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Cómo debe encajar una institución clásica, como la casación, dentro de los nuevos paradigmas del estado constitucional?
Casa por casa. Reflexiones sobre el habitar, 2008
Causas de su descuido: Teorías y conceptos contradictorios. Falta de crítica en la enseñanza.
Un manual para el personal y los voluntarios de la Cruz Roja/Media Luna Roja en el terreno
La Casación es un RECURSO extraordinario de impugnación que da inicio a un proceso incidental dirigido a establecer la nulidad de una decisión judicial contraria a derecho.
Revista CRITERIO, 2009
Llevo casi treinta años dialogando sobre ética con jóvenes y graduados de Ciencias Políticas, Relaciones Internacionales y Administración. Todos ellos con vocación de dirigencia política, social o económica. Durante estos años la actitud de los alumnos frente a las cuestiones morales y su enseñanza ha variado considerablemente. De la década del '70 a la del '80 cambió el interés de los alumnos: los valores sociales y familiares perdieron relevancia frente a los valores económicos. Ya a fines de la década del '80 teníamos que explicar que la ética era una disciplina académica, común a muchas escuelas de negocios; y días antes de comenzar el curso solíamos remitir a los alumnos el programa y una secuencia de fotocopias del Financial Times, Wall Street Journal, etc. donde se hablaba sobre la importancia de la ética en el mundo de los negocios, para que nos prestaran atención. Entrados los '90, los alumnos demostraban mayor sensibilidad y discutían divididos entre quienes defendían que "en el mundo de los negocios estamos para hacer negocios", sin importar cómo (Business are business), y los que proclamaban que preferían abandonar un mercado antes que pagar una coima. Con el advenimiento del presente siglo la cuestión ha dado un nuevo giro: la discusión se torna por momentos angustiosa y no dudo que, en poco tiempo, pueda ser agresiva. Por ahora nos encontramos, por una parte, con los defensores de la continuidad de las empresas sin importar el costo moral, y con los defensores de un orden moral que se considera dañado, por la otra. Cada vez se ve más cercano el momento en que los alumnos vuelvan a introducir en las aulas, desde un planteo ideológico, la tensión individuo-comunidad. La ideología Pero la ideología es un invento moderno, funcional a una civilización racionalista y simplificadora. Toda representación de la realidad es una simplificación. Tomando el ejemplo de la geografía, no hay carta topográfica que pueda suplir la experiencia de estar en el paisaje. La ideología que supo tener características de carta topográfica en el siglo XX es hoy sólo un croquis esquemático. De alguna manera, la ideología facilitó evitar la pregunta moral: no formularnos siquiera opiniones morales y mucho menos conocimientos. Fue un "enlatado moral" listo para el consumo, comida chatarra para nuestra inteligencia. Desde la ideología es imposible el diálogo moral y por lo tanto la solución a los problemas siempre costará vidas humanas. Los muertos del régimen bolchevique, los de la Segunda Guerra Mundial, los de la Guerra Fría y el número todavía desconocido de los de la Revolución Cultural China, fueron víctimas de las ideologías. En cambio, la auténtica función social de la moral es cuidar la vida humana, ayudando a los hombres a ser felices.
Son garantías genéricas aquellas normas generales que guían el desenvolvimiento de la actividad procesal. En ocasiones sirven para reforzar el contenido de las garantías específicas. Su valor se acrecienta, expresa MONTERO AROCA, cuando pueden ampararse en ellas garantías concretas que, por la circunstancia que fuere, no quedaron incluidas de modo expreso en la Constitución. a. Debido Proceso. b. El Derecho a La Tutela Jurisdiccional. c. El Derecho a La Presunción De Inocencia. d. Derecho de Defensa. I.
El criterio de valoración Desde la perspectiva ética, un objeto tiene mayor valor en la medida en que sirve mejor para la supervivencia y mejora del ser humano, ayudándole a conseguir la armonía y la independencia que necesita y a las que aspira. Es por tanto esencial que los valores que se elijan y que se persigan en la propia vida se correspondan con la realidad del hombre, es decir, sean verdaderos. Porque sólo los valores verdaderos pueden conducir a las personas a un desarrollo pleno de sus capacidades naturales. Puede afirmarse que, en el terreno moral, un valor será verdadero en función de su capacidad para hacer más humano al hombre. Veamos un ejemplo. Puedo elegir como ideal el egoísmo, en la forma de búsqueda de la propia comodidad y del propio bienestar, desestimando las exigencias de justicia y respeto que supone la convivencia con otras personas y que exigen renuncias y esfuerzos. La personalidad se volverá entonces insolidaria, ignorando los aspectos relacionales y comunicativos esenciales en el ser humano. Hecha la elección, el crecimiento personal se detendrá e iniciará una involución hacia etapas más primitivas del desarrollo psicológico y moral. Por el contrario, si se elige como valor rector la generosidad, concretada en el esfuerzo por trabajar con profesionalidad, con espíritu de servicio, y en la dedicación de tiempo a causas altruistas y solidarias, entonces se favorecerá la apertura del propio yo a los demás, primando la dimensión social del ser humano y estimulando el crecimiento personal.
CON EL SER O PEOR QUE NADA
Nada puede moverse sin que haya un motor que lo mueva; no es posible efecto alguno sin causa que lo produzca; todo ser caduco o "contingente" requiere la previa existencia de otro ser "necesario" que haga posible la aparición de lo contingente en el mundo de la realidad; todo ser imperfecto implica la existencia de alguien o algo que encarne menos imperfección hasta llegar al ser que personalice la suprema perfección; todo ser dirigido o gobernado hacia un fin hace imprescindible la existencia de un director o gobernador… Llamémoslo o no Dios al "motor" (primer motor, que diría Aristóteles), a la "causa primera", al "Ser necesario", a la "suprema perfección" o a la máxima "autoridad" sobre todo cuanto existe… nos veremos obligados a reconocer la simplicísima obviedad de que ese Alguien no puede ser confundido con la nada ni tampoco con la materia inerte; llegaremos así a la menos simple constatación de que nada existiría sin la presencia y acción de Alguien (una Persona) que deberá ser aceptado como Principio y Fin de todas las cosas. ¿Quién es ese Alguien? Es el Zeus de los griegos, el Júpiter de los latinos, el Brahma de los hindúes, el Ra de los egipcios, el Ashur de los asirios, el Odín de los vikingos, el Izanagi del sintoísmo, el Viracocha de los incas, el Ahura Mazda del zoroastrismo, el Kitche Manitou o Gran Espíritu de cheyenes, sioux y otra tribus indias … o el que se reveló como Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el mismo al que los judíos llaman
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