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Resumen La perspectiva de la identidad social en psicología social pretende explicar los fenómenos de grupos (intra e intergrupales). Aunque originariamente, la teoría de la identidad social de se dedicará al análisis de las relaciones intergrupales, más recientemente, la teoría de la categorización del yo (Turner, 1999) analiza los procesos grupales, tanto en grupos pequeños como grandes. La perspectiva de la identidad social tiene implicaciones muy importantes en la definición de la psicología social, teniendo aportaciones significativas para comprender los procesos de grupos, la conducta colectiva y el autoconcepto y la personalidad.
Resumen La perspectiva de la identidad social en psicología social pretende explicar los fenómenos de grupos (intra e intergrupales). Aunque originariamente, la teoría de la identidad social de se dedicará al análisis de las relaciones intergrupales, más recientemente, la teoría de la categorización del yo (Turner, 1999) analiza los procesos grupales, tanto en grupos pequeños como grandes. La perspectiva de la identidad social tiene implicaciones muy importantes en la definición de la psicología social, teniendo aportaciones significativas para comprender los procesos de grupos, la conducta colectiva y el autoconcepto y la personalidad.
Esta área de conocimiento y experiencia hace referencia, de forma conjunta, a la construcción gradual de la propia identidad, al establecimiento de relaciones afectivas con los demás y a la autonomía personal como procesos inseparables y necesariamente complementarios. Los contenidos que en esta área se agrupan, adquieren sentido desde la complementariedad con el resto de las áreas, y habrán de interpretarse en las propuestas didácticas desde la globalidad de la acción y de los aprendizajes. En este proceso de construcción personal resultan relevantes las interacciones de niños y niñas con el medio, el creciente control motor, el desarrollo de la conciencia emocional, la constatación de sus posibilidades y limitaciones, el proceso de diferenciación de los otros y la independencia cada vez mayor con respecto a los adultos. La identidad es una de las resultantes del conjunto de experiencias que niños y niñas tienen al interaccionar con su medio físico, natural y, sobre todo, social. En dicha interacción, que debe promover la imagen positiva de uno mismo, la autonomía, la conciencia de la propia competencia, la seguridad y la autoestima, se construye la propia identidad. Los sentimientos que desencadenan deben contribuir a la elaboración de un concepto personal ajustado, que les permita percibir y actuar conforme a sus posibilidades y limitaciones, para un desarrollo pleno y armónico. Debe tenerse en cuenta que la imagen que niños y niñas construyen de sí mismos es en gran parte una interiorización de la que les muestran quienes les rodean y de la confianza que en ellos depositan. Así mismo, la forma en que las personas adultas recogen sus iniciativas, facilitará u obstaculizará su desarrollo.
El material que presento aquí no es propiamente un "ensayo". Fue escrito para ser leído como una conferencia, en un congreso sobre la familia al que fui invitado en 2013. En ese momento mi espalda y mi mente no estaban en condiciones de escribir en una computadora, y en cambio me fue dado escribir esto en un cuaderno (el amarillo), casi de corrido como lo ofrezco aquí, sentado en el sillón del abuelo. Por esa razón, y porque refleja bastante bien lo que pienso sobre la educación, tarea a la que me he dedicado toda la vida, me pareció válido incluir este escrito en este lugar. El estilo es un poco más académico, pido disculpas por eso. Según la concepción cristiana del hombre, cada uno de nosotros es algo más que un mero "individuo de la especie humana": es, como decía San Juan Pablo II, alguien "eternamente ideado y eternamente amado" en su singularidad por el Creador: alguien llamado a ser una "persona" única e irrepetible, y llevar esta condición a su plenitud. Dice el Padre Carlos Avellaneda en su libro "Libres para amar" (p. 83): "cada uno de nosotros es una singular imagen de Dios. En cuanto personas únicas e irrepetibles somos un pequeño absoluto que podríamos hacer nuestro el nombre divino y decir: "Yo soy el que soy". Nuestro ser personal-el que soy-ha sido creado por Dios y es nuestra identidad más profunda". Y en la p. 44: "Y vio Dios que era muy bueno" (1,31). Con esta afirmación se declara la condición "muy buena" de cada ser humano porque Dios lo ha amado y comunicado su bien propio, su ser "sí mismo". Esto implica, entre otros aspectos, que la persona que es cada uno de nuestros hijos llega a nuestras manos trayendo en cierta medida "dado", junto con su ADN biológico, un "ADN espiritual" que constituye un incipiente "sí mismo" profundamente original. Este incipiente "sí mismo" constituye su "programa nuclear de desarrollo", como solía decir un gran pensador de los temas educativos, mi maestro el Dr. Emilio Komar. Este "programa" inscripto en cada alma singular no es algo ni estático ni definitivo; se trata de una realidad dinámica, esencialmente incompleta y en devenir, que requiere un desarrollo, un proceso de realización. La misión de cada persona en su vida consistirá justamente en desarrollar lo más libre y plenamente posible esa "idea", ese sí mismo que el creador diseñó amorosamente para ella. Y la educación consistirá en ayudarla a lograrlo.
