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Artículo de opinión publicado en el diario La Nación. Se analiza brevemente el tema de la independencia del Poder Judicial respecto de los otros poderes del Estado.
2012
Retos y oportunidades del desarrollo de los nuevos títulos en educación superior
El siglo XIX: Bolivia y América latina
Los fantasmas sólo pueden salir por las aberturas por donde se deslizaron para entrarGoethe. Abordar un tema tan vasto como el propuesto para esta ocasión requiere, ante todo, un primer movimiento de recorte. Así es que me propongo compartir con ustedes algunas cuestiones que vengo pensando en relación a los efectos que determinados hechos de barbarie social (como son los genocidi os o la violencia de Estado) acarrean para el psiquismo de los sujetos afectados, tomando como tales tanto a los individuos y a las comunidades contemporáneas a los hechos, como a las generaciones siguientes. Para eso, retomo la pregunta que Beatriz Janin dejó abierta: "¿Cómo alguien puede construir su historia haciéndose cargo de lo que quedó afuera?" Pregunta crucial, no sólo porque condensa otros muchos interrogantes, si no porque da cuenta de ese punto particularmente esquivo en donde constatamos que la materia de "unos" y "otros" no deja de presentar límites imprecisos, y que lo que intenta ser un encuentro vital puede cristalizar en mandatos de muerte y aniquilación psíquica. Y es así que algo 'queda afuera', algo de la vida, algo de la muerte, trastoca los espacios y envenena de "ajenidad" lo que debería ser el encuentro fundante con el 'sentimiento de sí". Ahora bien, puestos a pensar qué es esto que "queda afuera", y más aún, qué condiciones han de darse para que ocurra de este modo, el concepto de TRAUMA se nos impone con especial pertinencia. Sin embargo, creo que debemos tener especialmente presentes en esta ocasión las recomendaciones de Anna Freud: "Cada vez que estoy tentada a llamar a un evento de la vida "traumático" me pregunto: ¿ es que fue decepcionante?, ¿ significativo?. O, en el estricto sentido de la palabra: desvastador, que causa una ruptura interna dejando fuera de acción el funcionamiento del yo y su mediación". Me parece importante refrescar esta cita porque, al abordar la temática de la violencia, registramos situaciones que a clara luz han sido impactantes para quienes las vivieron y para nosotros como terapeutas, pero eso no significa que podamos aseverar, de inicio, que han sido efectivamente traumáticas. Intento remarcar que, al pensar sobre eso que "quedó afuera" el convocado es, precisamente, un gran ausente: el Yo en tanto capaz de historizarse y abrir, de ese modo, un movimiento de recuperación subjetiva que lo rescate de la trampa del "puro suceso"(un suceso no es historia a no ser que pueda volverse "experiencia", para lo cual, debe poder ligárselo a registros sensoriales compartibles e incluírselo en un contexto ético que le aporte sentido) y lo constituya a la vez como heredero y donante de un legado vital.
Ponencia presentada en el primer encuentro sobre visualizad en la Facultad de Bellas Artes de la UAQ
Todo está en todas las cosas Sí, también yo he tenido mi visión Bastó sólo abandonar la estación ferroviaria y vislumbrar desde el vaporetto la sucesiva aparición de las fachadas a lo largo del Gran Canal para vivir la sensación de estar a un paso de la meta, de haber viajado durante años para trasponer el umbral, sin lograr descifrar en qué consistiría esa meta y qué umbral había que trasponer. ¿Moriría en Venecia? ¿Surgiría algo que lograra transformar en un momento mi destino? ¿Renacería, acaso, en Venecia? Llegaba yo de Trieste; no había buscado la casa de Joyce ni las huellas de Svevo, ni hecho ni visto nada que valiera la pena. Había llegado a esa ciudad la tarde anterior y al intentar hospedarme en un hotel, un empleado detectó no sé qué anomalía en mi visado, un error en la fecha de caducidad, me parece, que volvía ilegal mi permanencia en el país. A regañadientes se me permitió permanecer esa noche en el lobby del hotel. En la madrugada tomé el tren de regreso; al detenerse en Venecia decidí bajarme. Debían ser las siete de la mañana cuando puse pie por primera vez en suelo veneciano. Pasaría el resto del día allí y continuaría hacia Roma en el expreso nocturno. Está escrito que las desdichas nunca llegan solas: al consignar mi maleta en el depósito de equipajes descubrí que había perdido mis lentes; registré mis bolsillos, corrí hacia los andenes con la esperanza de encontrarlos en el suelo, pero la multitud de viajeros y cargadores que se movían por ellos me hizo desistir de cualquier búsqueda. Lo más seguro, pensé, era que los hubiese olvidado en el hotel de Trieste o en el vagón de donde había salido con tanta precipitación. Todo esto tiene que haber ocurrido a mediados de octubre de 1961. De pronto me encontré en la Piazzeta, dispuesto a comenzar mi recorrido. Mi miopía de ningún modo atenuó el deslumbramiento. Llegué a la Plaza de San Marcos y tomé mi primer café en Florian, el legendario lugar reseñado por todos los escritores y artistas que alguna vez visitaron Venecia. Compré, a un lado de Florian, una guía turística. Ver de cerca, leer, por ejemplo, no me presentaba mayor problema. Después del café, guía en mano, comencé a caminar. Se me escapaban los detalles, se desvanecían los contornos; por todas partes surgían ante mí inmensas manchas multicolores, brillos suntuosos, pátinas perfectas. Veía resplandores de oro viejo donde seguramente había descascaramientos en un muro. Todo estaba inmerso en la neblina como en las misteriosas Vedute de Venezia, coloreadas por Turner. Caminaba entre sombras. Veía y no veía, captaba fragmentos de una realidad mutable; la sensación de estar situado en una franja intermedia entre la luz y las tinieblas se acentuó más y más cuando una fina y trémula llovizna fue creando el claroscuro en el que me movía.
