Este libro trata de lo que le pasa a la gente que se siente abrumada por el cambio. Trata del modo en que nos adaptamos -o dejamos de adaptarnosal futuro. Mucho se ha escrito sobre el futuro. Sin embargo, la mayoría de los libros sobre el mundo venidero tienen un áspero sonido metálico. Estas páginas, por el contrario, se ocupan de la cara «suave» o humana del mañana. Más aún: se ocupan de los pasos que hemos de dar para poder alcanzar el mañana. Tratan de materias corrientes y cotidianas: los productos que compramos y los que rechazamos, los sitios que dejamos atrás, las corporaciones en que vivimos, las personas que pasan, cada vez más de prisa, por nuestras vidas. Sondean el futuro de la amistad y de la vida de familia. Investigan extrañas y nuevas subculturas y estilos de vida, junto con una serie de temas diversos, desde la política y los campos de deportes hasta los vuelos espaciales y el sexo. Lo que les sirve de lazo de unión -en el Libro, como en la vida-es la estrepitosa corriente del cambio, una corriente hoy tan poderosa que derriba instituciones, trastorna nuestros valores y arranca nuestras raíces. El cambio es el fenómeno por medio del cual el futuro invade nuestras vidas, y conviene observarlo atentamente, no sólo con las amplias perspectivas de la Historia, sino desde el ventajoso punto de vista de los individuos que viven, respiran y lo experimentan. La aceleración del cambio en nuestro tiempo es, en sí misma, una fuerza elemental. Este impulso acelerador acarrea consecuencias personales y psicológicas, y también sociológicas. En las páginas que siguen se exploran sistemáticamente, por primera vez, estos efectos de aceleración. El libro sostiene, espero que con diafanidad, que, a menos que el hombre aprenda rápidamente a dominar el ritmo del cambio en sus asuntos personales, y también en la sociedad en general, nos veremos condenados a un fracaso masivo de adaptación. En 1965, en un artículo publicado en Horizon, inventé el término «shock del futuro» para designar las desastrosas tensión y desorientación que provocamos en los individuos al obligarles a un cambio excesivo en un lapso de tiempo demasiado breve. Fascinado por este concepto, empleé los cinco años siguientes en visitar numerosas universidades, centros de investigación, laboratorios y oficinas del Gobierno; en leer innumerables artículos y documentos científicos; en interrogar a centenares de técnicos sobre diferentes aspectos del cambio, sobre las formas de comportamiento y sobre el futuro. Premios Nobel, hippies, psiquiatras, físicos, hombres de negocios, futurólogos, filósofos y profesores me expresaron su preocupación por el cambio, su ansiedad por la adaptación, su miedo del futuro.