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Conforme el flamante capitalismo informacional va cobrando forma y fuerza, va también desvelándose su identidad y su carácter profundamente marcados por la ideología empresarial. La mercantilización de la vida social, la empresarialización de las relaciones sociales y una visión contractualista e individualista constituyen el temperamento actual de la llamada «sociedad de la información». La expansión de estas fórmulas se deja notar hoy de forma evidente en el ámbito laboral, de manera que la forma empresa ha pasado a dictar, más que nunca, el nuevo protocolo de las relaciones laborales. En este artículo se analizarán algunos de los rasgos de este totalitarismo laboral aplicados a los colectivos más frágiles del mercado de trabajo, cada vez más forzados a convertirse en managers de sí mismos. Se prestará especial atención a cómo este proceso ha conducido a una redefinición de la categoría de paro, con profundas repercusiones sobre los parados y sus condiciones de inserción profesional.
Papeles de relaciones ecosociales y cambio global nº 127, 2014
Todo parece girar en torno al emprendedor. Un discurso reduplicado, clónico, donde se repite esquemáticamente la misma fórmula mística compuesta por el talento, la innovación, la actitud, el plan de empresa. Incluso nuestro país se concibe cada vez más como una empresa gracias a la marca-España. El poder indiscutible de las empresas se ha infiltrado hasta el último rincón de nuestra vida social y personal con el insistente altavoz de los medios de comunicación. Este texto se plantea analizar brevemente cómo la figura del emprendedor se ha situado en los últimos años en el primer plano de la realidad social; cuáles son las bases ideológicas que lo sitúan al frente de la gestión de la actual crisis económica y quizá más allá; de qué manera esta figura ha ampliado su campo de actuación y ha impregnado las leyes o grandes programas de acción de la Administración Pública.
Aquel que nunca haya sentido vibrar en él esta doble fuerza, o que nunca haya estado obsesionado por la distinción entre la racionalidad y el oscurantismo, entre la falsa ideología y la verdadera ciencia, nunca ha sido moderno ". Bruno Latour, 1993, p. 61 ¿Es la ciencia ocupacional 'moderna'? ¿Se opusieron los cientistas ocupacionales a la ideología? Parece que como un campo crítico debemos estar en contra de algo y históricamente, las ciencias se han tomado una postura contraria a las ideologías. La ideología es un término de crítica que se invoca comúnmente en una de dos maneras. En primer lugar, podemos criticar la posición de alguien como ideológica, de este modo destaca así su prejuicio, parcialidad y la estrechez de miras a la luz de los hechos objetivos. Como alternativa, podríamos reconocer que mientras no podemos escapar de la ideología, podemos seguir comparando de manera crítica diferentes ideologías por su capacidad relativa para lograr la justicia. Mientras tengamos opción de denunciar una ideología por completo o criticar una ideología en nombre de otra, cada práctica crítica depende de una forma de racionalidad en contra de la cual, o por medio de la cual, se comparan ideologías competitivas. El desarrollo conceptual e histórico de la ideología nos ha legado estas dos funciones críticas en las que la ciencia ocupacional ha recurrido cada vez más, ya que no sólo busca la determinación de los hechos acerca de la ocupación, sino también el desarrollo de conocimientos en apoyo a sociedades más justas y equitativas. Dichos términos de crítica a menudo se encuentran en los discursos ocupacionales donde la injusticia se describe como el fracaso de los entornos sociales, físicos, institucionales o culturales para reconocer y satisfacer las necesidades ocupacionales de los seres humanos (Townsend y Wilcock, 2004;.
Innovar, 2020
La especificidad de las formulaciones ontológicas de Lukács es afirmar que la posición teleológica es el fundamento ontológico del ser social. Si toda praxis expresa una conexión con el conocimiento y la consciencia, resulta que las respuestas prácticas son siempre mediadas por algún tipo de producción espiritual. Así, la ideología tiene un rol como parte de la previa ideación. La crítica ontológica es crítica de las estructuras sociales que generan y demandan teorías con funciones prácticas para garantizar su reproducción. Para hacer la crítica ontológica del emprendimiento, presentamos una sistematización de su trayectoria histórica y conceptual. Después, criticamos las estructuras que lo generan y lo necesitan para reproducirse y ampliarse: el neoliberalismo, entendido como el modo contemporáneo de existencia del capitalismo. En seguida, identificamos el fundamento ontológico de la ideología del emprendimiento: el individualismo y su función en la distención de conflictos socia...
El objetivo del presente artículo es generar una perspectiva de la internacionalización de la empresa desde una óptica empresarial, acercándonos al estudio realizado por Svante Andersson, quien busca definir un modelo conceptual en donde se defiende la idea que establece al empresario como un factor central para explicar el comportamiento de las empresas internacionales, igualmente evaluar varios enfoques de internacionalización que permitan plantear unos parámetros claros y acertados para ser aplicados a la realidad de las compañías colombianas, teniendo en cuenta nuestro entorno y contorno para la ejecución de patrones exitosos y estructurados de internacionalización.
Presentación En un fascículo anterior 1 ya recordamos el doble origen de esta serie consagrada al materialismo dialéctico: de un lado, la práctica revolucionaria maoísta centralizada por el grupo para la fundación de la Unión de Comunistas de Francia Marxista-Leninista (U.C.F.M.L.), de otro, la serie de cursos hechos entre 1969 y hoy día.