UNA ARQUEOLOGÍA ENTRE TODOS, 2019
Desde sus inicios la arqueología argentina se arrogó el derecho de ser la única disciplina que poseía los fundamentos teóricos y metodológicos adecuados para explorar el pasado remoto de los pueblos originarios. De este modo, las instituciones académicas gubernamentales y, en especial, la figura del arqueólogo/a ocuparon un papel hegemónico dentro de un contexto que recién en los últimos años se comenzó a revertir. Este cambio, sobrevino, fundamentalmente, a partir de nuevos posicionamientos surgidos dentro de la propia comunidad arqueológica, así también como respuesta a los numerosos reclamos realizados por los pobladores locales, en los diferentes espacios donde se llevaban a cabo las investigaciones. Así, surgió la idea de compilar este libro, fundamentalmente, ante la necesidad de contar acerca de los trabajos que se vienen desarrollando en diferentes puntos del país por diferentes equipos de arqueólogos, los que no siempre se inician y finalizan en torno al análisis detallado de los objetos y los contextos a ellos asociados. Precisamente, en estos equipos existe una línea de trabajo que se encuentra abocada en brindar una mayor participación a la comunidad local en los trabajos investigativos. Estas labores pretenden diferenciase sustancialmente de lo sucedido en distintos periodos de la historia de nuestra disciplina, donde la presencia de otros actores fuera de la academia tenían un rol totalmente periférico. No es casualidad que Walsh (2007) hable que en América Latina las Ciencias Sociales han sido parte de tendencias liberales, imperialistas y globalizantes. Además, asegura que estas tendencias supieron suplir los saberes locales, posicionando como saber único y válido el científico o académico. La investigadora se interroga sobre si es posible lograr unas ciencias sociales que no reproduzcan eurocentrismos y colonialismo. Por colonialidad, Walsh (2007) entiende a un mecanismo que articula los patrones de poder desde la raza, el ser, la naturaleza y el saber, según la necesidad coyuntural del capital en beneficio de las elites americanas o europeas. Asimismo, dentro de la colonialidad hay cuatro esferas que, actuando de modo articulado, preservan la diferencia o jerarquización colonial. La primera de ellas es la colonialidad del poder, que se basa en una marcada estratificación social donde el europeo o el blanco se hallan por encima del pueblo originario o el afro. La colonialidad del ser, refiere a un grupo humano que se impone sobre otros y ejercen control y persecución sobre ellos. En tercer lugar, Walsh (2007) hace alusión a la colonialidad de la naturaleza, donde prima una concepción que enfatiza la división binaria cartesiana, entre la naturaleza y la sociedad. Bajo esta concepción los saberes locales son considerados como mitos, leyendas, etc. carentes de rigurosidad y racionalidad y, por lo tanto, deben ser dejados de lado en un proceso de investigación científica. Finalmente, afirma que en la colonialidad del saber, se descarta toda producción intelectual afro o indígena y sólo reconoce la perspectiva eurocéntrica. Si bien, podemos acordar o disentir con diversos puntos aquí tratados, lo cual merecería un espacio más amplio de discusión, lo cierto es que se plantean numerosas verdades, por ejemplo, que la llamada colonialidad de la naturaleza y del saber formó y aún hoy forma parte de nuestra disciplina arqueológica, más allá de cuantiosos intentos de inclusión, muchos de los cuales quedaron anclados en una mera retórica. Curtoni (2009) siguiendo este mismo hilo argumental, pero desde una perspectiva más arqueológica, plantea, entre otras cosas, descentralizar el papel del arqueólogo como única vía de construcción de conocimiento y, fundamentalmente, aceptar nuevas voces y visiones extra-científicas a la hora de construir conocimiento. Es decir, el eje central de este planteo consiste en encontrarse abiertos a construcciones conjuntas con los saberes locales, donde los diferentes actores en juego puedan participar en un mismo plano de equidad y horizontalidad. Bajo este enfoque se forjó y luego se cristalizó la edición de este libro, que consta de seis capítulos que reflejan el trabajo conjunto entre comunidad y arqueólogos, en las actuales provincias argentinas de Córdoba, Santiago del Estero y Catamarca.
2020
La crisis sanitaria generada por el nuevo coronavirus, sin precedentes en la historia reciente, ha distorsionado cada una de las escenas cotidianas. El confinamiento y el distanciamiento social, única forma de contener la vertiginosa expansión del virus, cambió radicalmente la forma en que interactuamos
Universitas Philosophica, 2001
The main task developed by Wittgenstein concerning the relations between language and thought was to insist on their conceptual aspect-which he called grammatical. In the first place this paper reviews the main conceptual rectifications Wittgenstein thought had to be made in order to improve the investigation of such relations. An argument that I have called The Argument From Anyone To Everyone is examined in the middle part of the paper: it implies a closer look to Philosophical Investigations § 344-350. The point is that this argument prevents us from recognizing the need to accomplish such rectifications. The analysis of the argument leads to the conclusion that language and thought have to be ruled by the principie of systematicity of sense (of meaning) similar to the one commonly invoked by the cognitive sciences in general. The final part of the paper resorts to material from Zettel in order to present Wittgenstein criticism on the principie of systematicity of sense.
Revista Chilena de Literatura, 2014
El cuarto propio conectado, una porosa frontera entre lo público y lo privado, 2017
Revista Cuadernos De Literatura Del Caribe E Hispanoamerica, 2014
Cuadernos de la Facultad de Humanidades y …, 2005