerle poco a poco a mi camino. El Señor. Tendrás ese derecho sobre él mientras permanezca en la tierra. El hombre solo se extravía mientras está buscando su objeto. Mefistófeles. Os lo agradezco; porque respecto de los muertos nunca he tenido mucho que hacer; siempre he preferido las rosadas mejillas; hago con los cadáveres lo que el gato con el ratón. El Señor. Pues bien, te lo entrego. Aparta a aquel espíritu de su origen y arrástrale, si puedes apoderarte de él, por tu pendiente, pero confiésate vencido y humillado si has de reconocer que un hombre bueno, en medio de las tinieblas de su conciencia, se ha acordado del camino recto. Mefistófeles. Muy bien. ¡Qué lastima que todo esto deba durar tan poco! No me da mi apuesta ningún cuidado. Si alcanzo mi objeto, me concederéis plena victoria. Quiero que llegue a morder el polvo con delicia, como mi tía la célebre serpiente. El Señor. Puedes entregarte audazmente a todos tus proyectos; nunca he odiado a tus semejantes; cuanto más niegan menor es el cuidado que me dan los espíritus. La actividad del hombre fácilmente se calma, porque no tarda en entregarse al encanto de un reposo absoluto. Por eso quiero darle un compañero que lo aguijonee y le impulse a obrar. ¡Vosotros, puros hijos de Dios, glorificaos en los resplandores de la inmortal belleza; que la sustancia eterna y activa os circunde con suaves lazos de amor; que vuestro pensamiento fijo y perseverante dé forma a las apariciones inabarcables que están flotando! (Los cielos se cierran; los arcángeles se dispersan) Mefistófeles. (a solas) Grande es el placer que experimento al ver de cuando en cuando a mi antiguo padre; por esto me guardo muy bien de reñir con él. ¡Tan gran señor habla tan bondadosamente con el diablo! ¡Qué hermoso cuadro! PRIMERA PARTE DE LA TRAGEDIA La Noche En una habitación de bóveda elevada, estrecha y gótica, Fausto sentado delante de su pupitre. (Entran Fausto y Mefistófeles.) Mefistófeles. Debo, ante todo, introducirte en una alegre sociedad, para que veas cuán festivamente puede pasarse la vida. Con poca inteligencia y con mucho buen humor, cada cual va girando aquí en su estrecho círculo, como los gatos jóvenes que juegan con su cola. Con tal que tengan la cabeza libre y que el huésped les preste, viven alegres y sin ningún cuidado. Brander. He aquí dos viajeros, según lo indica claramente su aspecto; apostaría que no hace una hora que han desembarcado. Frosch. Soy de tu propio parecer. ¡Honor a nuestro Leipzig, que es un segundo París! Siebel. ¿Quiénes son, en tu concepto, estos extranjeros? Frosch. Déjame hacer y ya verás cómo logro con un sólo brindis desenmascararlos. A juzgar por su porte y su altivez, deben ser de elevada alcurnia. Brander. De seguro son charlatanes; apostaría algo. Altmayer. Puede ser muy bien. Frosch. Ya veréis cómo voy a chasquearles. Mefistófeles (a Fausto.) Nunca esa pobre gente recela del diablo, ni aun cuando le tenga pegado a su cuerpo. Fausto. Muy buenos días, señores. Siebel. Os damos gracias por vuestra figura. (En voz baja mirando de soslayo a Mefistófeles.) ¿Qué querrá ese pícaro? Mefistófeles. ¿Nos permitiréis sentarnos junto a vosotros? Ya que nos falta buen vino, gocemos al menos de una buena compañía. Altmayer. Me parece que debéis hallaros contrariado. Frosch. Habéis salido muy tarde de Ripach. ¿Habéis senado esta noche en la hostería del señor Juan? Mefistófeles. Hemos pasado por delante de ella, pero sin detenernos siquiera. La última vez que le hablamos, qué sé yo cuánto nos dijo de sus primos, dándonos mil y mil expresiones para cada uno de ellos. (Se inclina hacia Frosch.) Altmayer, en voz baja. ¡Condenado! ¿Ya sabes a quién te diriges? Siebel. Es un compadre astuto. Frosch. No importa; aguarda y verás cómo le cojo. Mefistófeles. A no engañarme, hemos oído al entrar un coro de hermosas voces. Es verdad que el canto debe resonar admirablemente debajo de esta bóveda. Frosch. ¿Sois por acaso artista? Mefistófeles. ¡Oh! No; mi mérito no es mucho, pero mi afición es grande. Altmayer. Cantadnos algo. Mefistófeles. Cantaré todo cuánto deseéis. Siebel. No exigimos más que una canción, pero deseamos que sea eternamente nueva. Mefistófeles. Casualmente llegamos de España, hermoso país del buen vino y las canciones. (Canta.) "Un rey en su palacio tenía una linda pulga..." Frosch. Silencio, silencio. ¡Una pulga! ¿Lo habéis oído? ¡Una pulga! ¡Qué huésped tan raro!
BOCIO, 2019
RESUMEN Bocio es todo aumento de volumen de la glándula tiroidea. Su patogenia está dada fundamentalmente por una disminución en los niveles circulantes de hormonas tiroideas, con el consiguiente aumento de los niveles de hormona tirotropa que provocan hipertrofia e hiperplasia de las células foliculares y dan lugar al aumento de volumen de la glándula. Se clasifica en bocio simple, nodular y puberal. Según la OMS se clasifica por grados desde el 0 al III, y de acuerdo con la etiología en endémico y esporádico. El diagnóstico se realiza por el interrogatorio, el examen físico y se apoya en estudios complementarios: los niveles de TSH y el ultrasonido. El tratamiento depende de la etiología, la edad y el momento fisiológico de aparición. Consta de 5 pilares: preventivo, conservador o expectante, medicamentoso, quirúrgico y el uso de radioyodo. El seguimiento es clínico, apoyado en la ecografía y estudios de la función tiroidea, durante el primer año cada 6 meses, y que, si no hay modificación, se repiten anualmente. Palabras clave: bocio, hipotiroidismo, levotiroxina sódica. ABSTRACT Goiter is any increase of volume of the thyroid gland. The pathogenesis is mainly due to a reduction of the circulating levels of thyroid hormones, with the resulting rise of thyrotropin hormone levels that cause hypertrophy and hyperplasia of the follicular cells and give rise to the increased volume of the gland. It is classified as simple, nodular and pubertal goiter. According to the WHO, the degree-based classification goes from 0 to III, and according to etiology, it may be endemic and sporadic. The diagnosis of goiter is based on the questioning of the patient, the physical exam and supplementary studies as TSH levels and ultrasonography. The
Kamchatka. Revista de análisis cultural.
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RINCÓN GONZÁLEZ, María Dolores (coord.): Personajes Jahencianos. Universidad de Jaén, Jaén, 2021, 2021
Desde El Jardin De Freud Revista De Psicoanalisis, 2009
Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXII Jornadas de Investigación XI Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2015