En los últimos tiempos empecé a volver, después un largo período, a reflexionar sobre las ideas políticas y las ideologías, entendiendo a éstas últimas como un conjunto de ideas que determina una visión de cómo debería organizarse una sociedad y cómo debería funcionar, desde lo político, lo económico y lo social, entre otras cosas. Las ideologías políticas y económicas no son tantas y básicamente en los últimos 150 años han dominado dos, el liberalismo y el comunismo, como extremos, con una amplia gama de versiones en el medio, más suavizadas, como el socialismo, pero que básicamente iban en esos sentidos. Además, hubo muchas otras ideas económicas, como fue el keynesianismo, pero que no podría definir como ideologías, ya que no solo únicamente abordan el aspecto económico, sino que inicialmente fueron pensadas para atacar una situación coyuntural determinada. Las ideologías fueron algo fundamental en las sociedades de fines del siglo XIX y todo el siglo XX y la mayor parte de la gente con ideas políticas se identificaba con alguna. En su mayoría todos seguían fielmente una forma de ver el mundo. Cuando empecé a interesarme en la política, siendo muy chico, a los catorce años, inicialmente pensé que debía tomar la bandera de la ideología que creía que se adaptaba más a mi forma de ver las cosas y con el tiempo fui pasando por varias, hasta dejar de pensar en ellas. En estos tiempos, discutiendo mucho de política en distintos foros y redes sociales, me puse a pensar nuevamente en qué ideología podía identificarse más con mis ideas o con cuál de ellas me identificaba más, pero no encontré a ninguna. Volví a leer mucho sobre aquellas que conocía de mis primeros tiempos y de mis estudios universitarios y conocí algunas de las que solamente había oído nombrar alguna que otra vez porque en Argentina no tienen prácticamente presencia, como fue el libertarianismo, una ideología que en cierta forma tiene tantas definiciones como adeptos, o el anarco capitalismo, que junto con el anarquismo se puede decir que son las más utópicas e impracticables de todas. En primer paso, entendí que si uno tiene sus propias ideas jamás puede seguir una ideología, porque la ideología es el conjunto de ideas que tenía su creador y cuando uno adscribe a una ideología la toma completa. Muchos pueden decir que son comunistas o liberales pero que no toman el 100% de esas ideologías, pero entonces no son ni comunistas ni liberales. Me ha tocado leer o escuchar a gente que se dice liberal o comunista y cuando alguien critica algún aspecto fallido de esas ideologías, salen a decir que justo en eso no están de acuerdo o que no toman el 100%. Entonces no pueden catalogarse en esa ideología o deben aceptar ser criticados cuando se asume que si se consideran de una ideología es porque aceptan el 100%. Las ideologías son como comprar una caja de chocolates surtidos, aunque haya alguno que no nos guste, tenemos que comprar la caja entera y luego veremos qué hacemos con el que no nos gusta. Es más fácil deshacerse de un chocolate que de las ideas. Por eso, cuando alguien me dice hoy que sigue determinada ideología, lo primero que pienso es que no tiene un gran razonamiento político, ha comprado una caja de chocolates entera y se ha comido todos, los que le parecieron más sabrosos y los que no le parecieron tanto, pero ha aceptado todos. Prefiero al que va a un kiosco y vuelve loco al kiosquero eligiendo uno por uno los que le gustan. Entonces cuando le preguntan cuál marca le gusta más, no sabe definirlo, porque ha tomado un poco de todas, porque todas tienen algo bueno y algo malo. Creo que todas las ideologías tienen cosas buenas y cosas malas porque todas ellas, cuando fueron pensadas, creo que se pensaron con las mejores intenciones. Todas buscaban generar una sociedad mejor y llegar a una sociedad perfecta, en donde todos sean felices. Eso es algo bueno, ninguna desde un principio buscaba exterminar a nadie
Reis, 1985
En este artículo analizo las ideologías sobre la distribución de la producción entre grupos sociales y dejo para el final el interrogante sobre el significado del término producción. La palabra corporativismo, en tanto que ideología y práctica de un sistema estructurado de desigualdad ligado a la socialdemocracia, tal como lo planteo en este artículo, puede parecer una provocación. Es necesario explicar las razones por las que el mismo término puede aplicarse a la ideología del franquismo o del salazarismo y a la realidad de Estados como el español desde 1977 (hasta por lo menos 1983). Podemos poner al régimen franquista como ejemplo de corporativismo estatal. No había libertad de asociación y era obligatorio estar encuadrado en un sindicato vertical que agrupaba a trabajadores y empresarios de una misma rama. Los partidos políticos no existían (excepto la Falange; después, Movimiento Nacional), y las Cortes eran una Cámara corporativa (pese a que algunos miembros tuvieran una teórica representación territorial). Quisiera argumentar, de todos modos, que «corporativismo estatal» es una expresión contradictoria, por lo menos en el caso del Estado español franquista. Acababa de librarse una guerra civil que fue una guerra de clases; la conciencia de clase era muy fuerte. ¿Acaso el corporativismo estatal es una ideología sin realidad histórica? Quizá lo fue el peronismo en su primera época, ya que los sindicatos eran genuinos. No obstante, queda la duda de si otros 31/85 pp.
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Iztapalapa, 1996
Journal of Management for Global Sustainability, 2021
Derecho Y Opinion, 1999