IDENTIDAD, 2019
El concepto de identidad es fundamental para comprender la situación intercultural. Utilizado en otro tiempo, principalmente desde un punto de vista psicológico, aparece hoy por todas partes y para explicar las situaciones más diversas. El particular interés que ha adquirido la noción de identidad a partir de 1950, refleja las preocupaciones del mundo moderno. Esta noción se ha impuesto a causa de los importantes cambios culturales provocados por las profundas modificaciones en la sociedad. La globalización de la economía, el establecimiento de un modelo económico único que funciona sobre los principios de racionalidad y de eficacia y la introducción de nuevas tecnologías y de medios de comunicación son el origen de grandes cambios en las sociedades actuales. Se han enlazado el éxodo rural y las transformaciones urbanas que han dado lugar a grandes ciudades donde es difícil conservar los lazos sociales; el desempleo y los cambios en la concepción del trabajo; las reivindicaciones regionales; la inmigración masiva; las transformaciones en los roles sexuales. Esta evolución ha alcanzado a la identidad individual y colectiva y ha provocado efectos psicológicos, sociales y políticos concretos. La sociedad occidental ha pasado de una forma comunitaria a otra en la cual el individuo es el centro. El individualismo es uno de los cambios más importantes de nuestra época. La construcción de la identidad individual constituye un trabajo laborioso que se va volviendo complejo. Antiguamente la alternativa de comportamientos era menos amplia y las reglas de conductas eran más claras-y más rígidas-. Hoy en día cada persona dispone de muchas posibilidades: una relación de pareja, por ejemplo, puede estar institucionalizada por el matrimonio o tomar la forma de una simple vida en común. Sin embargo, el individuo se encuentra relativamente solo frente a estas múltiples posibilidades. Identidad de los inmigrantes, identidad catalana o madrileña, repliegue de la identidad, defensa de la identidad, identidad pura o no pura, …: es probable que este tipo de expresiones lleguen a ser cada vez más familiares puesto que vivimos un período de grandes cambios, incluyendo el tema de la identidad.
Praxis Filosófica, 2013
El argumento del hospital de D. Parfit incluye la premisa de que en un caso de cerebro dividido, la identidad de una nueva persona humana dependerá de que el otro hemisferio cerebral sea o no sea trasplantado a otro cuerpo. La identidad de una persona dependerá de hechos extrínsecos. Mi objetivo es cuestionar esa premisa apoyándome en algunas observaciones sobre el contenido de los pensamientos singulares: pensamientos de primera persona y pensamientos demostrativos. Por un lado, defiendo que en el escenario descrito por Parfit la persona humana cuya identidad es dependiente no sería capaz de tener un pensamiento de primera persona porque no sería capaz de conocer quién es el pensador, quien, desde luego, es ella misma. Entonces, no sería posible referirse a uno mismo y tener un pensamiento de primera persona acerca de una experiencia no sería una forma de autoconocimiento. Por otro lado, establezco que tampoco sería posible referirse a esa persona mediante un pensamiento demostrativo basado en la percepción.
En el mundo contemporáneo, el espíritu del tiempo parece inclinarse hacia una percepción generalizada de descreimiento, de ausencia de garantías y de fundamentos últimos, de disolución del sujeto, todo ello desencadenado por una constante crítica a los presupuestos básicos de lo que se ha denominado modernidad.
Comencemos señalando una paradoja: la aparición del concepto de identidad en las ciencias sociales es relativamente reciente, hasta el punto de que resulta difícil encontrarlo entre los títulos de una bibliografía antes de 1968. Sin embargo, los elementos centrales de este concepto ya se encontraban -en filigrana y bajo formas equivalentesen la tradición socio-antropológica desde los clásicos . ¿Qué es lo que explica, entonces, su tematización explícita cada vez más frecuente en los dos últimos decenios, durante los cuales se han ido multiplicando exponencialmente los artículos, libros y seminarios que tratan explícitamente de identidad cultural, de identidad social o, simplemente, de identidad (tema de un seminario de Levi-Strauss entre 1974 y 1975, y de un libro clásico de Loredana Sciolla publicado en 1983)?
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